Emilie y yo nos conocimos en la universidad, en el último semestre. Ella estudiaba fotografía en aquel entonces. Recuerdo verla entre las sábanas después de hacer el amor, contándome cómo amaba imaginarse cumpliendo su sueño.
Nunca nos casamos, pero debo admitir que en su momento tenía planes de comprarle un anillo que vi en una joyería muy bonita que ya no existe.
Todo terminó cuando ella tuvo que irse del país para seguir persiguiendo su sueño, pero entre la distancia y mi escaso tiempo, ella conoció a un hombre y desde entonces no supe nada de ella, hasta hoy.
Ya no era la misma, aunque seguía siendo la mujer que recordaba. Su semblante ahora era más triste. Me levanté y la llevé a la ducha para que se sintiera un poco mejor.
Me di la vuelta cuando noté que comenzaba a desvestirse. Aunque la conocía físicamente y aún recordaba cada pequeño detalle de ella, no deseaba hacerla sentir invadida. Escuché que se metió en la tina y cuando estaba a punto de salir del baño, me habló.
—Espera... —me detuve sin voltear a mirarla—. Quédate aquí... —escuchaba como si su voz se entrecortara y quisiera romperse a llorar. Ya no la amaba, pero recordaba lo duro que era para mí verla con los ojos llenos de lágrimas.
Me senté al lado de la bañera mientras la miraba de manera delicada. Trataba de leer sus ojos, pero estos parecían mirar a la nada.
—Sabes que, aunque esto es muy extraño, aún estoy para ti y debes entender que a pesar de los años, aún puedes confiar en mí—Ella giró su mirada hacia la mía y esbozó una sonrisa pequeña a pesar de tener el rostro un poco hinchado por llorar.
MORGAN
Había decidido no hacer caso a mis pensamientos intrusivos que solo me repetían cada una de mis inseguridades ante el amor, y siendo honesta, a este punto no estaba segura de si lo que sentía por Cauich era amor o solo la emoción de hacer algo que estaba prohibido, algo que estaba... ¿mal? Me gustaría poner mil excusas, pero la única que encontré fue la de enfrentar mi realidad dándome cuenta de que quizás para él no había sido algo tan importante.
Buscaba alguna serie que no hablara sobre amor o desamor. Tenía listas unas palomitas con mantequilla y una soda sabor manzana mientras buscaba alguna serie para entretenerme y creí haberla encontrado, pero al llegar a la mitad del primer capítulo me di cuenta de que describían a una chica que se parecía mucho a mí y a un chico que se parecía mucho a un ex que tuve hace algún tiempo.
Giré mi mirada hacia abajo y vi lo que más temía, algunas cicatrices en las piernas. Desvié la mirada y mejor apagué el televisor. Tomé mi teléfono y fui en busca de mi conversación con Cauich, quien se había conectado hace un par de minutos.
—¿En serio esto se había acabado o solo estás molesto?—me dije a mi misma mientras seguía mirando nuestra conversación.
Estaba segura de que me odiaría, pero tampoco podía quedarme de esa manera, así que comencé a escribir un mensaje.
D: Buenas noches, ni siquiera sé cómo referirme a ti. Solo me gustaría saber qué sucede con nosotros . Ojalá veas mi mensaje y sepas responder de la mejor manera. ;)
Arrojé mi celular a la cama, sintiendo un hueco en el estómago y con los nervios hasta los pies. Pero aunque me sintiera terrible tampoco podía quedarme con los brazos cruzados pensando en que debía insistir a alguien que tampoco quería hablar conmigo. Y entonces se escuchó el sonido que más temía en ese momento.
Una notificación.
Me acerqué para mirar desde la pantalla del celular y comprobar si era él, y en efecto, era él, en ella se miraba su nombre y su fotografía,Respiré hondo tratando de calmar mis nervios y abrí la aplicación.
No sabía que podría esperar luego de dirigirme a nuestros mensajes y leer el maldito texto que me habías enviado, pues un dolor punzante se hizo prénsente en mi pecho y las lágrimas de mis ojos salían desconsoladamente.
C: Buenas noches, señorita Morgan. Le recuerdo que soy un adulto y debe referirse a mí con respeto. Por ahora, será mejor que mantengamos una distancia, ya que preferiría que evitemos problemas. Cualquier problema que tenga con mi materia puede decírmelo en persona y con gusto lo resolveremos.
Me quedé completamente congelada y confundida por las palabras que me dijo. Esta mañana estaba molesto, pero ¿Tan malo fue lo que vi en la caja oculta que estaba en su oficina? No pensaba contarle a nadie, incluso esperaba el momento para preguntar y que fuera él quien con confianza me quisiera explicar.
Miré de nuevo la conversación para convencerme de que no me lo había imaginado. Fue entonces cuando noté que ya no podía ver su foto de perfil.
—Parece que...—hice una pausa mientras mi voz se cortaba—Me bloqueaste..
Mis ojos seguían derramando lágrimas como si fueran una tubería con una fuga infinita, los cerraba deseando dejar de sentir esa horrible sensación de cuando alguien te rompe en mil pedazos. A pesar de no querer imaginarlo, mil pensamientos cruzaron por mi mente, incluso ideas de cómo vengarme... ¿una demanda? No, eso sería demasiado.
Admito que, aunque no estaba segura de lo que sentía por ese hombre, sabía que algo me había herido profundamente, y no podía comprender por qué. Me recosté en la cama, sintiéndome agotada tanto física como emocionalmente. El dolor que experimentaba no era físico, sino una herida en el alma. Cerraba los ojos imaginándome acostada en un campo lleno de tulipanes de colores pastel, tratando de alejar de mi mente la imagen de los ojos de Cauich y cómo compartíamos momentos íntimos. Me sentía abrumada por la culpa y la confusión, el corazón parecía también llorar, pues por momentos dolores se presentaban como si también a él le dolería lo que estaba sucediendo, hasta que por el cansancio y el agotamiento termine cayendo en un sueño profundo del que deseaba con todas mis fuerzas, no poder volver.
Desperté abruptamente al sonido estridente de la alarma de mi celular, anunciando un nuevo día. Me levanté de la cama como un autómata, mi cuerpo reaccionando mecánicamente a la rutina diaria. Me dirigí al baño y empecé a prepararme, poniéndome el uniforme escolar sin siquiera tomar tiempo para desayunar y esto, al salir de casa, comenzaba a reprocharme, pues las náuseas se hicieron presentes poco después.
Caminé por la calle, sintiendo la brisa acariciar mis piernas, un recordatorio involuntario de las manos de Cauich, sacudí la cabeza y me di golpes en la frente para apartar esos pensamientos dolorosos.
Apresurado el paso, ansiosa por llegar a la escuela y dejar atrás esos recuerdos incómodos.
—Creo que este no es un buen día... —susurré para mí misma mientras me mantenía a una calle de distancia de la escuela. Pero antes de seguir el paso Cambié de rumbo, decidiendo en cambio ir al lago con la esperanza de encontrar algo de paz. Quizás podría comprar algo de pan para calmar mi estómago vacío ,mientras escapaba de cualquier tipo de enfrentamiento posible con Cauich y terminar llorando pidiéndole que vuelva.
Mientras caminaba en dirección contraria para ir al lago, noté miradas fijas de algunos chicos y chicas que de casualidad también llevaba el uniforme de la escuela, algo que antes no había percibido, pues aunque fueran de grupos más grandes parecía que fuera la primera vez que los viese. Aunque esto me incomodaba, estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para evitar a Cauich y su presencia, deseando en el fondo que este día transcurriera sin un encuentro con él.
Lindo día a todos ;)
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Hemmelig love
Teen FictionEn las páginas de "Hemmelig love" se despliega una cautivadora y dura historia de ¿amor? Tal vez... Una apasionada alumna es envuelta en un torbellino de emociones al descubrir que su corazón late al ritmo de un enigmático profesor en particular. Aq...