Ascenso y caída del hombre

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Después de que Dios modelara al primer hombre con el barro de la tierra, creó un lugar tan hermoso que parecía un sueño. Al este se extendía el Jardín del Edén, un paraíso lleno de vida y color. Un río majestuoso serpenteaba por este jardín dividiéndose en cuatro caudales: el Tigris, el Éufrates, el Pisón y el Gijón. ¿Serán los mismos ríos que conocemos hoy? ¡Quién sabe! es posible que los antiguos habitantes de la Tierra los hayan tomado prestados de este lugar en honor a aquellos ríos que nacieron en el corazón del Edén. Dios guio al hombre hacia este majestuoso lugar. Si pudieras viajar al pasado y ver cómo se veía la Tierra entonces, pensarías que has entrado a un mundo mágico de cuentos de hadas. Las colinas y montañas no eran escarpadas e inhóspitas, sino suaves y onduladas, cubiertas de verdor y plagadas de flores que perfumaban el ambiente con exquisitos aromas. Los árboles estaban cubiertos de parras cargadas de vistosos y aromáticos frutos, muchos de ellos superaban la altura y belleza a los más grandes del presente. El clima era suave y fresco, no existía la lluvia, más bien un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. En algunos lugares abundaban las piedras preciosas, el oro y la plata en la superficie. Era un paraíso donde la vida florecía en perfecta armonía, un reflejo del amor de Dios por su creación. El Creador condujo a Adán a un claro en el centro del jardín, allí sobre una colina se alzaban dos imponentes árboles. El de la derecha, su corteza era de oro puro, hojas de un hermoso color blanco escarchado en oro y el color de sus frutos rojo sangre. El árbol a la izquierda tenía una elegante corteza oscura como el ébano, hojas púrpuras y sus frutos turquesas. El Creador coloca al hombre entre esos dos árboles y le señala todos los que están alrededor.

_Mira, por toda la tierra yo te doy como alimento toda planta que da fruto y a los animales toda hierba del campo

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_Mira, por toda la tierra yo te doy como alimento toda planta que da fruto y a los animales toda hierba del campo. Siéntete libre de comer de todos los árboles del huerto _Luego señala al árbol a la izquierda y dice _pero de ese árbol, el árbol del conocimiento de lo que es bueno y malo tú no comerás, porque te aseguro que el día que comas de su fruto morirás. Esto es una prueba de obediencia hacia mí, de la desobediencia nace el pecado y del pecado la muerte. No hablo solo físicamente, tu espíritu se desconectará del mío y morirá (adormecerá) así que nos dividirá un enorme abismo.

_Lo entiendo mi señor así lo haré. ¿Pero Y qué hay de ese otro árbol? _ pregunta Adán señalando a el de la derecha. 

_Ese es el árbol de la vida eterna . Escúchame, e creado este lugar maravilloso para tu deleite, pero también deberás cuidar y trabajar la tierra que te e dado _el hombre asiente con la cabeza. 

Adán puso manos a la obra de inmediato. En este tiempo el hombre era muy distinto, podía ejecutar trabajos pesados por horas sin derramar ni una gota de sudor o pisca de cansancio, no dependía de herramientas más que sus propias manos, ya que poseía una gran fuerza o podría simplemente ordenarle a la tierra bajo sus pies que abriera una zanja y está obedecía. El hombre logró construir un cómodo refugio con una hamaca de fibra vegetal en el lugar donde comenzó a trabajar. Mientras trabajaba, Adán sentía una presencia misteriosa que le observaba. A veces, al levantar la vista, veía una sombra moverse entre los árboles, pero cuando se acercaba desaparecía sin dejar rastro. Cada mañana, los animales lo acompañaban en sus labores, trabajando en armonía con él. Las aves cantaban melodías alegres mientras él plantaba semillas. Un día en que Adán paseaba por el jardín conversando con el Creador, el hombre comenzó a observar y comparar con anhelo a las parejas de animales que comían, jugaban y se divertían juntas. El hombre comenzaba a sentir un vacío en su ser. El Creador observó esto y se dijo para sí.

Guerra De Espiritus/GénesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora