Capitulo 22. Vuelta a la luz.

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En lo más profundo de la pesadilla en la que se había convertido su vida, Alex se encontraba prisionero en un lugar que parecía infinitamente pequeño. El sonido se absorbía en las paredes, sin un eco que indicara la distancia a la que se encontraba de la pesadilla. Estaba rodeado por la negrura total, con una venda en los ojos que le impedía ver cualquier atisbo de luz.

Sus extremidades estaban atadas, las manos y los pies inmovilizados por cuerdas que cortaban la circulación. Cada movimiento que intentaba hacer solo le causaba un dolor punzante. Había perdido la noción del tiempo; no sabía cuánto tiempo llevaba en ese estado de pesadilla, pero había aprendido a resistir y a mantener la cordura.

Las voces de sus captores resonaban en la oscuridad. Le preguntaban una y otra vez, con una insistencia que dejaba en claro lo mucho que les urgía conseguir esa información confidencial de tratos extranjeros. Pero Alex no tenía respuestas que dar, y no estaba dispuesto a mentir.

—Lo he dicho una y otra vez, no sé nada de lo que están hablando —sus palabras sonaban cansadas, pero firmes.

Cada negativa iba acompañada de golpes y amenazas. Alex podía sentir el calor de la respiración de sus captores en su rostro mientras le repetían la misma pregunta, como si fueran un eco incesante de su pesadilla.

Su mente se aferraba a la certeza de que la verdad era su única defensa. A pesar del dolor, la incertidumbre y el miedo constante, se repetía a sí mismo que no podía traicionar sus principios.

Suspiraba de dolor una y otra vez, y una de sus mayores anclas para no caer en la cordura era Luke, sabía de lo que el castaño era capaz, sabía que aparecería en algún momento pero en lo más profundo de su ser, esperaba que ese momento fuera pronto porque sabía que no podía resistir por mucho más tiempo.

—Es suficiente por ahora —escuchó la voz de una mujer entrando a la habitación—. Tengo información de más arriba de dejarlo en paz. Pronto van a venir por él.

En la mente de Alex solo resonó ese "pronto van a venir por él". Y de nuevo perdió el conocimiento. 

La conciencia de Alex fue regresando lentamente, como si emergiera de un sueño profundo. No sabía cuánto tiempo había pasado, no entendía nada desde que lo habían sacado de la Casa Blanca, pero en ese momento sentía su cuerpo más adolorido que en ninguna otra ocasión. Cada parte de su ser parecía gritar de dolor, y las punzadas en sus extremidades atadas le recordaban la pesadilla en la que se encontraba.

Lo que lo sacó por completo del estado en que se encontraba, fue un ruido que provenía del exterior. Un alboroto tan fuerte que llenó sus oídos mientras luchaba por recobrar la claridad mental. El sonido de muchas voces y el eco de pisadas resonaban en su mente. Intentó enfocarse en esas voces, tratando de distinguir algo, a alguien, pero todo le llegaba como un susurro distante.

"Limpio", repetían esas voces una y otra vez. El término resonaba en su cabeza como un eco lejano, sin entender su significado en ese momento. Intentó gritar, liberar un grito desesperado, pero un objeto áspero y frío le cubría la boca, ahogando sus palabras. Su mente bullía de preguntas, de miedos, de confusión.

Fue entonces cuando escuchó el sonido de un portazo. El ruido estaba mucho más cerca, como si la fuente del alboroto se hubiera acercado. El corazón de Alex latían con furia mientras intentaba comprender lo que estaba ocurriendo.

Y entonces, un grito ahogado rompió el caos, y la voz grave del castaño, inconfundible, lo atravesó como un rayo. "¡Por favor, sigan buscando"

Alex no podía creer lo que estaba escuchando. Luke. Era Luke quien había pronunciado esas palabras. La sorpresa, la incredulidad y la emoción chocaban en su mente. Durante todo el tiempo de su cautiverio, nunca se había atrevido a imaginar que Luke estaría tan cerca.

Las lágrimas llenaron sus ojos mientras intentaba gritar, liberarse de las ataduras que lo mantenían prisionero, pero el objeto que tenía en la boca parecía no ceder. Solo podía hacer sonidos ahogados, incomprensibles. Sus emociones eran indescriptibles, un torbellino de alegría, sorpresa y alivio.

Y entonces, antes de que pudiera comprender completamente lo que estaba sucediendo, el sonido de pasos se acercó, y el portazo resonó una vez más.

La mente del castaño dio mil vueltas, se lleno de sorpresa, desconcierto y emoción, pasaron tantas cosas por su cabeza y lo único que le importó hacer, fue correr hacia donde estaba el cuerpo indefenso de Alex sobre el piso. Cada paso resonaba como un latido apresurado en su pecho. No había palabras para expresar todo lo que sentía en ese momento.

—Alex, soy yo, soy Luke —susurró con voz temblorosa, intentando tranquilizar al moreno. No había tiempo para explicaciones, solo la urgencia de ponerlo a salvo.

Se arrodilló junto a Alex, con lágrimas en los ojos, liberando las cuerdas que lo ataban. Su tacto era firme pero lleno de ternura, como si no pudiera creer que finalmente tuviera a Alex a salvo, en sus brazos.

Lentamente retiró el objeto que tenía Alex en los labios y el moreno pudo soltar un suspiro prolongado, después las manos de Luke se dirigieron hacía la venda que le cubría los ojos.

La venda que cubría los ojos de Alex fue retirada con cuidado por manos que temblaban ligeramente, revelando el mundo que había estado oculto durante días. La luz del exterior le caló los ojos, y tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a ella. Aunque la claridad era abrumadora al principio, lentamente comenzó a discernir su entorno.

La habitación en la que se encontraba era austera, por fin veía el lugar que había sido su prisión durante un tiempo que le había parecido una eternidad. La sorpresa, la confusión y el miedo se mezclaron en sus ojos mientras trataba de comprender la realidad que tenía frente a él.

Miró a Luke, el coronel que lo había rescatado de su cautiverio, con una mezcla de incredulidad y gratitud en su mirada. Sus labios temblaron al tratar de pronunciar palabras, pero al principio, solo logró emitir un suspiro tembloroso. Su garganta estaba reseca y dolorida por la falta de uso.

Finalmente, encontró su voz y habló con voz quebrada. —Luke... ¿eres tú?

El coronel asintió con lágrimas en los ojos, incapaz de ocultar su emoción. —Sí, Alex, soy yo. Estás a salvo ahora.

Alex se esforzó por levantar una mano temblorosa para tocar el rostro de Luke, como si necesitara asegurarse de que era real. Sus dedos rozaron la mejilla del coronel, y una lágrima rodó por su mejilla.

—No puedo creerlo... pensé que nunca te volvería a ver.

La realidad de su situación comenzó a hundirse en él. Había estado a punto de perder la esperanza, atrapado en la oscuridad y la incertidumbre. Pero Luke lo había encontrado, lo había rescatado, y ahora estaba a salvo. La emoción lo invadió, y un sollozo escapó de sus labios.

—Gracias, Luke.

El coronel lo abrazó con fuerza, sosteniéndolo con ternura y protección. —Siempre estaré aquí para protegerte, Alex. Siempre.

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Se que es cortito pero ya no quería dejarles mas tiempo sin actualizar. 

¿Qué consecuencias creen que puedan surgir de esto?

¿Cómo creen que hayan dado con el lugar?

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2023 ⏰

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Unidos por el Deber... Y el corazón | Alex Claremont-Díaz & Luke Morrow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora