Dame una pista

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Ojos abiertos para el mundo que comienza y a mares brotan lo que era nuestro castigo al nacer, caminamos y sobrevivimos para servir...pero la línea de tiempo colapsó en cuánto encontramos la manera de retroceder.

Ponte a rezar porque eso es todo, la muerte siempre llueve desde arriba.

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Ahora, ¿En qué íbamos?

Oh cierto, un gato pelinegro con casi una mandíbula rota, lo más normal en un mundo lleno de especímenes sin nombre.

Bien, bien, esto no podía estar peor, solo... debía dar la vuelta he irse a donde esos champiñones mutantes.

Al último de los caídos no adoraba a extraños, y mucho menos rezar, si su último testamento diera a escribir seguro y lo acompañaría hasta su muerte que irónicamente ni ha de existir, sin embargo, estaba en la cuerda floja.

Vivir era igual a jugar ajedrez, al principio no le entiendes más que solo saber los nombres de cada pieza y al final...pues solo te da una crisis neuronal.

En este caso, el era la pieza más importante: el peón.

Para ser más claros, el jamás podría retroceder una casilla y mucho menos quedarse en un solo lugar durante toda la partida.

Más allá de parecer un juego para pasar el rato su realidad era que podia sentir dolor físico, uno tan suplicio e incomparable a palizas que había sufrido durante su retroceso como semimortal.

Narinder aún tirado en el suelo frío junto al lodo no sabía como más improvisar.

¿Buscaba aquella roca de mitos?
¿O solo se daba por vencido y regresaba a dormir?

Lo que para muchos era una bella luna llena siendo rociada por el rojo incógnito del cielo, para un gato los colores acromáticos comenzaban a invadir sus orbes como alguien ahogado sobre el borde de la negatividad.

Narinder si o si, hoy muere, y si no se le cumple el deseo lo hará alguna bestia o el mismo cordero.

El gato se quedó pensativo unos segundos sobre cuál sería su próxima decisión, miraba un camino y luego volvía su vista a donde el barranco que había caído.

Suspiro solo para volver a tomar control de sus pasos y dirigirse al bosque fangoso del que seguía, solo pensaba en sus adentros, si la lluvia de sangre aún sigue, probablemente encuentre aquella roca, resolver era cosa fácil para el gato.

Durante el camino, la mandibula del pelinegro dolia tanto hasta sentir como si se le estuviera por desprender por la mitad el rostro.

Grandes garras no fueron conscientes de su fuerza inigualable para dejar botado del felino como si fuera un trapo sucio, no era culpa del gato que una simple patada en el rostro le dejara como consecuencia ser arrojado y de paso ganar un rostro casi desfigurado.

La naturaleza era una reina muy temida cuando se trataba de crear fauna tan meticulosa.

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En otro lado de las cordilleras del reino de aquellos adeptos curiosos con champiñones, un cordero salía de una gran choza en silencio.

La platica había culminado al punto que el tema principal se terminó desviando por una de las adicciones más amadas de su amigo que le presionaba una y otra vez por probarlas con el.

N[] €ontadø (Cult Of The Lamb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora