Creces, y aprendes a darte cuenta de algunas cosas, de pequeños detalles que antes te podrían parecer insignificantes y ahora tienen el poder de hacerte sentir grande. Te das cuenta que ese juego de niños de a ver quién quiere a más ya no existe, cerrar los ojos, y cada vez que lo hacen siempre se consigue colar en tus pensamientos. Sentir ser capaz de poder con todo y todos, pero tener esa debilidad, que eso de pensar en alguien y nadie más se convierte en realidad. Poder tener la sensación de estar rozando las nubes, aún teniendo los pies sobre el suelo, de tener magia en la mirada, esa mirada, y hacerte sentir pequeño. Tener a esa persona con la que poder dominar el mundo, que los finales felices no son solo ficción. Y que soñar también se puede con los ojos abiertos.
Amar no es sólo querer las heridas del otro, sino que esa persona también te ayude a amar las tuyas, tener magia entre ambos, y quererla por encima del resto.