No puedes correr por siempre

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Hay algo en las amistades que siempre falla, en si hay muchas cosas ahora que lo pienso. Cuando recuerdo mi juventud pienso en ellos, aunque ahora son un simple recuerdo, algo vago y distorsionado a como en verdad solía ser, o simplemente esa era la respuesta de mi cuerpo tras la vida llena de excesos.

En cuarenta años una persona cambia muchas veces, y la forma de ver al mundo le sigue el ritmo, he vivido tantas veces aquel recuerdo, que simplemente ya no lo recuerdo del todo, no sé si es así en realidad, o si simplemente me he perdido atreves del tiempo, como si me estuviera olvidando a mí mismo,

Haber perdido todo en tan poco tiempo destruye a una persona, y a pesar de los años no poder seguir mi camino. Este sentimiento es antiguo y infantil, los amo tanto que no puedo dejar ir, y como si fuera un castigo divino estaré condenado amarlos siempre hasta que pueda decir adiós, viviendo día tras día la tortura que fue nuestro amor.

Al parecer papá siempre tuvo razón "Mientras más pidas más te dolerá, mientras más quieras más se sentirá, pero mientras más ames más te perderás" tarde mucho en entender esas palabras, pero ahora son mi día a día.

Podre tener todo el dinero del mundo; ser de las personas más poderosas, ser amado y odiado, seré importante, e influyente, pero seguiré como siempre e estado, solo y apenado. Por las noches la escuela estaba muy sola, demasiado sola, para mí era costumbre recorrer los pasillos a altas horas de la noche, pero siempre tenía una dirección en especial.

La escuela no siempre fue una escuela, como todo en la vida esta tuvo un inicio, y esto inicio con algo tan brutal como lo fue la llegada de los españoles. Por los años 1770 a los 1800 empezaron las misiones de los españoles, las cuales eran fundadas por los sacerdotes o franciscanos para evangelizar a los nativos americanos, creando la provincia de alta california en Estados Unidos.

Y pues cosas pasaron, una llevo a la otra ocasionando muchas cosas algo cuestionables hoy en día, puede que hayan torturado a todos los nativos para quitarles sus tradiciones junto su estilo, no creo que les importara una cultura desarrollada a lo largo de 8000 años, o sea yo también lo haría si viera un poco de oro y mano de obra barata.

Pero ese no es el punto, lo que importa es el hecho de que mis antepasados se quedaron con el terreno de la misión, convirtiéndola en un convento, el más grande de toda América, luego en una escuela correccional, para después poco a poco convertirla en lo que hoy en día somos, una escuela multicultural, la más grande en todo el mundo.

Lo que empezó como una pequeña misión de apenas 25 personas, ahora era tenía una iglesia de una hectárea, paredes de piedra Villamayor, las cuales de daban un aspecto dorado en cada atardecer.

Era mi lugar especial, rodeada de jardines lleno de miles de rosas, fuentes en cada esquina, una fachada hecha por los mejores escultores. Al interior miles de bancas hechas de las mejores maderas, todas dándole la vuelta mi creador.

Justo en medio un pasillo hacía su dirección, con sus ángeles y guardines cuidándolo lado a lado, mientras él tenía la mirada fija en ti, los toques de oro remarcaban su aterradora presencia, sus ojos se clavaban en ti cual daga en su costilla, la culpa estaba encima de ti al igual que aquella corona de espinas en él, al caminar sentía mis pies pesar ante su mirada llena de dolor, mis manos dolían como si hubieran clavado aquellos clavos en las mías, él sabía a qué venía, está ya era una rutina.

Mis piernas se debilitaron antes su presencia, el me saco un suspiro de golpe, como si fuera mi forma de redimirme, y empecé con mi rezo de toda la vida- Disculpe señor, discúlpeme de todo el dolor que he causado, disculpe de todo lo que he provocado- Como si el fuera a responderme guarde un silencio de dolor.

Mi respiración era dolorosa, como si el dolor de su daga me cortara aún más, el silencio era peor cada vez más, sentía una vibra pesada, un miedo irracional, la oscuridad era carcomida por solo unas cuantas luces, esta me provocaba mareos repentinos y un dolor potente.

Empezaba a escuchar el sonido del viento, haciendo que por acto de mi desesperación lo tomara por respuesta- Padre, en mis manos comiendo tu espíritu, padre con estas manos comiendo a tu espíritu- EL viento se hacía peor, las velas se iban apagando poco a poco.

-Padre encomiendo a tu espíritu- Las puertas se azotaron y mi cuerpo tembló- ¿Por qué me has abandonado?, en tus ojos me has abandonado- Lo voltee a ver mi cuerpo helo, en tus ojos me haz abandonado, en tus pensamientos de haz olvidado, y en tu corazón me haz desterrado- Las velas se iban desapareciendo, mientras mis lagrimas abrían camino.

-Padre, confía en mí una vez más, confía en la perdida de mi ser por un mejor camino, confía en mi plan de ser un mejor hijo, confía en mi s lágrimas, confía en cuando unos poco pagan por la felicidad de muchos, no todos los ángeles merecen vivir padre mío, porque yo igual lloro cuando aquellos ángeles igual merecen morir-.

Como si fuera una respuesta a mi ruego cayo un riego llevándose las pocas velas que quedaban, causando que me parar de golpe a ver lo que yo nunca creí ver, sobras moverse obligándome acercarme a la salida, intente correr pero no sentía que avanzaba, sentía que algo me jalaba detrás mío pero no habían nada más que sombras, las cuales solo me hacían querer correr, podía correr y correr, hasta que me sintiera que ya no podía más pero en algún momento me iba a tener que detener a preguntarles que querían de mí.

Porque yo sabía que en algún momento yo ya no iba a poder seguir corriendo, en algún momento yo tendría que dejar de correr de las sombras, de mis propios demonios y ángeles, los cuales me juzgarían de cada decisión que haya tomado, los cuales me arrastrarían hasta el infierno al cual pertenezco, pero ese día no sería hoy, porque aún no era mi turno de morir.

El agua estuvo fría, tanto que fue como si me quemara vivo con cada toque, pero no tarde mucho en llegar a los túneles, causando miradas de intriga de aquellos trabajadores algo sobreexplotados por trabajar a altas horas de la noche, era raro verme, y mucho más en esas condiciones.

En mi oficina seguía como siempre, con un whisky en las rocas siempre al lado de mi sofá con vista a mi fogata, me senté en el para después darle un trago a mi bebida, la cual fue una bomba de sabor, la sentí bajar por mi garganta con una ola de calor, haciéndome sentir cálido como si fuera un bello abrazo de quien alguna vez fue mi amada.

Ese pensamiento me hundió una vez más, haciéndome dar un último sorbo a la bebida para después echarla a la fogata, y estrellar el vaso en la pared más cercana. Quería más a un más, mis deseos regresaron, la principal y mayor motivo que me hacía ir aquella iglesia, mi cuerpo paso de estar frio a estar muy colorado, quería desquitarme con algo antes de volverme a equivocar como tantas veces, tomé un cuadro de mi pared, y lo rompí en mil pedazos, a pocos metros encontré otro y así poco a poco fui destrozando todo a mi paso, tomando cada vez más, mientas una sonrisa salía al acabar todo.

Moví con las pocas fuerzas que me quedaban aquel sofá que ahora estaba rajado en dirección a la puerta, mi sonrisa que hizo más fuerte por querer más y más, pero ahora sabía que era lo que quería, y eso me excitaba de una forma que ni el alcohol me funcionaba, mi deseo aumentó al recodar que aquella persona que sacaba todo de mi iba tocar pronto aquella puerta, que un día de estos la hare mía otra vez, y que pronto seremos solo nosotros.

Aquí te esperare, sé que vendrás hacer un trato con el diablo, y aquí te estaré esperando, vendrá ver a tu hombre hasta que te satisfagas, serás tú y el diablo de aquí a que te entierren a mi lado. 

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2023 ⏰

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