Caminando

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Llovía dentro de su corazón, pero era incapaz de soltar una sola lágrima al exterior. Ni siquiera ella sabía la razón, no quería pensar en eso, si no pensaba en su tristeza, no se haría tangible, si no lloraba significaba que estaba bien, así funcionaba su mente, pero su corazón ya estaba cansado de tanto engaño, brotaba chispas de rabia que su propia alma evaporaba en los inicios de una gran inundación.


Si alguien la observaba caminar como lo hacía, jamás pensaría todo el sufrimiento que cargaba, sufrimiento lleno de odio hacia los demás. Para ella era detestable ser humana, tan vulnerable y sola. Lo último era lo que más le afectaba. Parecía que todos y cada uno de los seres que la rodeaban tenían a alguien a su lado y ella, ella solo se tenía a si misma, lo que no sabía era que incluso eso estaba perdiendo.


Siempre estaba tan enfocada en su desprecio por los otros, que los ignoraba y sus pensamientos intrusivos tomaban el protagonismo de todas sus acciones. No sonreía nunca. No valía la pena hacerlo, nadie vería su sonrisa, aunque subiera tan solo un poco la comisura de sus labios...Pero esta vez, entre todos sus gritos internos escuchó una voz tan suave y misteriosa que la despertó de sus pensamientos.


—¿Por qué estás tan enojada con la vida? —le había susurrado alguien a su espalda.


—¿Quién dijo que lo estoy? —respondió para sí misma, sin esperar a que él le respondiera. Ni siquiera sabía si había alguien o si lo había imaginado por su deseo de no estar sola.

—Lo que no dices lo reflejas en tu rostro. Sé toda tu historia con solo verte a los ojos.


Ignoró a la Verdad y siguió caminando, derecho, sin tener planeado ir a un destino. De todas formas, lo llevaba haciendo desde hace años, caminar y no dejar de hacerlo eran su forma de sobrevivir a sí misma. Si paraba, sus pensamientos la alcanzarían y eso podría desatar una catástrofe.

Bitácora de pensamientos inconclusosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora