Esta historia no trata de una playa,
sino de lo que el Destino a veces arroja
y aunque en lo último en lo que me fijé fue en la arena, estoy bastante segura de que no era roja.
Rojo era su cabello;
tan azules sus ojos que era como mirar al mar.
La única razón para ir a esa playa todos los días era ella,
la chica con aroma a azahar.
Y la verdad no hay historia que contar,
porque me ganó el miedo,
y perdí mi oportunidad.
Tuve miedo de hablarle, y no la vi nunca más.
Pido perdón por privarnos de nosotras,
después de todo vos diste el primer paso,
pero en una situación así no se puede caminar solo,
y si te vuelvo a ver te pediré perdón por mi retraso.
Accalia Nez