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Soledad, pensamientos intrusivos, y ponerse cachondo, ese era el resumen de los días de Niki

Había pasado un tiempo desde que comenzó el otoño, ya era final de octubre, y eso significaba Halloween, pero tampoco tenía amigos con quien celebrarlo

Bueno...Tenía a SungHoon, pero él chico ya había hecho planes con Sunoo, su pareja...

Así que eso...ehm...soledad pura...

El sol se cuela un día más por la persiana del chico, el cual se va a duchar y se cambia de ropa rápidamente.

Se dirige a la cocina y procede a prepararse un café, el cual se toma rápidamente para después volver a su habitación, su espacio seguro...

Su hermana llega a casa sin previo aviso, cosa que ya era normal, la chica, sin mediar palabra se dirige a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

Niki tampoco preguntó nada y suspiró

El día transcurrió con normalidad, evidentemente, la pereza no podía faltar en la vida de Niki, así que prácticamente no hizo nada en todo el día de Halloween, pero que se le va a hacer, cosas de adolescentes

Y entonces, fue ahí, en ese instante en el que el chico estaba en su habitación, que escucha la puerta abrirse, salta de la cama en el susto y respira hondo al escuchar la voz que proviene de la sala...efectivamente, su madre había llegado días antes de tiempo desde su viaje de trabajo...

Niki empezó a murmurar cosas sin sentido, sintiéndose nervioso como nunca y con ganas de que se lo tragara la tierra.

Su hermana se había ido de nuevo, dejandolo a solas con su madre...

Niki intentó ser lo más sigiloso posible, para que su madre no supiera que él estaba ahí, por nada del mundo quería estar solo con su madre en la misma casa, nunca

Él sabía que su madre no lo quería, y menos desde que se enteró de que era homosexual, para ella, él era solo una cadena, una medallita de "buena madre" que ponerse en el pecho.

En público todo maravilloso, el trato hacia él impoluto, pero en cuanto las puertas de cerraban y las cortinas también, los gritos de dolor de Niki eran capaces de oírse hasta en las casa vecinas.

Nadie lo ayudaba, nadie hacía nada, su hermana solo lo miraba con cierto placer cuando su madre le proporcionaba los fuertes golpes a él, lo miraba con desprecio, incluso reía a veces. Otras lo defendía a capa y espada, Niki realmente no entendía a su hermana...

Unas fuertes risas se escuchaban desde la sala, y no precisamente de solo una persona...eran dos...

Su madre estaba...¿con un hombre?

Niki, con cuidado abrió la puerta de su cuarto un poco, con sigilo y disimulo, lo mínimo para poder ver con quién se encontraba su madre...

Un hambre alto, masculino y bien vestido, de estructura robusta, algo musculado...

Se disponía a cerrar la puerta, cuando el hombre hizo contacto visual con él y a Niki se le heló la sangre.

- "¿Quien es ese niño? No me dijiste que a parte de una niña tenías un chavalín" —El hombre sonrió—

- "¿Niki? Ugh...que asco. Más que un niño yo lo llamaría nenaza, es tan sólo un maricón al que tengo que corregir algún día" —respondió su madre—

Vaya, al parecer su madre ya no lo trataba bien ni en público...

El hombre solo rió y lo miró con una cruel sonrisa.

El teléfono de la esperanza (Jakeki) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora