Una pila de pergaminos y cartas aun sin revisar se encontraban sobre la mesa iluminada por una antigua lampara a gas. El sitio que compartían era reducido, así que se apañaban para encontrar espacio en su desordenado entorno y poder estar cómodos al mismo tiempo.Todas las tardes Laurens ordenaba las decenas de hojas que su amigo dejaba en toda superficie que tocaba, verdaderamente escribía como si se le fuera a acabar el tiempo. Le encantaba verlo escribir, tan enfrascado en las palabras de su pluma que no notaba el paso de las horas ni aquello que sucedía a su alrededor. Durante horas se sentaba junto a él y escribían incansables ensayos acerca de la esclavitud.
Esta era una de esas noches. Hamilton y Laurens se encontraban sentados al escritorio que compartían en su tienda de campaña, la libertad de los esclavos no llegaría sola, que su trabajo no cesaba. Alexander levantó los ojos de la hoja en la que escribía y vio al de ojos verdes frente a él, su cabello rizado se encontraba recogido en una desordenada coleta y algunos de los mechones caían sobre sus pecosos pómulos, su ceño se encontraba algo fruncido mientras la mano que sostenía la pluma se movía rápidamente sobre la hoja.
John notó que Alexander lo estaba observando y paró de escribir durante un momento, levantó la mirada, colocando algunos de los cabellos que se habían soltado de la coleta detrás de su oreja para luego apoyar su mano sobre el escritorio.
-¿Por qué me miras, Alex?-La voz de Laurens salió de sus
labios en un dulce tono. El otro observó la expresión de geniuna confusión en el rostro de Laurens un momento más para luego colocar su mano sobre la de este y darle un -Lo lograremos, John, Te lo prometo.- Su tono estaba cargado de sinceridad,
El de cabello rizado sintió como el calor subía por sus mejillas mientras retiraba su mano de la de Hamilton y bajaba la mirada. Estos gestos no pasaban desapercibidos ante los ávidos ojos de Alexander, el rubor en las mejillas del otro cada vez que lo tocaba o como esos orbes verdes lo seguían cuando pensaban que no eran vistos.
Apenas había pasado su mirada en aquel chico en el bar, se había sorprendido de su belleza. Luego le demostró que además de eso poseía ideales, que era inteligente. Mucho más de lo que algunos querrían aceptar. Había entablado una amistad estrecha con el muchacho rápidamente, tal vez demasiado estrecha. Cada día que pasaba la tensión entre ellos crecía y la paciencia de Alex disminuia. Estaba seguro de que Laurens quería esto tanto como él.
El de ojos verdes volvió a tomar la pluma y, en un intento de ponerse más cómodo en su silla, movio sus piernas debajo del pequeño escritorio, pegandolas a las de Alexander. Se removió incómodo ante el contacto, intentando mantenerse a la mayor distancia posible de este.
Se encontraban en absoluto silencio ahora, ambos con las plumas nuevamente en la mano. Mientras John trataba desesperadamente de no pensar en lo que deseaba, o más bien, a quién, el caribeño pensaba cual sería la reacción del otro si tomaba la acción en sus manos.
Lo único que se escuchaba en la pequeña tienda eran las voces de los soldados retirandose afuera, el constante golpeteo de la suela del zapato de John contra el suelo acompañado del tranquilo sonido de las plumas rozando contra los papeles que tenian en frente.
Ya no aguantó más. Apenas ese pensamiento se instaló en su mente, Alex acercó deliberadamente su pierna derecha a la de Laurens hasta que las dos se tocaron, podían sentir el calor que irradiaban y aunque el mayor se dejó disfrutar de ese pequeño contacto con el caribeño por un tiempo, intentó moverse del mismo. No vio en qué momento Alexander había soltado la pluma pero pudo sentir cuando su mano derecha se posó en su rodilla, manteniendolo donde estaba.
Laurens dejó lo que estaba haciendo para clavar sus ojos en Hamilton, quien lo miraba fijamente con la mirada en busca de alguna señal negativa por parte del más alto. Al no encontrarla, una chispa se encendió en sus ojos oscuros.
Subió la mano que tenía en la rodilla de Laurens por su muslo, acariciando lentamente con sus dedos la zona. Escuchó como Laurens intentaba mantener su respiración calma mientras sus dedos subian un poco más por su piema.
Sin ninguna advertencia, el cálido tacto abandonó a John, que abrió de golpe los ojos que no se había dado cuenta que habia cerrado. Hamilton se levantó de su asiento y se dirigió hacia él, deslizandose agilmente sobre su regazo hasta encontrarse sobre el con una pierna a cada lado de su cadera.
Sus ojos se encontraron nuevamente, los colores apenas visibles alrededor de sus dilatadas pupilas. Las manos de Alex subieron hasta su cabello, soltando la coleta que los sostenía y haciendo que estos cayeran en casclos labios de Alexander escapó un pequeño gemido cuando, al enredar sus dedos entre los rizos del otro, este profundizó el beso, explorando su boca con la lengua. Dios, cuanto necesitaba esto, cuanto necesitaba a Laurens.
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Sinner // Lams
FanfictionSentirse cómo se sentían era una equivocación ¿Actuar sobre esos sentimientos? Eso era pecado