Era un día como cualquier otro, el sol brillante en el cielo, aves cantando, la gente es feliz con su vida, excepto una persona en específico. Eran las 9:00 am y ya llevaba dos horas de atraso para su trabajo, pero él dormía plácidamente, sin ningún tipo de molestia. El despertador sonó de la nada, él abrió un poco los ojos y frunció la cara tratando de ver exactamente qué ponía en el despertador, era evidente, 9:00 am, sonrió y cerró los ojos. De repente se exaltó de golpe, su jefe no le iba a dejar pasar esta, corrió a su armario a buscar compulsivamente su ropa para ir al trabajo, lamentablemente las diferentes sábanas y colchas de su armario opinaron lo contrario, porque cuando se dio cuenta estaba tirado en el piso con ellas aplastándolo. Se las apartó rápido y continuó vistiéndose, salió de su apartamento corriendo y no noto el cártel de suelo mojado y terminó resbalándose por las escaleras, por suerte para él estaba bien, hasta que recibió un escobazo cortesía de la señora de la limpieza enfadada por el desastre. Se levantó se disculpó y abandonó rápido el lugar. Seguiría corriendo hasta llegar a la parada de autobús que siempre suele pillar, pero lamentablemente su bus ya se había ido y no pasaría otro hasta dentro de una hora. Decidió al fin rendirse, se sentó melancólicamente y un pájaro decidió elegir ese momento para soltar una cagada en uno de sus hombros.
-Golpeado, cansado y cagado- dijo, viendo el reloj como llegaba a las 9:20 am -supongo que este no era mi día-.
Sin embargo el día siguiente fue más de lo mismo, aunque esta vez se dirigía a buscar un trabajo, el universo le tenía preparado varias jugadas: se llevó un pelotazo mientras pasaba cerca de una cancha de fútbol, un coche salpicó una cantidad absurda de agua sobre él, fue perseguido incansablemente por un pato, etc. Se estaba cansando, llegó a su casa a descansar, pensando en como mañana sería otro día, pero no. Durante una semana siguió en una rutina de ser humillado, golpeado y apalizado por cualquier objeto en la existencia sin motivo alguno. Era desesperante, su ansiedad solo aumentaba y empezó a desarrollar cierto nivel de paranoia.
Un día caminaba tranquilo por la calle cuando chocó hombros con otra persona, el choque le causó perder el equilibrio y caer. Esperaba recibir el duro golpe del suelo contra su cara, sin embargo esa persona en un instante se giró y lo agarró por el brazo, evitando que se desplomara.
-Ey gracias- dijo, desorientado aún
-No hay de qué tío- dijo, la otra persona
Su aspecto era interesante, no llevaba la ropa que esperarías encontrarte por la calle en un día normal. Era como la ropa que llevaría un trovador medieval y una capa arcoiris a su espalda, su pelo era abierto al medio, a la altura del cuello de su ropa, solo detenido por una cinta roja que rodeaba su cabeza a la altura de la frente.
-¿Oye cuál es tu nombre tío?- preguntó el extraño hombre
-Lupin- le dijo nuestro desafortunado colega -¿y el tuyo es?
-Joseph- dijo con una sonrisa en su cara y una energía que irradiaba a su alrededor, que definitivamente daba un aura de alegría y amor incondicional.
Desde la oscuridad de un callejón cercano apareció un maleante, con un cuchillo en la mano "¡Denme todo vuestro dinero!". Lupin visiblemente triste y decepcionado empezó a rebuscar en sus bolsillos, pero, Joseph solo mira al maleante con cara confundida.
-¿Este es amigo tuyo?- dijo mirando a Lupin
-No, solo nos está robando, yo mejor tú voy sacando el dinero, tiene un cuchillo- dijo este otro, bastante nervioso
-¿Robando?- exclamó Joseph -eso está mal-.
El maleante se puso nervioso y simplemente se abalanzó sobre Joseph con el cuchillo en la mano, listo para apuñalarlo. Entonces, sin ejercer ninguna reacción de asombro o susto, Joseph juntó sus piernas de golpe, gritó "¡Arcoiris!" e hizo un movimiento en forma de arco con su brazo, y un arcoiris se formó sobre él. De pronto el maleante se detuvo, soltó el cuchillo y se perdonó amablemente con ellos por las molestias. Joseph aceptó las disculpas, y despidió al malente meneando la mano alegremente en el aire. Lupin solo miró asombrado a aquella persona que acababa de evitar ser asesinado simplemente con gritar "arcoiris".
-¿Quién eres?- dijo muy confundido
-Ya te dije, soy Joseph- respondió este
Lupin no lo sabía pero este evento lo impulsaría en un camino que nunca hubiera imaginado.