Termino de estudiar y apoyo mi cabeza sobre el libro que tengo frente a mí. Mi cerebro está completamente frito y ya no puedo retener más información hasta que logre descansar un par de horas.
-Oye -dice la chica que estudió a mi lado toda la tarde-. Voy a ir por algo de comida. ¿Quieres que te traiga algo?
-Muchas gracias -le respondo mientras sonrío-. Pero creo de que es hora de que regrese a mi habitación.
-¿Tan pronto? Recién son las nueve de la noche.
Sonrío por segunda vez y me froto los ojos con cansancio. Lo normal durante los exámenes era estudiar la mayor cantidad de horas posibles ya que no teníamos clases durante el día, y la noche era el mejor momento para hacerlo.
-Necesito dormir un par de horas y regresaré cerca de la medianoche -contesto y guardo mis libros y apuntes adentro de mi bolso-. ¿Tú hasta qué hora te quedarás aquí?
-No lo sé, supongo que hasta que mis ojos se cierren por completo.
Ambas nos levantamos de nuestra mesa y salimos a paso lento de la biblioteca.
-¿Qué año estás cursando? -pregunto con curiosidad.
La verdad era que no conocía de nada a la joven pero habíamos compartido un día entero adentro de aquella biblioteca estudiando y no parecía ser el tipo de persona que evitara una conversación casual con otra extraña.
-Segundo -contesta y me mira de costado-. ¿Tú?
-También.
-¿En qué te quieres especializar?
-Literatura inglesa. Profesora de literatura inglesa, específicamente. Pero si nadie me toma no me molestaría trabajar como columnista en algún periódico local.
-No creo que tengas problemas para que te tomen. Se nota que tu vocación es enseñar.
Bajamos las escaleras y sonrío de manera espontánea.
-¿Cómo puedes saberlo?
-Te escucho todos los lunes en la biblioteca durante las horas de tutoría. Estoy sentada un par de mesas a tu lado y debes estar haciendo las cosas bien porque cada vez que levanto la cabeza en tu dirección tienes un estudiante nuevo.
Me muerdo el labio inferior y me quedo sin palabras para cuando llegamos al primer piso.
-¿Tú también das tutorías?
La joven asiente y saca unos billetes antes de llegar a la cafetería.
-Historia del arte. No quiero ser profesora pero definitivamente me gustaría trabajar en algún museo importante.
-Eso es maravilloso -respondo y luego muevo la cabeza con culpa-. Disculpa... ¿Cuál es tu nombre?
-Chloe -dice y me tiende la mano-. ¿Y tú eres?
-Charlotte -murmuro avergonzada mientras le devuelvo el gesto-. No puedo creer que después de todo lo que hablamos recién ahora sepa tu nombre. Lo lamento, Chloe. No suelo ser tan despistada.
-No te preocupes por eso. Tu gentileza ya me la has demostrado con la lata de soda. ¿Recuerdas?
-Eso fué más un intercambio justo que un gesto de amabilidad.
-Podrías haberte negado, pero no lo hiciste -responde y me regala una sonrisa, luego se gira hacia la entrada de la cafetería y levanta su mano a modo de saludo-. Supongo que te veo luego.
Asiento y me despido de ella con una sonrisa cálida y genuina. Después de eso tomo el pasillo opuesto y salgo al patio del campus. Un viento frío me golpea de frente y me obligo a cubrirme el pecho desabrigado con mi grande y pesado bolso. La llegada del otoño ya no podía negarse y era hora de que empezara a usar prendas más abrigadas.
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La Siguiente Lección
RomanceCharlotte es una joven que vive una vida universitaria tranquila junto a sus mejores amigas y compañeras de habitación. Su día se divide entre los estudios y un trabajo de medio tiempo como tutora de literatura inglesa en su universidad. Sin embarg...