—La chica suele ir a la cafetería al otro lado del pueblo —informó Verona tras colgar el teléfono—. Es una tienda de café más moderna, es un sitio de ocio para los mayores de veinticinco.
Edward la escuchaba mirando la lluvia por la ventana de la cocina. Era el segundo día que estaban allí y por fin las amenazantes nubes dejaron caer las gotas. Le pesaba la idea de tratar de conquistar a una mujer cuando ni siquiera pudo decirle a su humano lo que sentía.
Recordó los primeros meses en los que el niño se familiarizó con los pasillos y el jardín gracias a Edward. La idea era que pudiera correr a su máximo nivel y que Edward captara sus movimientos y cercanía sin mirarlo, solo con los dones de vampiro. Pero el pequeño era muy previsible y eso le ponía de los nervios. Ni se llegó a plantear que aquel niño de siete años le cambiaría la vida en un futuro próximo.
—Ha hecho un buen trabajo nuestro contacto al no perder de vista a esa gente —continuó Verona—. No se dará cuenta de lo que eres porque no tiene los genes lobunos de su hermano.
—¿A qué hora? —preguntó apartando la vista de la lluvia lentamente.
—Sobre las cinco, anochece pronto y debe volver a la reserva. No te ofrezcas a llevarla.
—Ahórrate los comentarios innecesarios —comentó con una mueca divertida—. ¿Hasta cuándo va a quedarse?
—Supongo que hasta que su hermana dé a luz. Podríamos convertir al bebé y hacer que sus genes lobunos no se desarrollen y nuestra ponzoña le haga un verdadero vampiro. No sería considerado un niño inmortal si nace de una humana.
—No quiero al sobrino del alfa.
—Bueno —Verona golpeó la mesa enarcando una ceja diciendo lo que pensaba sin hablar—, los engendrados con esta hermana también serán sobrinos del alfa. Un jefe de la tribu tío de una camada de vampiros, me encanta.
—Hablando de camadas. Istria comentó que en una podían nacer quince vampiros, pero eso es en términos entre vampiros. Una humana dudo que pueda engendrar más de dos.
Verona se mordió el labio dándose cuenta del error al no haberse percatado de ello. Las humanas tenían hijos de uno en uno y si la convertía antes debía esperar unos años para que fuera fértil como vampira.
—Tienes razón. Además, ese niño medio humano tardará años en crecer salvo que... —Sonrió recordando algo.
—¿Qué estás tramando?
—Acelerar el crecimiento del feto.
—¿Qué? ¿Cómo se puede acelerar el crecimiento?
—Piensa, Edward, estamos en Forks. Una tierra mágica que te permite aguantar más sin alimentarte, no llevar la tierra de tu tumba encima no supone morir a no ser que alguien la robe, tu olfato y tu visión se agudizan. Podemos usar el poder de Forks y los dones de un vampiro para ello.
—¿Insinúas que beba mi ponzoña a los días de concebir?
Pensó en los baños que hacía Istria en los huevos que colgaban del techo en una habitación húmeda y fría del palacio. Le prohibía dejar las puertas y luces encendidas porque eso los pudrían y mataba al feto. Embadurnarlos en ponzoña era crear una capa de protección que les otorgaba vitaminas y fuerzas. En ocho semanas el huevo gelatinoso y verde se rompía dejando salir a un pequeño vampiro de orejas puntiagudas y pálidas que se establecían en unos días. Verona, acompañada por hermosos niños que aparentaban entre seis y nueve años, los guiaba a aprender a cazar pocos días después del nacimiento. Al principio eran ellos los que les llevaban la cena al palacio. Los monjes sabían cómo acabar con ellos y los envenenaban mucho antes que a los adultos.
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El legado de Forks
FanfictionComo heredero del vampiro más temido de todos los tiempos debe cumplir con su última voluntad, ocupar su lugar y recuperar el territorio que les perteneció hace años. Ese lugar llamado Forks supone un aliado para sus poderes. No será necesario lleva...