14.- Frustrar un Atentado Especial (6/6)

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Salté desde mi escondite con mi guadaña entera en mano, inserté una garra en el piso para darme vuelo y eché a correr a toda velocidad; esquivé láseres y corté soldados en mi carrera, sin detenerme ni un momento. Mi mundo se volvió un conjunto de proyectiles a esquivar, enemigos a cortar y pasillos por donde correr. Todo lo que estuviera más allá ni siquiera alcanzaba a pasar a segundo plano, simplemente no lo registraba; todo mi mundo era mi Nube a mi alrededor.

Sin embargo, de pronto un punto apareció en mi mundo, un punto a lo lejos que se acercó rápidamente. El mundo exterior volvió a mi realidad. Había muchos cuerpos en el piso, poca luz.

-¿Qué le pasó a la luz?- me pregunté.

"La mayoría de las linternas están bocabajo en el piso, por eso hay menos luz en general" me indicó Brontes "más importante, deberías huir ahora".

Podía sentirlo, Trenak se nos acercaba como un auto de carreras. Sentía su múnima cada vez más intensamente. Apenas tendríamos unos segundos.

Esquivé el láser de un soldado a mi espalda y busqué a Cecil con la mirada. No había tiempo.

-¡A la salida! ¡Ahora!- grité.

No lo encontraba. No sabía dónde estaba Cecil, quizás no tuviera tiempo de huir. Quizás yo no tuviera tiempo. Noté a los soldados que quedaban, acercándose a la salida para bloquearla. Ellos tampoco lo habían ubicado.

-¡Quizás puedo abrirle paso!- pensé.

Eché a correr hacia ellos, corté a uno, luego a otro, solo quedaban dos. Me apresuré hacia el tercero, al cortarlo noté a Cecil corriendo detrás de mí hacia la salida.

-¡Bien, quizás tengamos una posibilidad!

Me giré hacia el cuarto soldado, pero en ese momento una mano grande y roja lo agarró de la cabeza y lo hizo a un lado. Trenak se lanzó hacia mí con la fuerza de una avalancha. Me bateó su espada, lo único que alcancé a hacer fue bloquearla con Brontes.

La fuerza del golpe me mandó a volar por el espacio de la tienda, varios metros, hasta un grupo de maniquíes. Los derrumbé y me desplomé sobre ellos. Adolorida, me puse de pie y me preparé para recibirlo de nuevo. En esta ocasión no tenía la ayuda de Serva, no veía forma de salir parada de ahí.

Trenak caminó relajadamente hacia mí, con media sonrisa asomándosele por la cara. En su mano derecha llevaba su enorme espada, la manejaba tan fácil como un ramo de flores.

-Sabía que te volvería a ver algún día, Flor- me espetó- pero ese no es tu verdadero nombre ¿O sí?

-Si nos dejas ir en paz, me puedes llamar como quieras- le espeté.

-Vamos, no seas así ¿Cómo te llamas en verdad, niña?- inquirió.

Tomé un respiro. Esa conversación me estaba dando tiempo para recuperarme.

-Me llamo Andrea- dije- Andrea Poliast.

Era el nombre de un personaje que había leído en un libro.

-Muy bien ¿Y qué querías hacer en la nave de mi señor, Andrea?- inquirió Trenak.

Busqué a Cecil con la mirada, pero no lo encontré. Me pregunté si habría conseguido huir.

-¡Ni siquiera sé quién es tu señor!- alegué- Mira, te juro que no pensaba hacerle nada a nadie ¿Por qué no me dejas ir y...

Pero Trenak me cortó con una risotada.

-¡¿Después de lo que hiciste en mi base de operaciones?!- alegó- ¡¿Después de que me humillaras así?!

La Helada Garra de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora