Primeros analisis

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Tenía dos años, mis papás se separan, es poco probable recordar algún tipo de sentimiento vivido o experimentado en aquel momento pero creo que si hay un principio de esto es ese.
Hasta mis cinco años podría considerarse que era la niña más atendida y querida, todo ese amor y cariño que me hizo sentir tan bien pero ahora tan insuficiente. En ningún momento pienso que la culpa no sea mía, al contrario, creo que mis capacidades van más allá de mis actos y soy yo la responsable todos los días de alcanzarlos aunque aveces cueste y mucho.
Sintiendo tanto y viviendo tan poco, mis papás siguieron sus vidas con sus rumbos y con tanto por vivir. Siempre los vi como dos fuertes pilares, siempre tan dispuestos y activos a lo que se les presentaba por delante, modelos a seguir, pero ¿como es que eso me lleva a sentirme tan vacía?
Todavía recuerdo cuando a veces me perdía estando con mis papás, en el algún shopping, en algún rejunte cultural a los que íbamos con mi mamá, en paseos con mi papá por la capital. A todos nos pasó o eso creo, de sentirse solo por más que sean minutos o menos, y quizá ellos si me veían pero yo a ellos no.  Es muy poco razonable pensar que tendrían la culpa de esos sentimientos, pero era una niña con poco razonamiento de la vida e intensa por tener siempre la atención, al ser hija única y con primos lejanos.
Esas fueron mis primeras elecciones, en la cuales después del llanto, abracé la soledad aunque disgustada, y esperé, recuerdo no saber si, aunque parezca exagerado, me habían abandonado, y fue la primera vez que al sentirlo, no me gustó, sentí que estaba vacía y sin sentido. Fueron momentos poco importantes, pero en mi cabeza de niña millones de sentimientos e incertidumbre se pasaban por mi cabeza y no le veía sentido a nada. A quien no le pasó creo yo, algo así en la infancia.
A lo largo de mi vida reconozco factores en los cuales si hubiera tenido la sabiduría de la que  carecía en aquel momento, los días que marcaron hasta el día de hoy mis acciones hubieran sido totalmente diferentes.
Mi primer noviazgo. Dieciséis años y con una pandemia por delante. La abundancia amorosa y atención constante de mis papás no había cambiado y tampoco lo iba a hacer ahora. Me costo muchísimo darme cuenta que una nueva persona en mi vida no me tenía tanto cariño, sea por el poco tiempo compartido o como la escasez de momentos en los cuales había surgido esa primera conexión. Mi creencia es lo poco maduros que éramos en aquel momento, y un primer noviazgo en ambos casos. Volviendo atrás no recuerdo haber sentido "eso" que uno siente cuando se enamora, cuando cree que todo va a estar bien, cuando imagina momentos con una persona a su lado, como dije, éramos muy chicos.
Siendo este el caso, y yo con mi intensidad de siempre, generé miles de escenas en las cuales yo siempre salía victoriosa, pasamos mil cosas juntos buenas y malas, y con todo eso acumulado, y tanta necesidad de afecto de mi parte, aunque más creo que fue por su personalidad amoldable a cualquier escena, duramos tres años más.
El primer año fue puro romance juvenil, aunque no abundaba el amor ni el sexo, sino la compañía, y así como comenzó, terminó. Fueron tres años en los cuales después de muchos conflictos terminó siendo no mucho más que una linda compañía, viviendo juntos por el covid y ya sabiendo ambos cómo resolver los conflictos por tantas veces que los habíamos resuelto. Nunca supe si él se enamoró, quizá sintió lo mismo que yo, quizá no, pero aún así y a pesar de mi necesidad de afecto y su personalidad tranquila y quizá aveces un poco monótona, fue lindo y duradero, y en mi creencia nos sirvió a ambos para reconocer lo que queríamos para nuestras vidas.
Yo sabia que no quería esa relación, era consciente cada día del amor que escaseaba, solo temia estar sola, el gran dilema de vida de muchas personas, el hecho de convivir con la soledad en un mundo plagado de personas y con tanta compañía. Después de tanto un día surgió la necesidad más que el sentimiento, y decidí alejarme.
Todo lo que había temido tanto tiempo arrancaba. Un año sabático después del colegio que llevaron con el cursos y actividades, junto a una hernia que en ese momento controlaba pero afectaba mi humor cada día un poco más.
Era todo lindo, los días, los momentos, las soledad que tanto me asustaba formaba parte de mis momentos favoritos. Pero todo lo lindo tiene su fin, y la ambición del gusto a esta nueva versión de mi, buscó mas. Algo que yo vi como una mejora a mi vida, y termino siendo un cambio drástico que me trajo a lo que soy hoy.
Mi primer trabajo. Yo de Monte grande, un barrio con bastante gente pero muy diferente a lo que es capital. Conseguí un trabajo en esta última, y con toda la emoción del mundo y mi soledad conmigo siempre, arranque.
No pasaron ni tres días cuando llego un momento en el que sentí más de lo que había sentido antes. Sentí "eso" que no había sentido, me sonroje, tuve nervios, ansiedad por lo que me esperaba. Conocí a un chico que trabajaba nada más y nada menos que en el piso de arriba.
Yo no se que es el amor, considero que soy muy joven para saberlo, pero lo que yo sentí en aquel momento no lo había sentido nunca antes. Con un comienzo complicado y el viniendo de otra provincia a estudiar con prioridades muy marcadas, llegamos a formar una pareja, que por más linda que haya sido, y todo el amor que yo haya sentido, duro poco, y todos los momentos lindos al día de hoy no están en mi cabeza por el simple hecho de que yo no estuve de acuerdo con terminar esa relación, me dolió tanto que sentí esa agonía de cuando era chica, eso que me había pasado hacia tanto y no quería que me volviera a pasar, lo viví pero consciente de lo que pasaba, aunque inconsciente de que ese momento iba a llegar.
Me partió el alma o eso sentí. No tenía explicación alguna de las cosas que se cruzaban por mi cabeza y como algo tan lindo y en mi mente mutuo podía terminar. Pasamos momentos desagradables, pero yo siento que tenía más capacidad de reconocer errores que era lo que me falto en un pasado. Yo sentía que a pesar de todo lo malo, era mi nuevo pilar, del que si estaba enamorada muy profundamente y había imaginado escenarios hipotéticos una y otra vez. Se ve que el no, porque al irse de viaje, termino todo con un mensaje de WhatsApp, en Año Nuevo.
No quiero darle redundancia al tema por todas las veces que lo repetí una y otra vez en mi cabeza para seguir lamentándome, pero eso no termino ahí, siguió en su vuelta varios meses más.
Lo que vino después de eso fue entre lo peor y lo mejor de ese momento.
Me sentí como una nena chica pidiendo atención, esa soledad que tuve en un pasado se había ido y yo no quería aceptarlo, y él nose si por la culpa o cualquier sentimiento que haya tenido sea bueno o malo, alimentaba a mi necesidad, pero marcando un límite en la relación haciéndome saber que no volvería a ser lo que era. Eso termino de destruirme por completo. Mi vida se desmoronaba por una persona que claramente ya no estaba para mi ni conmigo como antes. Yo estudiaba, estudio en un presente de hecho, pero eso, el trabajo, mis amistades, todo pasaba a segundo plano porque mi intensidad y falta de soledad a lo largo de mi vida, me hacían priorizar cosas y aumentar sentimientos incoherentes que aunque dolieran, solo tenía que aceptarlos.
Marque un límite, le pedí que se fuera de mi vida, nose si hice bien o no, pero hubiera seguido en esa calesita sin fin de sentimientos y pocas preocupaciones personales.
Todo desde ahí estuvo gris. Mi vida funcionaba en automático y no tenía sentimientos fuertes que marquen lo que me pasaba. Solo vivía.
Arrancaron las vacaciones en la facultad, empecé a vivir sin límites ni preocupaciones, y llego mi amor actual. No fue un amor que surgió con una primera vista, pero cada vez que lo veía, se sentía mejor. Empezamos a salir y sentí que valía la pena más que nadie. Hasta que arrancaron los problemas. Después de un duelo corto y un noviazgo rápido, comenzamos a conocernos estando ya involucrados el uno con el otro. Comencé a notar que él era diferente, el no tenía prioridades, y muchas amistades o cosas que no compartíamos, y los tiempos eran menos o más cortos.
Yo nunca supe si conformarme con eso para no volver a mis relaciones pasadas en las cuales por temor a la soledad generaba un conflicto donde no lo había, pero empecé a notar que me hacía tan mal, que la vida era siempre triste. Mi trabajo tampoco me gustaba era muy cansador, sumado a estas preocupaciones y mis problemas alimenticios severos que me tiraban más para abajo, y después de muchos intentos de cortar la pareja por toda la ansiedad que me generaba, comencé a expresar lo que sentía, y de a poco esta cambiando, de a poco siento que toma consciencia del paso del tiempo y sus maneras de aprovecharlo, y cuando compartimos esos momentos, el amor abunda, las risas y las cosas lindas.
Es por eso que empecé a escribir, porque repito patrones, vuelvo a caer en el charco gracias a que no acepto mi soledad, mi intensidad me sofoca a tal punto de poner mi vida en automático sin ningún tipo de interés en nada.
Como es que siendo tan joven, viviendo sola, trabajando y estudiando podía sentirme tan mal por el simple hecho de no sentirme tan llena como en mi infancia, si es razonable que las personas que más te aman son tus padres, y lo siguen haciendo en mi caso, pero el hecho de mudarme lejos me hizo sentir la falta de compañía que tanto tenía.
Aveces estoy bien, aveces le veo sentido a las cosas que hago. En otros momentos no, siento que nada tiene sentido y que todo es negativo y desalentador
Cuanta información tiene la capacidad cada ser humano de contener, de procesar, de reflexionar. Hay días que me siento vacía ya dije, esos días en los que pienso en todo lo que vivi, desde muy chica hasta la actualidad, y reflexiono cómo actúe, como pude haber actuado, para cambiar las cosas a cómo están al día de hoy.
Lo que más me atormenta es la conciencia, saber que quizá pierdo el tiempo con gente para tapar ese vacío emocional que abunda en mi cabeza. También saber el hecho de que podría ser más feliz si es la palabra indicada, haciendo otra cosa, enfocándome en mis obligaciones y no más que eso, pero al mismo tiempo que incertidumbre me genera pensar en este caso, si una vida monótona en la cual sólo piense en hacer Plata no me haría más infeliz que ahora.
La Plata, otro gran dilema en la vida de, en mi opinión, la gran mayoría de las personas.
Yo me considero afortunada, pero esa fortuna viene como un arma de doble filo a mi cabeza cada vez que puede. Siempre me apoyaron mis papás, estuvieron ahí en cada momento haciéndome saber que no estaba sola, pero saber que toda esa carencia que ellos llenaban no iba a estar siempre, me atormenta.
Yo creo que a los seres humanos cada vez les importa menos el día a día, los sentimientos por fuera de lo que es la abundancia material, la ansiedad que genera cada día por saber si todo lo que hacemos vale la pena para algo, saber si vamos a ser recordados o significantes en este mundo con millones de personas diminutas dentro de un universo gigante.
Un alma tan viviente dentro de un ambiente lleno cuerpos sin sentido, eso siento los días de frustración y ansiedad. Lo que también pienso, o me lleva a pensar esta pelea contra mi cabeza, es que no soy la única que siente, la única que reflexiona y que analiza, tengo la creencia que todos nos pasamos mucho tiempo creyendo que somos únicos y especiales, pero aunque tengamos características únicas y distintivas, no dejamos de ser un grupo masivo de seres egoístas y para nada empaticos. No lo veo como una falla, al contrario, creo que todos somos capaces de las cosas, pero con tanta diversidad de contenido de diversos tipos, ya sea lo intelectual, lo material, lo propio humano, es muy complicado poder pensar en un otro cuando cada ser individual nunca está lleno en su interior.
No quiero generar un embrollo de teorías porque voy camino a eso si sigo este recorrido, pero en conclusión del tema, hay personas más conscientes y otras que quizá afortunadamente no tanto. Personas con sus problemas resueltos o no tan tormentosos que pueden dejar de lado el individualismo y pensar en el otro, y personas que están en el camino y hay trabas en este que no le permiten mirar un panorama general. Lo importante es tener la esperanza, porque no es un hecho, que todos buscamos la falla personal que lleva ni siquiera a ser mejores personas, porque hay muchos tipos de mejoría y eso sería un criterio personal de lo que requiere, sino a al menos a rellenar nuestro vacío emocional para poder vivir con más tranquilidad y no tanta carencia.
¿A que voy con esto? Porque no es un texto que busque hablar de economía y mucho menos planes o teorías para ser importante como ser humano. Refiero a que a pesar de todos tener una incertidumbre compartida, no dejamos de ser seres vivientes, en mi caso con amores fallidos y encontrados, que funcionaron y también afectaron mi valor, porque con lo que reflexioné anteriormente también pienso que todos buscamos ser valorados como seres humanos, aunque quizá debería ser más importante buscar el valor propio para sentirnos suficientes, y con un piso mental tan lleno, vivir el día a día sin otra preocupación que sentirnos satisfechos y transmitir esa misma demasía a los demás.
Hablando de valor, cuanta dignificación tiene un título universitario, nose si existió algún momento más pleno que el actual en el que la gente crea que un pedazo de papel no mide el nivel personal dentro de la sociedad, creo que ahora mucho se distingue de un pasado como cada uno se rige por gustos y creencias, aunque todavía esto escasa. Terminé el colegio en plena pandemia, y con esta, había perdido el ritmo de lo que conllevaba el estudio, después de terminar me tome un año podría decirse sabático, en el que busque alternativas a mi futuro solo pensando en lo que me haría feliz cuando sea más grande.
Estudie maquillaje, me encantaba, me hacía sentir viva, y lo media por la cantidad de cosas que pasaban por mi cabeza cada vez que iba a estudiar o trabajar de eso. Sentía ansiedad, emoción, felicidad si llegaba a mis objetivos y tristeza si fallaba. Pero llego el momento en el que pude trabajar de eso, siempre mi pareja de aquel momento estuvo ahí como un pilar importante apoyándome y abrazándome si fallaba, como dije, soy una persona demasiado emocional que si falla, derrumba todo lo que alguna vez le costó construir. No maquille más, y cada vez que alguien me pregunta al respecto, solo se me cruzan imágenes mentales de cosas que podría haber alcanzado pero no pude. Que locura el imaginario de la sociedad, todo lo que uno cree que pudo haber pasado si seguía otro recorrido, el problema no es imaginarlo sino atormentarse con eso, pero no deja de ser otro obstáculo en la plenitud emocional que todos buscamos, a menos que nos conformemos en el peor de los casos con las decisiones tomadas.
Así como estudie aquello, en el medio de mi abrazo a la soledad mencionado en un comienzo, empecé a estudiar en el instituto superior de profesorado de educación inicial, o como la gente reconoce "maestra jardinera". Como cuesta abrazar un término tan poco valorado, lo que lleva a sentirlo poco gratificante, no debería ser así, pero a todos nos gustaría ser astronautas o ingenieros. El problema no está en que todos soñemos grande, sino en cómo un título puede darte más o menos valor en una sociedad tan carente de inteligencia emocional y propia, y como un sueño grande para algunos vale tan poco para otros. Genere confianza siguiendo lo que de verdad quería hacer, pero es algo que se construye cada día y una pelea constante contra opiniones ajenas a la mía que tan poco valor deberían tener.
Dos de mis parejas estudiaban ingeniería, y aunque suene raro o absurdo, nunca creí que su vida rija por decisiones personales, sino que iban de acuerdo al peso de la sociedad y lo que eso conllevaba. Eran más los momentos lamentándose por la dura vida que con emoción por el trayecto que recorrían. Aclaro con esto que justamente no trato de juzgar sino empatizar y en muchas ocasiones yo pase por lo mismo, pero lo importante es parar y pensar si realmente viviendo en un futuro a costas de la carrera que estudio me haría feliz a mi, o a mi billetera. Quien piensa que si la billetera está llena es feliz, desde mi opinión humilde y con poca experiencia de años de vida, no reflexionó al respecto o al menos se deja llevar por un par de gustos en el camino. Arranque a estudiar sabiendo que como persona sintiente, y soy redundante en esto porque ya lo dije, todos somos diferentes o al menos creo que no todos analizamos lo que sentimos y eso ayudaría de mucho, pero como persona sintiente lo que más plena me hacía era la felicidad en los nenes cada vez que llegaba y se emocionaban por el simple hecho de que una persona nueva se incorporaba a su día.
Yo creí que ese era mi camino, formar personas con abundancia emocional y de hecho eso mismo estudio en la carrera, lo importante que es llenar la necesidad en la primera infancia para que con esta se pueda transitar el día con mayor calma y menos demanda exterior ya que nuestras necesidades están cubiertas. Pero la gente no lo sabe, no busca solo esa abundancia, quizá por su crianza en la cual lo necesario no era atendido o quizá sí, pero creo que en esta sociedad la ambición supera lo que realmente falta.
No le voy a dar más redundancia a lo material porque creo que ya hay bastante información al respecto y cada uno es consciente de la importancia que le da en su vida a ese aspecto, y si no, ojalá lo hicieran porque es fácil dejarse llevar por eso, pero un tema aún más redundante en mi opinión, es el deseo.
La pasión. Lo que sentimos profundamente que nos llena como seres, que nos permite afrontar la vida al menos con un instinto de plenitud y no de supervivencia.
No soy creyente de que es algo fácil de encontrar, al contrario, me parece que es un tema al qué hay que darle además de importancia, tiempo de desarrollo, porque si una pasión no nos toca la mente a diario, quizá deberíamos darle tiempo aunque no esté, y eso lo logramos en un primer momento, pensándolo. Que frase cliché esa que dice qué hay que buscar la felicidad, y si hacemos las cosas con ganas van a salir bien, porque es difícil reconocer lo que verdaderamente nos apasiona, y si lo hacemos, que tenga un valor material redundante en un lugar con varas tan extrañas que no se miden por felicidad o plenitud, sino por su valor social. Vivimos en un mundo desigual de oportunidades, hay gente feliz sin plata pero es muy poca y viceversa obviamente. Es muy difícil en un primer momento animarnos a seguir ese deseo, y si lo hacemos, que cumpla nuestros requisitos para seguirlo a lo largo de nuestra vida. Mi estructura de pensamiento acerca de este tema se basa en qué hay que hacerlo, si sale mal al menos se intenta, y si sale bien mejor aún, pero siempre se puede tener un hobbie que forme parte de nuestra vida y al menos nos dé más ganas de encararla. En mi caso me fue muy difícil reconocer lo que deseaba para mi vida, lo que me apasionaba y me hacía feliz, pero después de pasar por muchos cursos y momentos relevantes al tema me di cuenta que lo que deseaba profundamente era ser modelo. Que absurdo pensaba, algo tan insignificante como seres humanos y tan poco gratificante como dije en un pasado, aún más que la carrera que estudio, pero uno no puede negar cuando hace algo con deseo y cuando no, sentí que la moda no nos modifica como seres humanos, no genera avances en la sociedad, pero a mi me gustaba. Con esto no digo que la carrera no, pero es algo que me hacía sentir bien, no plena. Me gusta el arte, las formas de expresión, las fotos, el canto, todo lo artístico que poco sentido tiene en este mundo a menos que te destaques en ello. Creo qué hay tantas personas que viven el arte sin importar lo material, pero son pocas a comparación de los que temen seguir ese camino. Lo que me apasionaba llevaba también con ello, revolver el cajón de recuerdos, y dentro, mis desórdenes alimenticios que me persiguen hasta el día de hoy.
Una nena de 12 años o menos, no recuerdo realmente la fecha exacta, que iba al pediatra y por primera vez escucho la palabra sobrepeso. Después de eso cambió todo, la perspectiva de cómo encaraba el día y las cosas que pensaba tantas veces. Sentía culpa cada vez que comía de más, y ese era solo el comienzo. Toda mi vida o al menos la que recuerdo, asistí a nutricionistas, me parecía algo normal, pero luego comenzaron las comparaciones personales, ver como a mi hermanastra en ese momento le entraba ropa que a mi no, empezar a mirar cuerpos ajenos al mío y sentirme disgustada. ¿Cuántas personas no se sintieron inseguras de su cuerpo alguna vez en su vida? Yo creo que ninguna pero quien sabe siendo tantos. Los años pasaban y yo seguía con esa inseguridad dentro, sumado a mis papás que aunque no le daban relevancia porque como dije, siempre intentaron hacerme feliz y al menos despejarme de preocupaciones sin sentido, tenían sus problemas personales al respecto y con el tiempo lo noté porque me pasó algo muy similar. Este mundo le da importancia a cosas irrelevantes y ya perdí la cuenta de las veces que lo dije, pero es así. A veces pienso porque debería molestarme que no me entre una prenda pequeña y lo bien que me vería usándola, pero el tiempo pasa y es más el peso que le damos a situaciones hipotéticas que en vivir el presente y sentirnos plenos con las cosas como están en ese momento.
La alimentación siempre me perturbó y mucho, más de lo que me gustaría, logré sentirme plena después del colegio, porque me parece que todos tuvimos traumas en este por más pequeños que sean, debido a que en ese ámbito lleno de personas sin consciencia de lo verdaderamente importante, se toman como aspectos relevantes cosas que no lo son. El peso era uno, me veía y me comparaba todo el tiempo, y cuando terminó fue peor, porque en una nueva vida conociendo otras personas quería sentirme mejor de lo que me había sentido en un pasado, no voy a hablar de bulimia ni temas relacionados porque me siento carente de sabiduría para sumarlo a esto, pero puedo hablar de lo que yo sentí, y cuando una no se quiere a sí misma, todo le atormenta, al menos ese fue mi caso, y lo es actualmente, días en los que siento que puedo con todo, y otros más difíciles de encarar porque el sentimiento de falta personal te persigue. Conocí a mucha gente qué pasa por lo mismo, todos escondidos tras una máscara conformista pero que esconde muchas cosas, y está en uno mismo el cambiarlo y darle importancia a la vida misma que a este aspecto que poco afecta a nuestro futuro.
Escribiendo también me doy cuenta cuantas cosas puede contener una persona en su cabeza, y cuantas cosas o pensamientos compartimos y quizá no lo sabemos.
Aveces freno y pienso en esas cosas, viendo gente por la calle me pregunto que pasará en su vida, adónde irá, que le perturba, que le da felicidad, obviamente nunca voy a saberlo, pero me imagino historias que aparte de ayudarme con el aburrimiento que atormenta a tantas personas y no sabemos qué hacer con él, me tranquiliza pensar que quizá alguien siente más cosas que yo, sean buenas o malas, quizá viene un cliente a mi trabajo a comprar y no me saluda, pero esa persona puede estar viviendo en automático o de mal humor o millones de posibilidades, y retomo la idea, nos hace falta empatía y no tomar todo tan personal.
Parece que con esto existe la solución para crear una sociedad perfecta, pero no creo que sea posible, de hecho siento que va a aumentar todo el egoísmo personal de cada uno y hasta el mío, pero por el simple hecho de que la sociedad genera estigmas en sí misma de valores escasos y creencias falsas. Todos buscamos a alguien que nos ayude a transitar más fácil nuestra vida o solucione nuestros problemas, es duro pero no suele pasar, y aunque tengamos mil teorías de cómo cambiar las cosas, son las personas de más poder las que influyen en la masa social.
Es un buen paso encargarnos de al menos sentirnos plenos, y lo digo yo con un millón de cosas que encaran mi día a día y lo dificultan, sea mi soledad agobiante, el dinero o mi autoestima que cambia cada día, pero lo importante o que me da esperanzas es ir paso a paso sintiendo y reconociendo que me pasa, que les pasa a los demás.

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⏰ Last updated: Oct 09, 2023 ⏰

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Notas para una vida sin rumbo y con mil rumbos por seguirWhere stories live. Discover now