22. Casa del árbol

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Pareja: Azz x Iruma


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Iruma miraba con curiosidad los árboles que rodeaban la propiedad.

—¿Qué haces Iruma sama?

Salió en su lugar al escuchar la voz de su novio a sus espaldas.

—me asustaste.

—lo siento, pero, ¿Qué hacías observando los árboles?

—¿conoces las casas de árbol?

—¿las que?

Ante la respuesta de su pareja dedujo que los niños del inframundo no conocían aquellas casitas que se construían sobre los árboles.

El humano le explicó en lo que consistía aquella actividad de su antiguo hogar.

—¿Quieres hacer una?

—sí, pero le pediré permiso al abuelo.

No tardó mucho en convencer al poderoso demonio para que obtuviera su aprobación de la construcción de la casa en uno de los árboles de la propiedad.

Una vez obtenida la aprobación por parte del dueño del enorme terreno, la pareja se dispuso a ir a la ciudad junto a Opera para ayudarles a comprar todo lo necesario.

Durante varias semanas ambos jóvenes se escabullían al bosque para construirla.

Luego de varias semanas al fin había quedado un lugar en el que podrían estar a solas conversando o comiendo dulces.

—dicen que estos dulces fueron creados con frutas difíciles de conseguir—menciona el demonio

—tiene un sabor similar a los chocolates con trufas que venden en el mundo humano—comenta —por cierto, prueba estos panecillos al vapor, intente hacerlos lo más parecidos a los que hay en el mundo humano.

Azz tomó un panecillo del recipiente y lo llevó a su boca.

—saben deliciosos.

—me alegro que te hayan gustado, espero recrear más comidas y postres.

—Iruma sama tengo una pregunta, ¿te gustaría volver al mundo humano?

De manera inmediata le respondió a su amado.

—no, me gusta la variedad de comida que hay en mi mundo, sin embargo, no pienso volver, ahí me sentía solo, ahora tengo una familia, amigos, una vida normal y sobre todo te tengo a ti, Esta casa en el árbol y todos mis seres son mi lugar seguro.

—A mí también me gusta este lugar, me encanta estar a solas contigo, simplemente charlando y comiendo todo lo que tú haces.

—Gracias Azz por ayudarme a hacer este lugar, siempre quise tener uno.

—sabes que haré todo para que seas feliz Iruma.

Se acercan para darse un tierno beso, para luego inmediatamente separarse con un leve sonrojo ambos.

El resto de la tarde se la pasaron conversando sobre cómo un chico llamado Sharon le declaró que era su rival, para luego tropezar en medio del pasillo y caer de cara con el frío piso, para luego levantarse como si nada y sacarle la lengua.

—Esa fue una osadía de su parte, le haré pagar por su atrevimiento.

—no te preocupes Azz, seguro solo quiere jugar conmigo, a mí me cayó bien, espero que seamos amigos.

—Eres tan benevolente por eso te amo.

Iruma se vuelve a sonrojar.

A Azz le encantaba ver a su pareja en ese estado, lo hacía ver más tierno, estaba por besarlo cuando siente que alguien los observa.

Se pone en alerta solo para ver al abuelo de su novio mirándolo con molestia.

—ya es tarde, vamos a cenar para que luego el joven Alice se vaya a su casa.

—cierto ya es tarde no me había dado cuenta, vamos Azz.

Los tres bajan de la casa del árbol para ir al interior de la casa.

Mientras caminaban se percataron de que ya estaba oscureciendo, una vez más se les había pasado el tiempo estando en su lugar seguro, en aquella casa del árbol, que ambos construyeron.

Días de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora