Capítulo 5: No enfades a Carlos

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Carlos se dispuso a entrar de nuevo a la discoteca, esta vez más seguro y con un humor de perros.

Este avistó de nuevo al señor que parecía poseer material para adormecer personas, lo cual era cierto según sus sospechas.

Carlos no lo pensó, le enseñó quince euros en billetes que le sobraron de la quedada del día anterior al señor, para así señalar con la mirada a ambas chicas insinuando que las pinchara con alguna de las jeringuillas que tenía en sus bolsillos y así adormecerlas. El señor se sorprendió, ya que el euro se dejó de comercializar y se conservó como un tesoro, por lo que en esa dimensión los euros tenían un elevado valor.

Entonces el señor accedió a la petición de Carlos.

Mientras las chicas se encontraban distraídas bebiendo y bailando, este aprovechó para inyectarles sutilmente el contenido de ambas jeringuillas a cada una y adormecerlas de poco en poco.

Mientras tanto, Carlos fue a la barra a pedir una botella de cerveza pagando con dos monedas de euro que le sobraban. La persona detrás de la barra se quedó igual de sorprendida que el hombre anterior. Este, sin decir nada, le sirvió la cerveza a Carlos sin preguntar por su edad, ya que su físico podía confundirse con el de una persona tuviera 18 años o incluso más.

Las chicas demonio sintieron un leve pinchazo mientras bailaban. Les daba igual al principio, pero más adelante se empezaron a sentir mareadas y con menos energía, como si algo les hubiera drenado la energía.

-Tía ¿No te ha dado un bajón o algo?

-Joder, creo que un pavo nos ha drogado... -Dijo una de las chicas.

Entonces, la misma chica pudo ver a Carlos sentado en la barra con una botella de cerveza en su mano, pero no agarrada para beberla, sino como arma. Exacto, al realizar contacto visual, Carlos se bajó del taburete con rapidez y se abalanzó hacia una de las chicas, sonriendo maquiavélicamente para romperle la botella de cerveza en la cabeza, abriéndosela en el acto.

La chica pegó un chillido, provocando que la otra chica hiciera un círculo mágico para asestarle una llamarada a Carlos, pero este se protegió con la chica, a la que asestó con un botellazo colocándose tras ella, provocando que se le calcinara la cara.

La chica que realizó aquel círculo se quedó en shock. Acababa de matar a su amiga por culpa de que Carlos la usara de escudo humano. No solo quedó en eso. Carlos saltó como un león, atrapando a su presa para tirarse sobre ella y darle una serie de puñetazos en su cara, agarrándola del cuello.

-¿¡Ahora qué, eh, soplapollas!? -Berreó Carlos sonriendo de manera intensa.

Aunque ese momento de gloria duró hasta que el novio de la chica que, actualmente ha sido calcinada, agarrara a Carlos pasando su musculoso brazo por el cuello de Carlos estrangulándolo con fuerza, saliendo de este, fuertes gritos que llamaron la atención de Silas, el cual, situado tras el otro extremo de la barra, teletransportó a Victoria a su izquierda para que, en los pocos segundos que le costara procesar donde se encontraba situada, invocara su guadaña y, a punto de clavársela al musculoso sujeto, este soltara a Carlos y el mismo empezara a perseguir a la chica que estaba apalizando, cuya pista había perdido porque se encontraba tratando de huir de Carlos.

Carlos empezó a apartar a la gente del medio mientras la perseguía con locura, realmente quería matarla.

El novio de la segunda chica le bloqueó el paso por unos cinco segundos, pero una jauría de perros zombis invocada por Leire se dispuso a perseguir al mismo, comenzando a morderle las piernas entre los dos, permitiendo el paso a Carlos. Este levantó el pulgar mirando a Leire para agradecerle la ayuda y seguir persiguiendo a la chica.

Carlos Sánchez y el trozo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora