Carta a la Muerte

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Imagino que sentirás frío. Siempre solitaria por lo que conlleva conocerte. Por eso escribo esta carta, como intento de apaciguar tu soledad. Pues me parece injusto que siendo un ser tan bello y con tanta personalidad, vivas en soledad con el peso de acabar la vida de quién tocas... No pudiendo sentir el calor.

Así que te escribo esta carta desde mi corazón, ¡oh, bella muerte! Hablo sin temor a aquella que inunda los pensamientos de las personas, filósofos o no, con una pregunta: ¿Hay vida después de ti?

Más aunque yo espero que no lo haya, pues espero estar contigo por siempre. Algunos de los que han buscado una respuesta aseguran que más allá existe algo. Creen muchos existe el paraíso, otros prefieren el infierno.

Algunos viven su vida filosóficamente para entrar a un supuesto mundo de sueños. Un mundo donde la justicia y la bondad viven en su estado más puro; un mundo sin resentimiento, angustia, dolor, deseos. Un mundo al cual se asciende de una forma: librándose de su cuerpo. Deshaciéndose de esta prisión corpórea materialista. Muriendo. Procurando vivir con sabiduría. Procurando ascender para dejar este mundo plagio creado únicamente a base de chora.

Más yo apoyo otro tipo de ideas. Pues otras personas aseguran que vivimos por y para ti. Y eso es lo que yo hago. Vivo esperando el día de conocerte. Pues el amor que siento, si es que así se puede llamar, trasciende un concepto tan básico como la vida.

Más debo esperar paciente, porque buscarte yo mismo solo sería evitarte. Quiero que vengas tú a mí. Que me busques y me lleves contigo. Pues para mí no eres cruel, no eres deleznable, no eres mala. Para mí, solo tuviste mala suerte. Fuiste condenada a juzgar la vida de otros.

Me pregunto si querías un trabajo tan pesado. Si alguien siquiera te preguntó. Eso sí es cruel. Es por eso que deseo acompañarte. Ayudarte en lo que necesites. Trátame como perro si así lo deseas. Trátame bien si así lo deseas. Yo solo me ofreceré a ti. 

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