20. No todo está perdido

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Sentada rodeada de monjes, cantos, incienso y una voz tranquila que con calma intentaba guiarla a un estado de conciencia relajado y profundo. ¿Cuántas veces había pasado por eso ya? demasiadas para recordar, no iba a funcionar, pensaba ignorando la apacible voz que pretendía otorgarle la clave para la meditación por más de un año había intentado alcanzar.

- Se durmió. - Murmuró Gyatso al cabo de unos minutos.

- Siempre es lo mismo. - Asintió Laghima.

- La meditación y espiritualidad no es uno de los puntos fuertes del Avatar Korra. - Sonrió Asami sin mostrarse sorprendida ante la evidente falla de la ojiazul en alcanzar un estado meditativo consciente.

Al medio día Eclipse comía al lado de la ojiverde, dentro de su choza, Asami consumía sus alimentos tranquila sin mostrarse insatisfecha con los resultados de la mañana, pero eclipse no podía dejar de reprocharse a sí misma por fallar tan terriblemente frente a la joven forastera. ¿Cómo se suponía que iba a recuperar su memoria si cada vez que intentaba buscar ayuda espiritual se quedaba dormida? Y lo que era aún peor, tanto los monjes como Asami le habían permitido dormir hasta el mediodía cuándo el sol se volvió demasiado molesto para continuar con su cómoda siesta. Resultaba demasiado humillante, solo los niños gozaban de semejantes privilegios.

- No funcionará, no importa cuánto lo intente. - Bufó. - No lograré meditar y mucho menos entrar al mundo espiritual. - Añadió antes de rellenarse la boca de arroz y verduras cocidas.

- Ya lo lograste en el pasado, lo puedes volver a hacer. - Asami sonrió. - Una vez me dijiste que la meditación había sido lo más difícil de dominar durante tus entrenamientos con el Loto Blanco.

- Ujh. - Resopló, lo que acababa de escuchar significaba que su falta de interés en las cosas espirituales no era algo nuevo... de alguna manera eso tenía sentido. Meditar se sentía demasiado extraño; estar quieto sin hacer nada parecía un completo desperdicio de tiempo, era algo inevitable, lo sentía en cada fibra de su cuerpo, aquello simplemente no era algo que se le diera de forma natural. Al menos ahora sabía que el Avatar Korra compartía la misma forma de pensar.

- A todo esto. He estado pensando; con todos los entrenamientos, meditaciones y actividades que he estado haciendo. - Dudó, no quería sonar pesimista, pero el sentimiento era obvio y la respuesta podía estar oculta en su pasado. - No he encontrado algo que me apasione, nada como Ikem o Shoji que lucen contentos pescando o arando la tierra, o como tú cuándo haces mil preguntas y te das el tiempo de aprender algo por medio de otras personas, o libros. - Pausó ¿Asami conocería la respuesta a su pregunta? suspiró, igual no había nadie más a quién preguntarle. - ¿Qué era lo que el Avatar Korra disfrutaba hacer? - lanzó la pregunta de forma apresurada en un intento por amainar la vergüenza que sentía al no conocer una respuesta tan personal.

Los ojos de Asami se abrieron grandes antes de cambiar su expresión por una sonrisa y un ligero meneo de cabeza. - Le gustaba combatir. - Afirmó. - Le gustaban las competencias, medir sus habilidades físicas con las de los demás. - Añadió luego de darse un poco más de tiempo para pensar.

- Espera... espera. - Comenzó a negar con la cabeza. Desde enterarse que ella era el Avatar había dejado de preguntar sobre su pasado, pero con lo que sabía le bastaba para encontrar unas cuantas cosas que parecían chocar con la narrativa de lo que el maestro de los cuatro elementos debía ser. - Dijiste que yo llegué a liderar a un grupo rebelde. - Intentó orientarse.

- Si. - Asintió con serenidad antes de llevarse una cucharada de arroz a la boca.

- Y dijiste que peleaste en un coliseo rebelde a mi lado. - Respiró hondo y exhalo lentamente intentando dejar de lado las crudas imágenes que habían quedado en su mente luego de leer la última carta que Piandao le había hecho llegar.

Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora