03: Indiferencia

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Capítulo 03 | Indiferencia

Mi corazón acelerado retumbaba sonoramente en mi pecho. Puse una mano sobre éste en un nefasto intento por calmarlo, y conté hasta diez mientras intercalaba aspiraciones profundas con expiraciones atropelladas.

Su olor se había impregnado en mi ropa e inconscientemente cerré los ojos; me abracé mientras sellaba este recuerdo en mi mente.

Alex es atractivo, lo suficiente como para robarme un par de suspiros al día y captar mi atención. Pelo negro, ojos verdes, barba de tres días y mandíbula marcada; cuerpo trabajado en el gimnasio y calculo que supera el metro ochenta de altura. A simple vista parecía un hombre perfecto, pero mi lado racional me recordaba que nadie lo era, que tal vez Alex escondía algo debajo del traje que no encajaba con su semblante perfeccionista, pues cuidaba cada detalle de su apariencia física.

Suspiré por enésima vez, soltando todo el aire contenido.

― ¿Vamos?

Su voz me sobresaltó. Al abrir los ojos, su mirada estaba posada sobre mí, lo que provocó un ligero rubor en mis mejillas.

La lluvia caía con fuerza sobre el asfalto, salpicándonos aún cuando estábamos resguardados en la oficina. Y aún cuando no hacía frío, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, obligándome a salir del trance en el que me había sumergido mientras controlaba mis emociones y me dejaba llevar por mis pensamientos indiscretos sobre Alex.

Asentí y le seguí hasta el coche que había aparcado en frente de nuestro edificio. Me abrió la puerta del copiloto y se mantuvo a mi lado hasta que entré en él. La lluvia caló su ropa en apenas unos segundos, y se apresuró a subirse al coche antes de acabar completamente empapado.

Su coche olía a nuevo, pero también a la colonia que hoy había utilizado. Me dejé arropar por ese olor tan masculino que le caracterizaba mientras lo ponía en marcha. 

Alex, a mi lado, se había revuelto el pelo para retirar el exceso de lluvia en él y encendió la calefacción para entrar un poco en calor. Se aflojó la corbata y se quitó la chaqueta.

Mientras observaba cada movimiento de sus manos en su cuerpo, un par de gotas cayeron en éstas, obligándome a desviar la mirada hasta su pelo, el cual lucía despeinado tras el paso de la lluvia. Pequeños mechones negros se pegaron a su frente, otros caían hacia un lado. Ya no parecía aquel hombre perfeccionista y trajeado de la oficina, ahora lo sentía más cercano, más real y auténtico. 

De repente, se acercó mucho a mí, tanto que podía apreciar el olor mentolado que salía de su boca. Tenía sus labios a escasos centímetros de los míos. Una gota de lluvia resbaló de su pelo a mi mejilla. Sus ojos verdes lucían divertidos observando como mi cuerpo entraba en shock.

Tragué en seco. Mi corazón se aceleró de golpe, mi cabeza se imaginó que iba a besarme e inconscientemente cerré los ojos y puse morritos. 

Pasaban los segundos, yo seguía sin abrir los ojos y me preguntaba por qué aún no me había besado. 

Escuché su risa de fondo y abrí lentamente los ojos. Alex había vuelto a su posición inicial y se estaba abrochando el cinturón.

¿Qué acaba de pasar?

Hice el amago de abrocharme el cinturón, pero ya lo llevaba puesto. Segundos después caí: Alex se acercó para abrocharme el cinturón, no para besarme. Me había humillado yo solita, así que me hice un ovillo en el asiento del copiloto y me alejé de él todo cuanto pude. No podía ni mirarle a la cara. ¡Qué vergüenza!

―¿Puedes poner tu dirección en el maps? ―preguntó como si nada. 

Alex me pasó su móvil con la app de maps abierta y puse en ella mi dirección. Sabía que me estaba observando mientras lo hacía, pero apenas podía mirarle sin morirme de la vergüenza. Le pasé el móvil, sin mirarle, y tardó unos segundos en cogerlo. Cuando lo hizo, sus dedos rozaron los míos y sentí una descarga eléctrica en mi mano. Me asusté y la aparté de golpe.

Tú No Eres Mi Jefe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora