↬Nota: Si queréis pueden colocar la multimedia, le da mas ambiente al capitulo. Sin mas, disfruten la lectura.
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La chica respiraba agitadamente, sentía el pulso en sus oídos y una sutil caricia del viento en su mejilla le hizo abrir los ojos encontrándose con una estancia vacía y silenciosa, Agatha volteo a todos lados, paseando sus fanales marrones hasta que de repente sintió como algo le rozaba la pierna; con miedo miró rápidamente y no encontró nada, sin embargo, volvió a sentir una leve caricia en su brazo. La delfiense percibió un pitido en su oído y con agilidad se giró tomando con brusquedad lo desconocido, se sorprendió, cuando notó entre su mano una delgada y brillante cinta roja que resaltaba en aquel espacio negruzco.
—¿Que es esto?— Pregunto a la nada, escuchando como su voz resonaba en la estancia.— ¿De dónde salió esto?
Con curiosidad tiró un poco de la cinta y se detuvo al instante cuando se percató que un extremo se encontraba atada a su dedo meñique, ladeo la cabeza con extrañeza fijándose además que la cinta seguía extendiéndose un poco más allá. La chica de tez trigueña trago grueso, tomando con delicadeza entre sus manos el listón comenzó a seguirlo, percibió que en algún punto del recorrido daba vueltas en el mismo lugar, pero siguió adelante.
El color negro poco a poco se fue aclarando, Agatha parpadeo hasta que sus fanales se acostumbraron a aquellos exóticos matices lilas que emanaban de las ruinas de un templo. La muchacha se detuvo a los pies de las escaleras, sus ojos marrones estudiaron la estructura encontrando grietas en algunos pilares roídos por el tiempo, en lo alto del templo notó con extrañeza algunos halos rosáceos junto a los singulares jeroglíficos que daban al lugar un aire de misterio.
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Agatha subió unos cuantos peldaños cubriendo con la mano alzada aquella brillante claridad que bloqueaba la visión del más allá. Una estancia algo lúgubre y oscura que apenas era iluminada por la luz que se filtraba del exterior, Agatha camino con cautela notando que el hilo rojo se extendía aún más que anteriormente, por lo que afianzando el agarre lo siguió antes de percibir tenuemente un raro canto salido de la nada, en ese momento no lograba descifrarlo por completo.
La delfiense se encaminó por los pasillos sin prisa hasta que se detuvo de improvisto frente a un corredor silencioso, sus ojos se fijaron que el listos seguía hasta perderse en la estancia oscura de aquella puerta, dio un paso; sintiendo su corazón desbocado antes de que una ráfaga de viento trajera consigo una luz dorada que baño la estancia de aquel antiguo monumento, los pilares, el alrededor iluminado donde descubrió que la mayoría de todos los adornos era en oro, los pisos de un tono blanquecino donde su reflejo se podía apreciar y del techo caían finas láminas color doradas, hasta ella misma emanaba un tenue fulgor.
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