Capítulo 15

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                                    Daniela

—Debería dar una vuelta y hacer contactos—, le dije a Lucas, terminando mi whisky.

Una parte de mí tenía miedo de lo que pasaría si María José volvía y veía que la única persona con la que estaba hablando era mi propio mejor amigo. Ella no se quedaría callada, no lo dejaría pasar y simplemente sería una oportunidad para decir un par de verdades que yo prefería evitar.

Pero otra parte de mí quería cambiar el tema, no quería que mi amigo supiera lo vulnerable que me había vuelto cuando se trataba de esta mujer que apenas conocía.

—Habla con ella—, dijo, señalando a una mujer con un vestido negro que le subían los pechos de una manera que parecía incómoda.

—Es reportera de Miami Today, y siempre escribe favorablemente a sus entrevistados.

—Gracias—. Este no fue claramente el primer rodeo de Lucas. Era mucho mejor que yo para chismorrear, poniendo su mejor cara hacia adelante, como lo llamaría María José. Caminé hacia la reportera que me había dicho con la que hablara, y me aclaré la garganta.

Ella sonrió y se presentó, sabiendo exactamente quién era yo. Se inclinó hacia mí cuando habló y respondió a mi encanto. Ese si era mi campo.

No estábamos coqueteando, ella tenía la edad suficiente para ser mi madre, pero las mujeres de cualquier edad o apariencia se apresuran a calentarme. Por lo menos podía utilizarlo a mi favor, aunque estaba claro que tenía mucho que aprender sobre el resto de cómo causar una buena impresión en la gente.

Después de un tiempo, nos llamaron al Salón de Baile de Villa Cruz en el tercer piso para los discursos de donación. Los invitados subieron las escaleras lentamente hasta que todos entraron.

Las puertas de la terraza estaban abiertas, y una cálida brisa entró por ellas, haciendo circular aire fresco.

Alguien me tocó el codo, María José apareció a mi lado.

—Parece que te va bien—, dijo.

—Bastante bien, creo.

—He hablado con un par de personas, he averiguado cuánto están donando. Así que esto es lo que tienes que hacer: Tienes que subir y dar un discurso sobre tu donación.

—¿Qué?— La miré, alarmada. —No hablo en público.

Ella agitó la cabeza. —Vas a tener que pararte ahí al frente y contrarrestar la mala publicidad que has estado recibiendo con algo bueno. Una simple donación no será suficiente.

Moví la cabeza en forma negativa. Había asumido que iba a escribir un cheque y dejarlo en algún lugar, caja o con alguien encargado, solo eso, nada de hablar frente a un montón de personas deseosas que me equivoque.

—¿Qué se supone que debo decir?—, pregunté.

—Diles que es para pagar a la ciudad por tu comportamiento. Pero dilo de una manera mejor. Tus propias palabras. Sé que las tienes dentro de ti. Y no hagas una pequeña donación. Cualquier cosa menos de cincuenta no será suficiente.

Cincuenta mil dólares. No era mucho, comparado con el dinero que tenía. Pero la idea me molestaba.

Parpadeé. —Esto es como una multa, entonces—, dije. —Pagándoles para que me limpien la imagen.

María José, puso su mano en mi brazo. Su piel estaba caliente, incluso a través de mi chaqueta.

—Es un buen primer paso, Daniela—, dijo. —Confía en mí.

Amor en Juego (Adaptación Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora