Bokuto y Akaashi eran pareja desde hace tiempo, tenían al rededor de dos años viviendo juntos, una relación estable, pues la responsabilidad afectiva para los chicos era algo elemental para poder seguir de esa forma, ambos chicos necesitaban tiempo para sí mismos, sin embargo, la salud mental de Keiji no era demasiado buena para poder dejarlo solo. Bokuto le da a su espacio, sin embargo, siempre se mantenía pendiente a él sin estar hostigandolo.
—Keiji, recuerda tomarte los medicamentos antes de dormir.
Habló Bokuto desde el estudio que tenían en el departamento, ambos chicos trabajaban desde casa y Bokuto se quedaría un poco más para poder darle los últimos detalles a un proyecto para poder disfrutar el fin de semana con el amor de su vida. Keiji suspiró cansado, usualmente él no se comportaba así, Bokuto optó por preguntarle pero cuándo ambos estuvieran más relajados, quizás al día siguiente lo haría cuándo lo invitara a desayunar.
—Esta bien, Bokuto-San. Lo esperaré en la cama.
Bokuto solamente asintió sin despegar la mirada del computador.
Había pasado un par de horas, Bokuto subió a su cuarto decidido a descansar esperando sentir el calor de un pelinegro, uno con el que le gustaría pasar el resto de su vida, para su sorpresa, no encontró a Keiji en la habitación, supuso que se le olvidó tomar los medicamentos, la luz del baño estaba encendida, probablemente había ido a buscarlos. Se acostó del lado derecho de la cama matrimonial, encendió la luz de su mesa de noche para poder mirar a su novio entrar, Keiji estaba apunto de entrar a la habitación, pero una vez vió la luz de la mesa de noche del albino, frenó su paso incluso antes de cruzar la puerta.
—Bokuto-San, ¿podría apagar la luz? Tengo los ojos irritables y se me acabaron las gotas. Realmente me molesta.
Mencionó Keiji con un poco de dificultad la cuál casi no se notó, Bokuto se extrañó, sin embargo, apagó la luz para que no fuera molestia para el pelinegro, la leve luz de la luna hacía que la habitación se iluminará un poco, pero la vista acostumbrada a la luz de Bokuto no lograba ver mucho más que obscuridad, Keiji se acostó en su lado de la cama dándole la espalda a Bokuto. El de ojos amarillos no quería invadir el espacio que necesitaba el muchacho, y aunque su corazón se rompía en mil pedazos y la impotencia llegaba a golpearlo aún más por no poder hacer nada para que el dolor de Keiji desapareciera, sólo se quedó recargado en la recargadera de la cama que tenían pudiendo mirar el cabello negro del muchacho y ver cómo su pecho subía y bajaba con algo de dificultad. Bokuto se quedaría a velar el sueño de Keiji, no se encontraba tan cansado y realmente quería encontrarse para él por si tenía alguna pesadilla o comenzaba a llorar y a temblar.
—Bokuto-San, cuándo muera le debe de decir a mi madre que la quiero...a mi padre que fue una persona importante...y cuándo muera, quiero que sepas que te amo y te amé toda mi vida.
Habló Keiji con naturalidad sin mover ni un milímetro.
—Keiji, no debes de hablar de la muerte, al menos no ahora, tenemos que vivir varias cosas antes de que alguno de los dos pueda mor-
No terminó la oración, Keiji lo interrumpió con la voz cansada.
—¿Me podría abrazar?