Capítulo 17

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Estaba sentada en los asientos del palco a la espera de que el partido comenzara. Después de tanta insistencia por parte de Pablo había cedido a viajar con ellos hasta Bilbao, lugar donde se iba a disputar el encuentro con el equipo vasco. La verdad es que el San Mamés por dentro era mucho más bonito e impresionante que por fuera. 

Las gradas estaban a reventar de aficionados del equipo vasco, aunque me alegraba ver por algunos sectores a gente que defendía el mismo escudo que yo. Creo que no era necesario decir que los nervios me invadieron cuando los jugadores entraron al campo. 

Todo el estadio se puso en pie recibiendo a los jugadores y yo no fui menos. Mi sonrisa se acentuó al ver a Pablo entre los titulares del equipo blaugrana. Esperemos que todo salga bien en este partido. 

Los minutos empezaron a correr en el contador y el encuentro se estaba disputando sin muchas ocasiones de gol. Los nervios se notaban cada vez más en el estadio al ver como se acercaba el final de la primera parte. 

Pitaron una falta peligrosa a nuestro favor. Lewandowski y Ferrán se prepararon para poner la pelota en juego de nuevo. El que terminó chutando fue el jugador valenciano y la pelota fue a parar en la barrera de jugadores. Resoplé nerviosa. Mis ojos captaron como Pablo fue corriendo directo a la pelota aprovechando la cercanía a la portería. La defensa del equipo contrario intentó impedir que Pablo se llevara la pelota, pero no pudieron hacer nada. 

Instintivamente me levanté de mi asiento, rezando para que Pablo hiciera lo que fuera, pero que acabara la jugada bien. Toda la grada estaba expectante ante lo que el joven jugador podría llegar a hacer con el balón en sus pies. 

Con gran agilidad esquivó a toda la defensa y acabó chutando a portería. 

El estadio estalló en gritos y mis pies dejaron el suelo, saltando de felicidad. Los jugadores fueron enseguida a abrazar al joven jugador y cuando estos le dejaron de felicitar se puso delante de una de tantas cámaras que había en el estadio. 

Me congelé en mi sitio al observar como sus dedos hacían una "A". Me acababa de dedicar un puto gol y seguía ahí tan tranquilo, mientras mi cabeza acababa de colapsar de mil maneras distintas y creía que en cualquier momento mi corazón iba a dejar de funcionar. 

El arbitro pitó tres veces dando por terminada la primera parte del partido. Me senté en mi asiento todavía sin asimilar lo que había pasado. Una sonrisa se formó en mis labios y no pude evitar reírme como una tonta. 

Aunque la felicidad duró poco. La vibración de mi teléfono me sacó de la ensoñación y miré la llamada entrante. Era mi madre, mi cuerpo se paralizó al pensar mil escenarios diferentes ante el porqué mi madre me estaba llamando. 

Suspiré y cogí la llamada.

-¿Mamá?

-Es tu padre

Un nudo se instaló en mi garganta al confirmar lo que creía desde que mi madre me había comenzado a llamar. 

-¿Qué le ha pasado?

-Los médicos todavía no lo saben, pero está muy grave, nunca lo había visto así

Miré a mi alrededor, reprimiendo las ganas de llorar. 

-Cogeré el primer vuelo a Barcelona, estaré allí lo más pronto posible

Después de esto y un par de palabras más colgué la llamada. No podía despedirme de Pablo, necesitaba volver a Barcelona ya. Le dejé un mensaje explicándole el porqué de mi ida y cogí el primer taxi dirección al aeropuerto. 

*

Después de unas cuántas horas llegué al hospital en el que estaba mi padre sobre las nueve de la noche. Durante el viaje en taxi hasta aquí había ido viendo el resultado del partido y me alegraba saber que mi equipo había ganado. 

Suspiré antes de abrir la puerta y encontrarme a mi padre tumbado en la camilla rodeado de cables y aparatos. Mi madre estaba en un sillón, apunto de dormirse del cansancio. 

-¿Cariño?- dijo la voz débil de mi padre

Mis ojos se cristalizaron más si es que era posible. Avancé hacia él todo lo rápido que pude y lo abracé con delicadeza.

-¿Cómo estás?

-Todo va a estar bien cariño, no te preocupes por tu padre

-¿Cómo quieres que no me preocupe papá?- dije con la voz rota, y algunas lágrimas cayendo

Mi padre me acarició el pelo con cariño.

-Me ha contado tu madre que te has echado un noviete por ahí

Una sonrisa tonta salió de mis labios.

-Es Pablo papá- le dije en voz baja

Una sonrisa apareció en el rostro de mi padre. 

-Ya sabía yo que algo entre vosotros surgiría

-¿Por eso quisiste que él me diera clases?

-Mateo siempre me pareció muy poca cosa para ti- dijo algo molesto

No pude evitar reír mientras me secaba las lágrimas.

Poco después de convencer a Pablo para darme clases la enfermedad de mi padre volvió a resurgir. Hacía cinco años que le detectaron una enfermedad incurable. Le afectaba sobretodo a los pulmones y a un sector del cerebro. No era la primera vez que venía a verlo al hospital, pero sí la primera vez que lo veía tan débil. Esta recaída le había pegado fuerte. 

La vibración de mi teléfono interrumpió nuestra conversación. Era una llamada de Pablo. 

-Cogéselo- me animó mi padre

Asentí y descolgué la llamada. 

-¿Tana?

-Pablo

-¿Está todo bien?

-No sabría como responderte a eso

Un suspiró sonó al otro lado de la línea.

-Quería ir para allá hoy mismo, pero no me lo han permitido

-Pablo tienes que quedarte a celebrar la victoria con tus compañeros y amigos

-La victoria no sabe igual si no estás tu

Una sonrisa tonta cubrió mis labios. 

-Mira que eres tonto

-¿Mañana seguirás allí?

-Sí, pasaré la noche aquí con mis padres

-Yo no sé cuando llegaré a Barcelona

-No te preocupes, ya nos veremos cuando todo pasé

Después de hablar con él unos minutos más colgamos la llamada y me centré de lleno en mi padre. Nos quedamos bastante tiempo hablando de todo y de nada a la vez. 

Me quedé dormida escuchando como mi padre recordaba y contaba a la vez una anécdota de cuando yo era pequeña. 

Nunca pensé que serías tú - Fanfic de Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora