La sombra se teñía el pasillo a medida que avanzaba hacía Pietro, el cual sentía como sus piernas se quedaban atascadas en el suelo. Quería gritar por ayuda pero se había quedado sin habla, lo último que recordaba haber visto fue a Rudolf entrar en la habitación de sus señores, antes de ser completamente cubierto por la oscuridad.
Sentía como su piel ardía bajo su ropa, y como se iban rompiendo sus huesos poco a poco, acompañado por un zumbido molesto en su cabeza. Apenas podía respirar sin quedarse que sus pulmones se resistieran. Intento sin éxito tomar una bocanada de aire y la presión en su pecho crecía.
Alguien estaba gritando hasta quedarse sin voz, Pietro le pedía que se detuviera pero no le hacía caso. Tan solo quería silencio, buscar la manera de escapar y ayudar a Nolan, temía que Rudolf no fuera lo suficientemente fuerte para protegerlo. No tenía ni idea de si había servido la señal de alarma.
-¿Por qué no me ayudaste? – era una ilusión, todo aquel lugar era una ilusión, no se iba a dejar engañar tan fácilmente. – Ayúdame, Pietro. Ayúdame, haz que este dolor se detenga.
Sentía que si abría los ojos estaría completamente perdido, se estaba resistiendo a la voz de Zayer, el mismo había estado presente el día que su incineración, era imposible que estuviera allí. No iba a caer en el engaño.
-¿Por qué os habéis olvidado de mí? – sonaba suplicante, Pietro sentía como intentaba tocarlo mientras le pedía que lo ayudará. – Yo fui tu compañero, estuve a tu lado. Pietro, ayúdame.
La risa estridente de Javaid se empezó a escuchar de fondo, lo que hizo callar a Zayer. Pietro sintió como el frio recorría su cuerpo. Escuchaba como unos pasos se acercaban a él sin detenerse, acompañado del sonido de unas cadenas.
-Huye, Pietro, huye... - grito Zayer aterrorizado. – No dejes que él te encuentre, huye.
Por más que quisiera hacerlo, era incapaz de ordenarle a su cuerpo que se moviera, noto como algo le empujaba por detrás ayudándolo a levantarse, mientras las cadenas chocaban con las esquinas de los mueble.
-No dejes que él te vea, huye, Pietro... - Zayer lo empujaba con fuerza, pero no lograba que se moviera. – Quieres ayudar al pequeño doncel ¿verdad? – el guardián abrió los ojos. – Si te quedas aquí, no podrás volver.
La imagen distorsionada de Zayer se movía a su alrededor, empujando sus brazos y piernas para que se levantará, gritándole que se moviera, mientras Javaid se iba acercando poco a poco más a él.
-No confíes en ellos, Pietro, no confíes en nadie... - sintió una descarga eléctrica cuando logro ponerse de pie. – Huye con él, no le dejes que se quede aquí.
La sombra tenía pequeñas grietas, Pietro podía ver la pared azul al tiempo que sus ojos se iban acostumbrando a aquel lugar. Zayer seguía revoloteando a su lado, hablando y gritando sin parar. No era capaz de entender nada de lo que estaba diciendo en aquel momento.
-No mires hacía atrás, Pietro, camina, corre... - rectifico, Zayer no le permitía ver de dónde venía aquel sonido. – Sálvalos...
Zayer lo empujo con fuerza a la vez que una mano lo sostenía con aún más fuerza, el guardián luchaba para que no se acercaran a Pietro. Javaid lo asfixiaba para que no continuara hablando, riendo sin parar, el duque no tuvo piedad al encadenarlo de nuevo.
-Pequeño ladronzuelo... - la sonrisa del duque mostraba cada uno de sus dientes. – Estamos juntos de nuevo, al fin.
-Huye, Pietro... - los ojos de Zayer estaban completamente rojos. – No dejes que te atrape.
Se dejó caer cuando Javaid estiro su brazo hacía él, el vació lo rodeo por completo, mientras su cuerpo se quedaba suspendido en el aire. Pietro no sabía dónde se encontraba exactamente, pero era su única manera de huir.
Escucho el sonido de un hueso al romperse junto a un gran dolor que rodeo su cuerpo, Javaid no fue capaz de alcanzarlo, Zayer había dejado de gritar. Estaba solo en aquel lugar, como cuando escapo por primera vez del palacio, no había nadie a su lado. Intento moverse cuando el techo empezó a mostrarse ante sus ojos, grito con todas sus fuerzas para que alguien lo escuchara. Pero tan solo lo acompañaba el frio suelo de las escaleras.
Al levantar la cabeza pudo ver como su pierna estaba en una posición extraña, mirando hacia la izquierda, uno de sus zapatos había salido volando del lugar, parando en medio de dos escalones. Daba igual las veces que intentará levantarse, no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo
Las lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas, con amargura. Era la segunda vez que dejaba completamente solo a Zayer, de nuevo había sido incapaz de ayudarlo, era una burla como guardián.
¿Sería capaz de proteger a Nolan?
Sus ojos pesaban, no era capaz de mantenerlos abiertos, se negaba a volver a caer en aquella oscuridad, quería ver de nuevo a Nolan aunque fuera una vez para asegurarse de que se encontraba bien. Debía comprobar que el bebé de su señor estuviera sano, pero no era capaz de moverse, Pietro se maldijo por su debilidad.
-Señorito, está aquí... - grito Rudolf, Drystan lo seguía de cerca junto con Evangeline y Lennox. – Está aquí, duque Lennox, debemos llamar al doctor.
-Pietro, respóndeme, Pietro. – Drystan golpeaba su mejilla con delicadeza, mientras lo cargaba con cuidado. – Pietro ¿Qué ha ocurrido?
-Nolan... - su compañero asintió para asegurarle que se encontraba bien. – Debo protegerlo.
-El pequeño doncel se encuentra aquí, a tu lado. – Nolan lo miraba con miedo. – No debes preocuparte por él.
Volvió a cerrar los ojos de nuevo, a la vez que Nolan empezaba a llamar al doctor a gritos, Rudolf lo cubrió con su chaqueta para darle calor, mientras Evangeline intentaba calmar al doncel sin éxito. Lennox bajo las escaleras con rapidez para buscar al culpable.
-Señorito, debería calmarse, el bebé estará en peligro si usted... - la mirada del doncel hizo enmudecer a Rudolf.
-Como te atreves a decirme lo que debo hacer. – le grito tembloroso. - ¿Qué haces aquí? Ve a buscar al doctor, no te quedes quieto. Pietro estaba contigo ¿Por qué no hiciste nada para ayudarlo?
-Lo siento señorito, yo...
-Serás castigado si él muere. – Evangeline lo aparto con cuidado cuando Nolan sujeto del cuello de la camisa a Rudolf. – Te estoy ordenando que busques al doctor Wilhmer.
-Nolan, tranquilízate, no lograras nada si sigues así. Rudolf tiene razón, debes tranquilizarte por el bien del bebé.
-No es importante ahora, necesitamos curar a Pietro ¿Por qué nadie se mueve? – grito, sujetando su vientre. – Moveos, ayudad a mi guardián, Drystan llévalo a mi habitación.
Nolan sujeto su vientre cuando empezó a sentir los calambres, Evangeline tuvo que sujetarlo para que no se cayera, el doncel estaba desesperado por que ayudaran a Pietro, pero no le hacían caso.
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Nolan siente terror con la simple idea de perder a Pietro, él sería capaz de soportar cualquier tortura si con eso consiguiera que su guardián estuviera a salvo. No le importan las consecuencias de ayudarlo, si con eso puede conseguir que siga con vida.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...