𝐌𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚𝐬

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[Advertencia de mucho horno/+18 ⚠️]

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Iba caminando tranquilamente por los encrucijados pasillos del convento, en mi camino a visitar las diferentes oficinas de los papas

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Iba caminando tranquilamente por los encrucijados pasillos del convento, en mi camino a visitar las diferentes oficinas de los papas. Retirando cuentas, archivos y permisos para la exhaustiva organización de la nueva gira. Días próximos a los conciertos la mayoría de los trabajadores debían dar su doscientos por ciento de capacidad para que cada detalle saliera sin ninguna complicación.
En el trayecto me tope con algunas hermanas conocidas que amablemente me dieron los buenos días en la pasada.
Luego de charlar algunos minutos, compartiendo anécdotas o algún que otro chisme caliente del momento, decidieron continuar cada una con sus respectivas labores.
Avancé unos cuantos metros más hasta que me detuve delante de la puerta que dirigía hacia el jardín. Ordenando el papeleo que traía en la mano por título y fecha.
Mientras terminaba la tarea, la brisa fría que indicaba el inicio del invierno viajó por alrededor del vestido oscuro ajustado, entregándome un poco de frescor que erizó mi piel. Y en el afán de acomodar ligeramente la tela que me cubría el muslo, noté por mi rabillo unos ojos desiguales que observaban detenidamente al resguardo de una esquina, al final del pasillo entre las columnas que sostenían la estructura del monasterio.

Arqueé una ceja cuando ví al sospechoso hombre, el cuál pretendía mirar unos papeles para opacar su maleducada travesura.
Se trataba de ese extraño cardenal que cruzaba continuamente en la biblioteca principal o en la cocina. Habíamos compartido algunas palabras antes, sin embargo, no más que eso. Su vista iba dirigida hasta las recién adquiridas medias de red negras con pequeñas calaveras a su alrededor.
Sabía perfectamente que me veía fantástica en ellas, y el que ese hombre me estuviera espiando de esa manera tan lasciva, formó una mezcla entre enojo y autoestima.
Nunca me había detenido a fijarme en los rasgos de ese "hombre rata", como la mayoría lo llamaba. Iba vestido de rojo sangre con unos guantes negros y la característica e infaltable pintura en los ojos, propia del alto rango.
Iba a girar y cruzarme de brazos para reclamar. Pero el hombre pareció intuir algo y antes de que pudiera hacer mi movimiento, hizo contacto visual clavándome ese ojo blanco mientras caminaba cruzando por al lado, saludando como si nada y perdiéndose en alguna de las puertas más adelante.

Refunfuñe ante la osadía.

'¿Que se cree ese tipo?' me dije con una mueca de desagrado. Estaba bastante enterada de que era preciosa. Pero mínimo un café primero, ¿no?
Es decir, el cardenal no estaba nada mal, aunque sus acciones dejarón mucho que desear a sus modales. Curioso, siendo que los papas siempre fueron encantadores y hasta coquetos a la hora de alabar a una mujer.
Era hora de que una de ellas le enseñara a ese torpe hombre de miradas veloces lo que significaba respetar a una musa hecha y derecha.

Por esto mismo procuré visitar los diferentes puntos de entregas dejando la oficina del cardenal para el final.
Se comentaba que se tomaba su trabajo muy en serio, aceptando horas extras y quedándose en su cueva, es decir, oficina, hasta altas horas de la madrugada.
Los tacones resonaron mientras me desplazaba por las elegantes baldosas de mármol bajo mis pies. La mayoría de los hermanos ya se encontraban en sus camas a punto de dormir, o en todo caso disfrutando del sueño.
Rápidamente llegué al pasillo indicado. Como suponía la luz salía por debajo de la puerta exponiendo actividad.
Sonreí con malicia ideando la estrategia. Acomodé ligeramente mi cabello acercándome para tocar con dos pequeños golpes. Pasaron unos segundos cuando escuche una voz ronca responder con un seco "pase".
Abrí la puerta lista para clavar la mirada tal y como habían hecho conmigo antes. Saludé con un "buenas noches", encontrando al cardenal con la vista fija en su trabajo.
Con un ademán de su lapicera señaló que dejara los papeles sobre el escritorio sin siquiera mirarme.
'Descarado', mi labio superior se arrugó con molestia.
Di unos cuantos pasos antes de soltar la pila de papeles con violencia sobre el escritorio, dejando que se desordenen un poco. El sonido que provocó sobresaltó al cardenal quien levantó la vista para recriminar topándose directamente con una mirada penetrante.

-Ups, lo siento mucho, cardenal -me disculpaste con un ligero tono burlón.

Vísperas de una nueva impERA [One-shots of Ghost]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora