Había una vez en un pequeño pueblo alejado de la civilización un atardecer que prometía ser mágico. El cielo se teñía de tonos dorados y rosados mientras las sombras se alargaban por las calles solitarias. Pero detrás de esa belleza acechaba un peligro desconocido.
En la tranquila panadería del pueblo se encontraba Emma una joven pastelera con un don especial para crear dulces exquisitos. Esa tarde estaba probando una nueva receta de malvaviscos de chocolate para sorprender a los habitantes del lugar. Pero algo inquietante comenzó a suceder.
A medida que Emma mezclaba los ingredientes una extraña aura se apoderaba de la cocina. Los malvaviscos parecían cobrar vida moviéndose por sí solos sobre la mesa de trabajo. Intrigada pero asustada Emma observaba cómo los dulces se retorcían y formaban figuras grotescas.
Sin previo aviso los malvaviscos se lanzaron en su dirección intentando atraparla. Emma retrocedió asustada pero un malvavisco logró engancharse en su brazo. La joven gritó de horror mientras sentía cómo el dulce se aferraba cada vez más fuerte amenazando con devorarla.
Justo en ese momento el atardecer se oscureció completamente cubriendo el pueblo con una densa sombra. Gritos de terror se escuchaban en todas partes mientras los habitantes luchaban contra los malvaviscos poseídos. La gente intentaba desesperadamente arrancar los dulces de sus cuerpos pero era una tarea casi imposible.
Emma en medio del caos se dio cuenta de que debía encontrar una solución para detener aquel maligno encantamiento. Recordó una antigua leyenda que contaban los ancianos del pueblo: solo el sabor del amanecer podría romper los hechizos más poderosos.
Con coraje Emma se armó de valor y salió corriendo hacia las afueras del pueblo buscando desesperadamente algún rastro de luz. En su huida tropezó con un extraño anciano que en contraste con todo su entorno parecía sereno.
El anciano entendió la situación en la que se encontraba Emma y la guió hacia una pequeña colina. Cuando llegaron a la cima asombrados vieron cómo el sol comenzaba a aparecer por el horizonte iluminando poco a poco el desolado paisaje.
Emma sabía que no tenía tiempo que perder. Agarró un malvavisco y lo sumergió en su taza de chocolate caliente que llevaba consigo. Cerrando los ojos dio un mordisco al dulce saboreando su deliciosa mezcla. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras el hechizo se desvanecía lentamente.
De vuelta en el pueblo la luz regresó y los malvaviscos se transformaron en inocentes dulces. La población liberada de aquel terror volvió a sus rutinas con una nueva apreciación por los atardeceres y el poder de la luz.
Emma convertida ahora en una heroína local siguió horneando sus deliciosos malvaviscos de chocolate pero con una nueva precaución. Ya no se atrevía a dejar que nadie más probara sus creaciones sin haber presenciado antes un amanecer.
Y así la leyenda de aquel atardecer sombrío y los malvaviscos poseídos se convirtió en una historia que se contaba de generación en generación recordándoles a los habitantes del pueblo la importancia de enfrentar los miedos y encontrar la luz en los momentos más oscuros.
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Una Historia en el Tiempo (Compilación)
FantasyCompilación de Cuentos cortos de mi autoría