Prólogo

9 0 0
                                    

Estaba tirado en el sucio suelo del establo mientras veía como todo lo que construí como rey por dos décadas y mi familia por siglos era consumido por las llamas, pude oír unas pisadas que resonaron en el piso de madera quebradiza y vi la figura causante de todo emerger.

Alto con cabello castaño bastante oscuro tan diferente al mío, pero al bajar a su semblante podía distinguir los mismos ojos verdes que veía en mis recuerdos de años pasados tan diferente solo por el hecho de que una gran cicatriz profunda pasaba por su ojo izquierdo hasta llegar a su pómulo haciéndolo ver más imponente.

Su sonrisa me daba más rabia aún sabía que estaba disfrutando de este escenario y me sentí inútil.
Pasé veinte años tratando de pararlo y no pude, el logro todo lo que se propuso a pesar de los encierros, las torturas y el exilió.

- no dirá nada su majestad? - hablo mientras veía la corona que había recogido a mi costado, había caído de mi cabeza al momento de desmayarme - es curioso como ahora pareces no tener lengua cuando fue tu conmovedor discurso hace unos años lo que me condeno a vivir como un criminal- puso una mano en su pecho e hizo un puchero.

- salve a cientos ese día y si mi muerte salva a millones que así sea, mi pueblo no estará bajo tu reinado de terror - levanté la barbilla sin dejarme intimidar mientras decía muy seguro mis palabras.

No pensé que estallara en risas compulsivas dignas del maniático que era, escucharlas fuera de mis recuerdos fue peor de lo que imaginaba, sus ojos reflejaban la locura que años lejos del manicomio dejo.

- ja ja ja ja ja mi querido Nhoa siempre tan protocolario, ni en esta ocasión dejas tu papel de rey verdad?- puso su pie sobre mi abdomen herido haciendo que escupiera sangre - no puedes hacer solo lo que tú mente quiere por una vez? Aquí no están tu padre, ni la corte, tampoco tu esposa para que finjas compostura. Se que quieres maldecirme, escúpeme como quisiste hacerlo cuando me encerraste, dime cómo quieres matarme como no lo hiciste cuando la corte me exilió -escupió en mi cara - di toda la mierda que siempre escondes- gritaba enfurecido mientras yo estaba inmóvil, era como ver a un toro desatado de rabia su ira era tan primitiva he impulsiva

Estaba a punto de levantar su espada sobre mí, entonces suspiré y acepté mi destino en parte teniendo paz de que todos los que amaba estarían a salvó, pero con la impotencia de ver cómo alguien que fue importante para mí sería quién acabará con todo, cuando escuché un grito familiar.

- Nooo Jimin noo - vi como mi esposa Artemis con su vestido blanco hecho harapos y bastante cansada corría hacía acá llamando a mi atacante, cuando se suponía que debería haber huido cuando todo empezó "no, ella no" era lo único que mi mente decía, baje mi vista a su vientre abultado y una lágrima quiso salir. Tome fuerzas sin saber de dónde cuando vi como en lugar de dirigir su espada a mí la ponía en el camino de mi esposa para que no llegara a mi lado.

Levanté lo más que pude mi dorso adolorido y con todas mis fuerzas apagué un pedazo de madera ardiente en la pierna expuesta de Jim el cual grito pero no movió su espada un milímetro.

Rápidamente el pateó mi brazo y pude sentir como mis dedos se rompían por la fuerza, odiaba admitirlo, pero estaba solo retrasando algo inevitable.

- imbécil! - con la vaina de su espada y su mano izquierda me golpeó en el rostro dejándome sin dos dientes y escupiendo sangre, yo solo podía ver a mi esposa llorar sintiéndome cada vez más desesperado.

-déjala, te lo pido- me rebaje a suplicarle a ese ser despreciable - tendrás todo el oro, el reino, la armada, te sedere el trono, todos te servirán, te daré todo pero déjala irse - hace unos minutos defendía a mi pueblo pero no pude pensarlo dos veces al ver a mi mayor tesoro, la gema de mi corona el amor de mi vida y mi hijo fruto de nuestro amor peligrar.

- amor mío no - lloro Artemis mientras trato de acercarse de nuevo siendo impedido por Jim.

- ja ja ja ja das más de millones de almas, niños, pobres, ancianos, amigos, "familia" que creen en ti - río más - por dos, creó que no somos tan diferentes

Vi como puso su mano sobre el hombro de mi esposa y supe que no importara lo que dijera él tenía el poder de hacer lo que quisiera ya.

Mi esposa se arrebató y corrió a mi lado se inclinó y acarició mi mejilla, por ese instante sentí que había hecho lo correcto.
Dejo un beso en mi mejilla y en ese momento la espada entre los dos nos separó de nuevo haciendo que ella se pusiera de pie con la espada separándonos.

- Pueblo! - grito Jimin de forma gutural- ahí tienen a su rey!

Se volteó hacia Artemis - mujer ahí tienes a tu marido - hablo más despacio mientras veía a Artemis - mujer al fin eres libre - una sonrisa de lado se pintó en su retorcido rostro mientras Artemis secaba dramáticamente sus lágrimas para después sonreírle de vuelta.

Ella puso su mano sobre su hombro, el volteó a mirarme, yo no pude ni respirar.

- creó que al fin vamos saldando cuentas hermano - y ahí fue cuando supe que yo el rey Nhoa de la dinastía Morgan había sido burlado posiblemente por años por Jimin Morgan quién talvez llevaba planeando esto décadas, mi único hermano de sangre había decidido quebrarme de todas las formas posibles y lo había logrado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 04, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora