3: La idea

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Capitulo 3


Luego de ese de ese día Ly y Daniel no dejaron de conversar. Ella lo invito a pasar los recreos en su escondite, y Daniel asistía sin falta. Era un chico diferente, le había bastado una conversación para saberlo. Aunque en esa conversación apenas hubiera dicho algo.

Daniel probablemente asistía al lugar solo por compromiso. La chica de tercero A sonaba completamente segura al invitarlo, y su naturaleza no le permitía desairar a nadie por mucho que quisiera. Le costaba tanto seguir una conversación con alguien que simplemente prefería no intentarlo, colocarse los audífonos y pasar el recreo jugando algún juego en línea. Era nuevo en la escuela, pero no necesitaba ser nuevo para no tener amigos, por eso aquella invitación lo ponía incómodo. Tenía que salir de su zona de confort.

Había un punto a favor. Hay pocas formas de sacarle conversación a una persona tímida, y la más segura de ellas es hablar sobre un tema que le interese tanto que no pueda evitar decir su opinión. Cuando la conversación sobre música se volvió insuficiente entonces se descubrió que el chico era un aficionado a la fotografía. Amberly sobre ese tema estaba tan perdida como dispuesta a aprender, así que a Daniel no le quedaba de otra más que hablar mientras ella le escuchaba con atención.

Le explicó cuáles eran los diferentes planos, lo que ellos podían evocar, le mostró sus favoritos, divagó un poco hablando sobre el balance de blancos y otras generalidades de la fotografía. Un día le llevo su camara Polaroid, la que le habían regalado para navidad y la que su padre miraba con recelo ¡Se había quejado tanto por el precio de ese aparato! ¿Y es que los teléfonos celulares no tenían cámara? ¿No era eso suficiente? Al día siguiente le trajo un álbum de fotos. Ese era un hobbie serio y como un dibujantes recopilaba sus obras en carpetas, el guardaba sus mejores fotografías en albumes, inconformista de las galerías digitales. Amberly parecía tener los ojos llenos de chispas mientras pasaba las páginas.

—Es como si fotografiaras la vida real –Observó ella, impresionada.

Raro. Es decir, no su observación. Daniel había entendido completamente lo que intento decir, ese era justo el propósito de su estilo fotográfico, ser sobrio y sincero, nada de efectos "profesionales". Raro era que ella lo dijera, no es como si tuviera la oportunidad de presentarle su pasatiempo a muchas personas, pero normalmente la gente solo opinaba "que bonito" para perder el interés pronto. Muchas veces terminaban pidiendole su propia sesión fotográfica. Sí, le pareció que ella tenía algo de raro; sus tenis tenían flores pintadas, los mechones de cabello se salían despreocupados de su moño sin importarle y en sus ojos a veces bailaba la beligerancia, o una suave reflexión. Como si hubiese un misterio dentro de ella.

Y eso le hacía gracia, porque él también era un misterio para otras personas. Gracioso, porqué creía ser el chico más simple y monótono de toda la tierra, y aún así su silencio le compensaba misterio en el imaginario de algunos.

Había llegado el lunes y se encontraron en la clase que compartían. No dijeron mucho, se limitaron a escuchar la clase, incluyendo las bromas de la profesora. Lo de Daniel en realidad no era la escritura ni la lectura, se había inscrito en aquella clase porque por llegar un par de semanas tarde ya todos los grupos que le interesaban estaban llenos y solo quedaba ese y el de ciencias. Su hermana le prometió ayudarlo a escribir un libro si le era necesario y creyéndole se resignó.

Ly ese día andaba con esa cara que quitaba todo deseo de hablarle, así que él no lo hizo. Sin embargo, la profesora Marcela no tuvo tanto escrúpulo.

—¡Mis niños! Díganme qué han pensado para su obra– Su voz estaba llena de entusiasmo.

La profesora era una mujer de unos cuarenta y tantos años, cabello corto rojo violáceo y una personalidad irremediablemente efusiva. Amberly la estimaba más que a sus demás profesores solo porque Julio hacia lo mismo, pero a Daniel a la verdad le intimidaba tanto entusiasmo.

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