Vísperas de una nueva impERA [One-shots of Ghost]

Copia being Copia

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Copia se subió a la cama quitándose la camisa en el proceso. El ambiente fresco no le impidió acercarse y despojarse de sus mantos sagrados para adentrarse entre varias mantas hasta llegar a mí.
Su suave tacto comenzó con mis piernas y se alojó lentamente en mis glúteos causando una sensación única.  Esbocé una sonrisa de felicidad, su rostro recién despintado le daba un aura casi perfecta y en combinación con el color de sus ojos, embeleso a todos mis sentidos. Cuando sus dedos presionaron el agarre, instantáneamente solté una pequeña risa.

—Tus manos están frías —dije separándome un poco, cayendo presa del estremecimiento.

Horas antes me había armado una pequeña cueva en mi habitación. Un caloventor a mi lado, con kilos y kilos de telas sobre mi en busca de subir la temperatura todo lo que se pudiera.
Aprovechando eso, el papa apareció con el objetivo de invadir mi espacio con su presencia helada. Por alguna razón el ministerio se volvía un cubo de hielo gigante en invierno. Los hermanos debían buscar cualquier manera de conservar el calor. Y en esa ocasión, el sumo pontífice decidió robar un poco del mío.
Copia rió al ver como tiritaba, se acostó encima para atraparme entre sus brazos con cariño mientras sabía muy bien que eso causaría muchos más temblores. Se sentía mágico pero a la vez pavoroso. El hecho de que volviera tan tarde de su oficina hacia que se transforme en un iceberg. Continuamente le aconsejaba que cuidara su salud pero él siempre hizo lo que quiso, testarudo al igual que un niño pequeño.

—Copi... ¡Basta! —gritaba entre carcajadas intentando escapar.

—Vamos amore, comparte el confort con tu papa —dijo mientras se arropaba.

—Mira la hora que es, te dije que te congelarías allí abajo, en esa oficina sin calefacción —reproche con molestia.

—Sister se ocupará de ello en unas semanas, por lo pronto tu me ayudas con el problema —devolvió tomando un libro de su mesa de noche y entrelazando sus piernas esbeltas, que para mejorarlo también estaban frías, con las mías.

—¡Ja! que risa, quiero verte así de cariñoso en verano —comenté dándole la espalda.

Escuché como tomaba sus lentes encendiendo una lámpara a su lado, era su ritual para conseguir el sueño más rápido, leer algún libro de historia o manuscrito antigüo. Su atención se centro en eso hasta que comencé a quedarme dormida, me hallaba en el limbo de adentrarme en el sueño y todavía percibir el ambiente.
Sentí la risa de Copia de fondo, quizás encontró algo chistoso entre las letras que ingeria, tonta de mi por pensar bien de ese hombre.
Rápidamente metió su mano descubierta en mi blusa tocando mi espalda, enviando un escalofrío tal que me sacudió hasta el alma y más allá.

—¡Copiaaaaaaaaaaaaaa!

Fue lo último que se oyó en ese cuarto esa noche, seguido de un  tímido "Auch".

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