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Amelia pasa de largo su oficina, saluda a los que pasan junto a ella y llega hasta la puerta que separa Prodigium del museo, rápidamente la abre y camina entre una pequeña multitud.

Está un poco nerviosa, bastante es una palabra que la define mejor, puesto que voltea cada tanto para asegurarse de que no la siguen y choca con varias personas, por lo que termina disculpándose con ellas.

Llega hasta la salida del museo, mira una última vez detrás de ella, toma aire, cierra los ojos y cuando los abre, sale muy decidida del lugar.

El cálido Sol le ilumina el rostro, el aire frío golpea sus mejillas, Amelia solo camina con una gran sonrisa, varios minutos después, ya lejos de Prodigium, se detiene entre todas las personas ocupadas que caminan y corren a sus destinos. Con esa gran sonrisa, inhala profundamente, extiende los brazos y ríe mientras da una vuelta, agradecida por estar ahí.

La momia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora