22. El rey ha muerto

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Nada más pasado el suceso de la vela Artys fue a hablar con sus caballeros del Valle. Sabía que había llegado el momento de enfrentar la realidad, a pesar de lo que sintiera y hacia quien. Le encomendó a Ser Borrell la tarea de preparar a sus hombres. Su séquito estaba compuesto por individuos de todas las edades, desde jóvenes hasta algunos que tenían la misma edad que Jon Arryn cuando falleció.

Al llegar al patio de la Fortaleza Roja, un grupo de hombres se encontraba reunidos, ocupados en la preparación de provisiones y caballos. Entre ellos estaba Thoros de Myr, quien se apartó de sus compañeros para acercarse al joven señor.

—Mi señor —saludó el hombre, su mirada fue directa a la mejilla del halcón—. Veo que no estáis tan maltrecho como algunos decían. Al final parece que no necesitabais mi ayuda en la artimaña del torneo. Demostrasteis ser un valiente guerrero al enfrentar al Matarreyes.

El comentario arrancó una sonrisa incómoda de Artys. Si bien no había derrotado al Lannister, no era la primera vez que recibía elogios. Algunos soldados lo habían felicitado por mantenerse firme ante el león, otros por vencerlo. Artys debía admitir que no había hecho mucho para corregir sus creencias.

—No fue del todo como lo pintan.

— ¿No? —Thoros sonrió de lado—. Bueno, siempre hay algo de verdad en las historias. Dejadme daros un consejo, si la gente insiste en poneros en un pedestal, dejad que lo hagan. No neguéis ni confirméis nada. Dejad que las leyendas vuelen. Las leyendas, mi señor, son la moneda del reino. Siempre vale la pena acuñar algunas en tu nombre —Se irguió y empezó a andar alrededor del rubio con voz autoritaria —. Sois Artys Arryn, hijo de Jon Arryn, señor del Nido de Águilas, Defensor del Valle y Guardián del Oriente. Crecisteis en el norte, desarrollando habilidades en artes tan variadas como la música y la espada. A una edad temprana salvasteis a los vuestros de vulgares ladrones, llevando desde ese día una cicatriz en el estómago como recuerdo. A la muerte de vuestro padre, respondisteis al llamado del rey y lo acompañasteis a la capital. En el camino caísteis de un caballo y resbalasteis en un río, sucesos que casi os llevan a la muerte, lo que hizo que algunos os consideraran torpe e idiota. Sin embargo, aquí en la capital demostrasteis quien erais al vencer en la prueba de arco en el Torneo de la Mano. Salvasteis al Caballero de las Flores lanzando un cuchillo a La Montaña cuando se desató en furia contra el joven Tyrell. Velasteis el cadáver de un caballero del Valle a quien no conocíais por respeto a él y vuestro padre. Por último, os enfrentasteis al Matarreyes en un callejón frente a un burdel. Las teorías sobre el encuentro son muchas, pero todos están de acuerdo en que fue una actuación maravillosa. Esa es vuestra leyenda. Y eso que desconocen que urdisteis un plan para no perder oro en el torneo y reducir al mismo tiempo la deuda de la corona.

—Ese no soy yo.

—No somos autores de nuestras leyendas, sino los protagonistas de las historias que otros cuentan.

—¿Y la vuestra hacia dónde va? —Señaló con la cabeza al grupo de hombres.

—Tras Ser Gregor, La Montaña, por sus muchos y variados crímenes. La Mano lo ha despojado de todos sus títulos. Él y quienes lo ayudaron han sido condenados a muerte —explicó Thoros y señaló a un hombre específico—. Beric Dondarrion es quien dirige la búsqueda. Lo acompañaré, luego ya veré que hago o hacia dónde voy.

—¿Pensáis dejarnos para siempre?

—Vos lo haréis de aquí a poco —Artys cambio el gesto, no le había dicho a nadie que se iba, solo su familia y a sus hombres se lo había dicho hacia nada.

—¿Cómo lo sabéis?

—Es obvio. No os quedarías aquí para siempre. Además, lo vi en las llamas.

El Halcón Dorado |GoT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora