Si Tsukuyo se preguntaba qué era lo que más le gustaba de su relación con Ginpachi, probablemente la respuesta hubiera sido que se habían acercado y vuelto más íntimos con tanta naturalidad y comodidad, que ya no podía decir exactamente en qué momento se había enamorado de él. Tampoco sabía cómo había pasado el tiempo tan rápido, pero lo cierto era que ya estaban juntos hacía siete años, y convivían hace dos. Suponía que si habían pasado juntos ese tiempo sin mayores crisis o discusiones, y su relación seguía teniendo la buena chispa del principio, era un buen augurio para continuar juntos. Últimamente lo pensaba demasiado seguido, por lo que se preguntó si era como el agua a punto de desbordarse del recipiente que la contenía mientras se lo seguía llenando, una consecuencia natural de cuando algo era muy abundante y había que cambiarlo a otro para que pudiera seguir llenándose libremente.
Eso pensaba mientras estaban los dos en su casa una noche después de comer, ella fumaba un cigarrillo, relajada apoyando sus piernas cómodamente sobre el regazo de él, mientras que el peliplateado miraba atento la televisión, a la vez que distraídamente le acariciaba la pierna ida y vuelta, se suponía que eso estaba siendo un masaje, hasta que le llamó más la atención el programa de la TV. También le gustaba eso, dicha serenidad cotidiana y disfrutar lo que se daban, simplemente estar juntos, compartir un momento y lugar, fuera la misma actividad o no. Mirar de reojo al otro y sonreír para sí mismos, porque ese pequeño momento bastaba para llamarlo felicidad.
Ninguno de los dos era melosamente romántico, pero se amaban profundamente. Tampoco eran de conversar por horas hasta que la noche se empezara a convertir en día, y sin embargo podían entenderse a la perfección con una simple mirada y un par de palabras, de tanto que se entendían y reflejaban. En lo único que podían excederse, era en ser apasionados íntimamente, que podía ser desde la mayor dulzura haciendo el amor, a tener un sexo salvaje como para desordenar la mitad de la casa. Y aquello no había disminuido en intensidad ni en frecuencia en esos siete años, sino por el contrario, cada vez lo disfrutaban más. Quizás no era todos los días, pero eso les hacía saborear y valorar más el momento. No se necesitaban, solamente se amaban tanto que había pocas otras cosas más disfrutables que compartir su amor.
Siempre le traía una sonrisa al rostro el recordar el tiempo en que se habían conocido, cuando ella había sido transferida como profesora de educación física y salud a la escuela en la que Ginpachi ya era profesor de lenguaje japonés. De entre todos sus nuevos colegas, no tardó acercarse en especial a ese profesor, aunque también era cierto que lo hizo ya que él parecía tener la habilidad de aparecer frecuentemente donde ella estaba, ya fuera antes o después.
Aunque ambos compartían una personalidad calma, a Tsukuyo le costó un poco leer entre líneas las actitudes de Ginpachi a poco de conocerlo, ya que él podía ser desde el hombre más rastrero al más encantador, y con sus alumnos pasar del total desinterés a decirles algunas cosas bastante profundas. Pese a algunas bromas típicas de adolescentes, podía notar que en particular la clase 3z lo respetaba mucho. Por lo cual, poniéndolo en la balanza, se sintió inmediatamente atraída por aquel profesor tan peculiar, que además tenía que admitir que era bastante guapo, su aire desarreglado lo hacía lucir particularmente sexy cuando a la vez mostraba una expresión seria.
No podía negar que en dicha apreciación estaba haciendo la vista gorda a la falta de disimulo que el hombre peliplateado tenía a la hora de mirar de arriba apreciativamente abajo el cuerpo de ella cuando creía que ella no lo estaba viendo, así como tomaba con humor sus insinuaciones seductoras, tanto las que hacía cuando estaban a solas, así como las descaradas, aunque algo más sutiles frente a sus colegas o a las clases de los alumnos. Por lo que desde un principio supo que, si algún día estaba antojada de corresponderle la seducción, tenía el "sí" asegurado. Y lo aprovechó, vaya que lo hizo.
ESTÁS LEYENDO
Lección de vida: Compartir siempre es mejor
RomanceTsukuyo rememora su relación con Ginpachi cuando siente el deseo de compartir su vida con él dando un paso más: casarse. Arte de portada por @seigibathala Evento GinTsu Eternally Yours 2023