—Serva ¿Por qué le dijiste a la directora que no te ataqué con intención de hacerte daño?— quise saber.
—Es lo que pasó— contestó sin levantar la mirada de su cuaderno.
—Sí, pero quiero saber por qué— insistí— bastaba con que le dijeras que te había atacado y me habrían expulsado ¿Por qué te tomaste la molestia de defenderme?
Ella cerró el cuaderno y me miró como si quisiera degollarme ahí mismo. Nos quedamos un par de segundos inmóviles, tensas.
—Porque no me interesa que te expulsen— aseguró.
Dejó el cuaderno de lado, tomó el libro y lo abrió.
—¿Y por qué me salvaste?— quise saber— me dijeron que mataste a cinco personas para hacerlo.
—Déjame hacer la tarea.
—Serva, necesito saber. Necesito... entenderte. Sé que no te caigo bien, sé que preferirías que no estuviera aquí, molestándote, es solo que...
—Yo no dije eso.
—¿Eh?
—Es verdad que no me gustas, pero encuentro preferible que estés aquí. Eres...— se tomó un par de segundos para buscar la palabra correcta— divertida.
Abrí los ojos de par en par.
—¿Te parezco divertida?— repetí atónita— pensé que era una molestia para ti.
—Y lo eres, en muchos aspectos— cerró el libro y por fin me miró a la cara— crees que eres lo mejor de la red de mundos, que todos deberían hacer lo que tú dices, que tu manera de hacer las cosas es la correcta y que los otros no hacen nada bien. Odio eso de ti... pero te veo conversar con tus amigos y me pregunto...
Se detuvo. Su cara de sorpresa me indicó que no había esperado hablar tanto. Al final se sacudió la cabeza como para quitarse lo sociable.
—El cansancio me está afectando. Voy a dormir.
—¡Espera, solo un poco más!— le rogué— ¡¿Qué ibas a decir?!
Me puse de pie, exaltada. Serva me miró con desagrado.
—Nada.
—¡Debe ser algo importante!
La tomé de la muñeca, ella me hizo el quite y me miró con el ceño fruncido. Sus ojos rojos me hicieron estremecer, pero le mantuve la mirada para hacerle ver que yo también era una persona, con pensamientos y sentimientos y experiencias, tanto como ella. A veces la gente necesita que le recuerden eso.
Ella bajó los ojos, se sacudió de nuevo y suspiró. Luego se dirigió a la ventana para mirar afuera.
—Es solo que no te entiendo— me espetó— tienes una múnima, tienes un gran talento para animatecnia, pero tu actitud no es la de una guerrera o una asesina. La mayoría del tiempo pareces... bueno, pareces una niña indefensa ¿Cómo es posible que alguien como tú pudiera llegar a mi nivel? No me lo explico.
—¿Estoy en tu nivel?— dije extrañada.
—¡¿Cierto que es raro?! Por un momento, en esa base de la mafia, intenté matarte. Solo fue por unos segundos, pero lo intenté, y no pude. Repeliste cada uno de mis ataques y hasta conseguiste contraatacar. Yo aún soy más fuerte, pero tú estás cerca, más cerca de lo que había esperado. Pero eres una chica indefensa, una tonta, una inocente chica normal... o eres muy buena engañando a la gente.
—Puedo actuar bien, pero nadie puede fingir ser otra persona por tanto tiempo— le indiqué— los trazos de la personalidad verdadera van apareciendo debajo de cualquier máscara. Soy lo que ves, Serva.
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La Helada Garra de la Muerte
AventuraSecuela de De las Sombras al Corazón. La Helada Garra de la Muerte continúa la historia de Liliana poco tiempo después del final del libro anterior. Esta vez, deberá probarse y entrenar para convertirse en una sombra.