CAPITULO CUATRO - PRIMER MOMENTO VERGONZOSO

112 15 5
                                    

CARMEN

El trabajo en la hamburguesería es, con diferencia, el mejor que he tenido desde que llegué a Granada. En primer lugar, tengo un contrato de jornada completa, por lo menos hasta que comience con la facultad, en segundo lugar, me pagan conforme convenio y nos repartimos las propinas entre todos, lo que hace que mi nivel adquisitivo haya aumentado considerablemente y, en tercer lugar, está cerca de donde conocí a Guillermo, por lo que todos los días voy a trabajar con la ilusión de volvérmelo a encontrar.

Han pasado dos semanas desde nuestro encuentro y no he podido sacármelo de la cabeza. Para colmo, Magda le contó todo el culebrón a Lola cuando vino a verme el pasado fin de semana y ahora me escribe o me llama todos los días para saber si he encontrado a mi Matt Murdock, que es el mote que ella le ha puesto.

- Has llegado temprano – me advierte mi jefe en mi nuevo trabajo al verme entrar diez minutos antes de que comience mi turno.

- No me gusta llegar muy justa. Ya me veo obligada a hacerlo cuando tengo que ir a clases – le explico.

- Hablando de clases. Mary se muda en unas semanas a Málaga y he pensado que quizás te interese su turno – me ofrece mientras me preparo para comenzar a trabajar.

- ¿Su turno? – le pregunto, porque en realidad no sé ni quién es Mary.

- Trabaja casi todos los sábados y domingos desde las once de la mañana hasta las doce de la noche y entre la cuatro y media y ocho de la tarde, una tarde entre semana. Cuando estamos cerrados, prepara la carne de las hamburguesas, el resto de ingredientes y todo para cuando volvamos a abrir – me explica.

- ¿Y no descansaría ningún fin de semana? – le pregunto preocupada, porque no tener ni un día libre sería horrible.

- Sí, de vez en cuando, pero sabiendo el esfuerzo que supone trabajar tanto los fines de semana, tu contrato seguiría siendo a jornada completa – dice para mi alegría.

- Me encanta ese turno – le respondo sin pensármelo siquiera.

Desde que empecé a estudiar en la universidad, he procurado no pedirles a mis padres dinero para pagar mis estudios o mi estancia en Granada. Ellos ya se encargan de pagarle la matrícula y mantener a mi hermana, aunque esperemos que este sea su último año.

Mi familia no está mal económicamente, pero mi hermana estudia en una universidad privada y el esfuerzo es mucho mayor que estudiar en una pública. Aun así, mis padres siempre están pendientes de que no me falte de nada y la moto, por ejemplo, me la compraron hace unos meses, cuando se me rompió la vieja que tenía.

En cuanto comienzan a entrar los clientes, no paramos de servir, sobre todo, hamburguesas, nachos, tequeños, patatas y alitas de pollo, aunque hoy las ensaladas han triunfado. Mis compañeros son geniales y nos echamos una mano los unos a los otros. Tan solo llevo una semana en este trabajo y parece que nos conocemos desde hace mucho más tiempo.

En el restaurante hay momentos donde llegan a la vez tantos clientes que tienen que esperar para sentarse, pero los habituales ya lo saben.

- ¡Te lo dije! Como un reloj. Los viernes a las diez y media empiezan a quedar mesas vacías, por eso es cuando suele venir Guille – medice Rafa, uno de mis compañeros, al comenzar a vaciarse algunas mesas dellocal como por arte de magia

- ¿Quién es Guille? – le pregunto, porque todavía no conozco a los clientes asiduos.

- Uno de los amigos del hijo del jefe, que oficialmente vive en el extranjero, aunque en realidad está ingresado en una clínica de desintoxicación – me explica mi compañero al mirar hacia la puerta.

¡VOY CIEGO! - TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora