Lo que somos

158 17 1
                                    

Es extraño como llegamos a este punto, como un día me ignoras por completo y al siguiente estás en mi departamento llorando por la persona que te dejo. Simplemente me sorprende como haces trizas mi corazón y al siguiente segundo segundo buscas mi consuelo. Es insólito escribir esto mientras el carismático y alegre Oikawa está llorando en la sala de mi departamento.

Si debo culpar alguien por lo que haremos te echaré toda la culpa, diré que me engañastes con tus dulces palabras, que usaste tu estado para convencerme, que lo permití porque quería ayudar. Si te pregunta a ti por qué permitiste que sucediera, dirás que aproveche tu estado, que todo fue un engaño de mi parte, que juego bien mi papel y que estoy mintiendo. Pero ni tú ni yo nos preocupamos por eso, porque ambos sabemos que lo nuestro no es nada, que la gente ni siquiera es capaz de imaginarnos uno al lado del otro.

Tal vez porque no te burlas de tu amante, no menosprecias a quien te consuela en tus peores noches, no minimizas las acciones de alguien tan importante, aunque eso sea secreto, aunque nadie sepa sobre mí, tal vez porque nadie se queda con quien lo trata así frente a la multitud y solo lo quiere cuando no hay nadie mirando, las personas no ve quimica entre nosotros, somos dos desconocidos que no se hablan, que se ignoran mutuamente, de quien te diviertes reir, a quien prefiero ignorar y llamar insoportable.

Nadie puede pensar en ti y en mí al mismo tiempo, menos en un contexto romántico, aunque eso es lo único en que tienen razón. Nosotros, eso no existe, no soy alguien a quien ames, de quien tengas algún sentimiento agradable, me usas y yo lo permito porque me has convencido que es la única manera de recibir aquello de lo cual todos son privilegiados.

Estar aquí no tiene sentido, ver tu mirada borrosa por las lágrimas, pero sedienta de locura, de placer, de tristeza oculta en lo profundo de tu ser. Si alguna vez dije que te ame, ahora estoy seguro que eso fue una mentira, porque realmente solo quiero hacerte sufrir como tú lo haces conmigo y eso, sin duda no es amor.

Te acercas, mi mano tiembla, y no importa lo que sienta, lo que pienso, si esto es incorrecto, ambos sabemos lo que sucederá, la escena se repetirá una vez más, es casi imposible saber que ya sucedió y que está pasando, tus movimientos son los mismo, tu mirada, tu caricia en la misma zona, y sé que todo lo que está a punto de suceder es tu culpa, tú me empujas, me llevas al límite, juegas con mi mente, manipulas mis acciones y palabras. Es tu culpa que me arrepienta de esto y que, en el momento en que vuelvas a tocar mi puerta yo lo volveré a permitir.

...

Siento el toque fantasma de tus dedos arder en mi piel, tu agarre firme e inseguro, el movimiento tosco de tus labios crueles arrebatando mi aliento, te he ido a buscar con la esperanza de que estuvieras cerca, iluso de mi parte, porque eres como un ladrón que roba algo importante y desaparece a los segundos, sin embargo, tú comentes el mismo error de siempre, el cual es volver y yo dejar abierta la puerta para que puedas robar.

Odio esto, odio no poderte odiar, dudar que algún día lo haga, sentirme menos sin ti, sentirme todo con las migajas de tu falso cariño, seguir cayendo ante tus falsas palabras de amor.

Fingir que te creo cuando sé la verdad.

Dime, ¿en qué momento nos convertimos en esto? En esto que no puedo ponerle nombre.

¿En qué momento dejar nuestra tristeza y coraje en la piel del otro fue llamado un acto de consuelo? ¿En qué momento nos destruimos?

Pero eso ya no importa, ya no siento esa intensidad de correr detrás de ti, no se ha ido, pero es menos fuerte que antes, supongo que después de tantos meses, de pensar hasta no poder dormir, de llorar sin derramar lágrimas, mi corazón que siempre es abandonado ya esta preparado para dejarte atrás.

Porque esto no es eterno, ni siquiera algo que tuvo que pasar, solo fue la casualidad llena de intención en una noche de dolor.

—¿Qué somos? —te pregunto, esperando tu respuesta, algo que aclaré mi mente y me traiga paz.

—Lo que somos, no somos nada —es tu respuesta con tanta alegría que parece mentira, pero ese fue el único momento en que fuistes sincero.

Pero sigues volviendo, yo sigo abriendo la puerta, te permito pasar y, todo vuelve a suceder.

Lo que haremos es tu culpa, lo que hicimos y lo que seguimos haciendo, también lo es.

Si la escena se repite es tu culpa, si las caricias se quedan grabadas en mi mente, si tus besos arrebatan mi aliento, si tu dolor deja marcas, si yo decido dejar evidencia.

Estoy cansado de ver la misma escena todo el tiempo, cansado de esto, de querer algo imposible y de que tú me des falsa esperanza de un día conseguirlo.

Pero de nuevo, si vuelves a tocar mi puerta yo te dejaré entrar, si volvemos a cometer el mismo crimen seguiré siendo tu cómplice, aunque a la mañana siguiente ya no estés, aunque me uses y te vayas.

Aunque solo sea la segunda opción que siempre dejas atrás.

Torre de Italia [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora