Uno

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La doctora tenía una mueca, mirando a los padres, estos no decían nada, solo se miraban entre sí. Tenía un lapicero en mano, anotando cada cosa sobre el diagnóstico. Había un silencio un tanto incómodo, nadie hablaba y lo único ruidoso era una joven jugando con el piso.

La doctora miraba a los padres, éstos no decían ni una palabra, eran completamente mudos en ese momento, eso fue disgusto de la doctora. De un momento la doctora hace un sonido ahogado con la garganta, acomodándose en la silla.

— Por lo que veo, va bien. Los diagnósticos no muestran nada fuera de lo normal; han estado evitando las alergias, eso es bueno.

Los padres no dijeron nada, pero emitieron una sonrisa, la mitad de una, a penas y sus labios se movieron, la doctora noto eso. Volvió a toser, un poco más fuerte, llamando la atención de los padres.

Dejo los diagnósticos por un lado, cruzando sus manos en par para acercarse al escritorio, al parecer un tanto molesta. Suspiró profundamente.

— Y díganme... ¿Cómo va su educación? ¿Ella asiste a alguna academia?

— No. Alex recibe educación en casa. Llega un maestro a nuestra casa a enseñarle las materias.

El padre intervino rápidamente, su esposa solo lo miro, lo miro sutilmente, luego desvío la mirada. La esposa no quería mantener una conversación dirigible con la doctora, no quería hablar en ese momento.

— Sería mejor si su hija asiste a una academia o escuela, la educación en casa no es la mejor, si es que quieren que ella tenga un buen futuro. Yo les recomendaría que ya asista a una institución.

— No, no hace falta.

Intervino rápidamente la madre, mirando con enfado a su esposo y a la doctora. Se cruzó de brazos y bufó.

— ¿Para que mandarla a una academia? Es igual que la educación en casa. No quiero pagar demasiado solo porque una doctora me lo dice.

— Cariño...

La madre volvió a soltar un bufido de molestia, desvío la mirada hacia la ventana, mirando el exterior, cómo si se perdiera a la vista del paisaje.

La doctora volvió a suspirar, miro al esposo y volvió a suspirar. El ambiente era pesado para la doctora, incluso empezó a sentir dolor de espalda.

— Miren, ella necesita salir del ambiente de su casa, no es un animal para tenerla encerrada para siempre. Ella en algún momento tendrá que salir, y no podemos esperar a que se prolongue.

Si la quieren, deben entender que ella no podrá vivir toda su vida en su hogar, era de esperar que pasara esto, es normal. La alergia no la va a matar.

— ¿Usted cree eso? En nuestra casa...

El padre no termino la oración, se quedó callado, casi inmóvil.

La esposa por un lado, seguía viendo a la ventana, con el ceño fruncido, los nudillos de sus manos estaban marcados. Hubo un silencio algo incómodo, pero fue rompido por el suspiro de la madre.

— ¿Que academia nos recomienda, doctora? Quiero su opinión.

— Si me lo pregunta, no sabría decirle con exactitud, hay muchas buenas academias aquí en Londres, muchas; y muy buenas.

Pero si, hay una muy buena en mi opinión. No está tan lejos de Londres, pero tampoco está tan cerca. Se llama Academia Bullhend L.I

Es buena academia, según tengo entendido, es muy buena con sus estándares de seguridad e intelectual, y su hija puede asistir ahí.

El padre y la madre se quedaron callados, al parecer la madre estaba pensando, el padre solo esperaba la respuesta de su mujer. Luego de unos largos segundos en completo silencio, la madre se enderezó; se acomodó de la silla y habló.

— Bien. Su descripción es buena, ya había escuchado sobre ella, no pensé que fuera muy famosa. Creo que me han convencido.

El padre quedó en silencio, algo sorprendido, asintiendo con la cabeza. El señor no era de muchas palabras al igual que su esposa, pero por otra parte su hija era otro cuento.

Y con eso concluyó, la doctora se despidió de los padres junto a la joven; con un apretón de manos a los tres.

El día transcurrió con normalidad, aún que para la madre fue un día muy sofocante, no quería mandar lejos a su hija, pero ya tampoco la quería cerca, quería vacaciones.

Por otra parte el padre estaba muy inseguro, no sabía que podría pasarle a su hija en ese instituto, pero quería lo mejor para sus estudios, y si la tenía que mandar lejos lo haría. Él la amaba.

Alex por su parte, estaba muy concentrada en su lectura, pues siempre se la pasaba leyendo, esa era la única forma de salir del ambiente tan espeso y aburrido de su día a día. La lectura y el dibujo, junto a la música eran su único lugar seguro, sentía que era el único lugar donde podía escapar de su aburrida vida. Aunque apreciaba esa vida aburrida, ella misma se apegaba a lo que no quería.

Alex era muy insistente con su padre, ella soñaba con irse a una academia o una escuela, donde podría aprender mejor, mejor que con un solo maestro que no enseñaba ni la mitad de su conocimiento. El padre lo sabía, sabía que ese era uno de los sueños de su hija, salir y nunca volver. Aunque sus miedos eran más grandes que sus sueños.

Y así transcurrió el día, tan sofocado y a la vez tan aburrido, tan aburrido que la madre tuvo una plática con su esposo esa misma noche, aceptando los para que su hija por fin asistiera a una academia de verdad, quería que ella conociera el mundo del estudio y todo lo demás, era algo que ninguno de ellos iba poder ofrecerle.

Y si eso era abandonarla y nunca verla.

AlergiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora