Epilogio

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¿Te arrepientes de algo en tu vida  ?- Siempre le preguntaba eso él hombre que estaba a su lado. Ella a pesar de ya tener su cabello blanco con algunos cabellos rubios solo atino a  reir, habían pasado más de 20 años  desde la boda de su primera hija, luego el tiempo siguió su curso y sin darse cuenta eran de nuevo los dos juntos como al inicio, solo que está vez ya no eran unos jóvenes, en esta ocasión estaban celebrando su 50 aniversario de bodas toda la familia había regresado a Chicago para tal celebración. Salieron de su habitación este día sería el más largo, ya que sus hijos les tenía preparado algunas actividades y claro sin contar de la cena romántica, en dónde estarían los dos solos.

- Oye.... No me respondiste la pregunta...- Le reclamo el hombre, fingió estar indignado con ella, pero recibió un beso como respuesta.

- Nunca... Jamás me arrepentí de algo...- Decía mientras arreglaba a su esposo su corbata... A su mente llegó la primera vez que lo vio... Había pasado más de 63 años cuando lo conoció... Tenía entre 5 y 6 años la primera vez que Albert y Aurora se conocieron.

63 años atrás

- No... Puede ser...- Lloraba a mares mientras corria... - Hija...- Su mamá quiso detenerla, pero su esposo no lo hizo.

- Dale un poco de tiempo...- Dijo mientras el también lloraba, enterarse por su propia boca que su abuelo murio en un accidente le dolió mucho a la pequeña... Sus padres no se imaginaban  que ella no se encerraría en su habitación, ella salió de casa, corrió, corrió y corrió, hasta la colina, en ese lugar compartió la última tarde con su abuelo bajo la sombra de ese árbol. Recordó que le prometió que volverían a tener un picnic, cuando el regresará de su viaje de negocios, después ella se enteraría que no fue un accidente, sino que alguien planeaba acabar con su familia, sin embargo eso no se llevó a cabo, gracias a qué estaban protegidos por los Ardley.

- Lloro amargamente... Y se trepó al árbol que estaba en la mitad de la colonia... Busco en todo el horizonte la llegada de su abuelo, se aferraba a qué regresaría, así duro una semana... Hasta ese día que fue el entierro de su abuelito... Todos lloraban amargamente, su hermano mayor la abrazaba muy fuerte, luego se soltó de su hermano y fue abrazar a su abuela que desconsolada lloraba mientras enterraban al que un día fue su esposo, miro a su padre, él estaba más peor que su Dodita como le llamaba de cariño a su abuela paterna.

Al regresar del entierro corrió de nuevo a la colina  trepó, se quedo un rato mirando el firmamento, la tarde estaba empezando a ocultarse, sabía que tenía que descender, lentamente comenzó a bajar, lamentablemente una rama se rompió y cayo, sin embargo no topo piso, sino que estaba encima de algo, más bien de alguien.

- Auch...- Fue lo único que dijieron...

- Perdón... La yama se yompió...- Dijo Aurora mientras se traba de levantar torpemente.

- Tranquila... Si no hubiera estado aquí usted estaría lastimada...- Le dijo él niño.

- Quiero disculparme... Soy William Albert Ardley... Espero que haya sido un buen colchón para amortiguar su caída.

- Aurora rio después de una semana...- Muchas gacias jóven William... Disculpe po a ve caido encima de usted... Soy Aulola Smith...- Dijo la rubia.

- Es un bonito nombre... Aurora... - Albert cortésmente se ofreció en llevarla a casa para que la revisaran si no tuviera alguna lesión. George que apenas era un adolescente de 12 años se acercó.

- George... Mira ella es Aurora... Estaba en el árbol y se cayó...¿ La podemos escoltar a su casa ?...- George asintio y se encaminaron a la casa de la rubia.

- No te preocupes, George es de confianza...- En el camino Albert iba haciéndole conversa, se dió cuenta que ella estaba muy triste. Cuando llegaron a la entrada una de las mucamas los esperaba, rápidamente los recibió Albert le contó lo sucedido, la mucama se rio, conocía lo traviesa que era su niña, invito a pasar a Albert y George.

George les contó a los padres de la rubia lo sucedido.... Lamento que vengamos en este día, se que hoy fue el entierro de Alfred Smith, pero él señorito quería que la pequeña Aurora estuviera bien.

- No se preocupen... Mi hija es muy curiosa y casi siempre se cae de un árbol, estar en ese lugar es su forma de desahogo, mi hija ama mucho a sus abuelos, pero el cariño por mi padre era especial.

- Y no se preocupen, se que ya es un poco tarde, William viene en camino a recogerlos, le notifique de su llegada.

- Antes de despedirse Aurora agradeció al niño de ojos azules, William les invito a una fiesta que se realizaría en un mes.

El día de esa fiesta fue el inicio de los negocios de Ardley- Smith, los adultos notaron que los niños se llevaron muy bien, pero para su sorpresa cada familia le tomo aprecio a los pequeños, Camila adoro al pequeño Albert y bueno Priscila adoro de la misma forma a la pequeña rubia.

Presente

- Feliz aniversario mamá y papá...- Albert y Aurora miraron a sus hijos, cada uno ya era casado y claro un gran número de nietos y no solo eso pronto serían bendecidos con su primer bisnieto, aún no eran tan viejos y pensaban que a este paso verían a su tararanieto. La comida paso entre risas, los adultos reían por las ocurrencias de los niños y al parecer tener más de 5 niños no era suficiente, los rubios amaban con locura a sus nietos, desde el mas pequeñito al más grande; Aurora y Albert recordaron la primera vez que sostuvieron en sus abrazos a su primer nieto, a pesar que ya era un adulto su niño era celoso, algo que heredo de su padre, Albert nunca penso que podria ser más engreido que su padre, su pensamiento fue interrumpido por su último nieto.

- Tata...- Pronunció el pequeño, quien a penas tenía un año de vida...- Albert lo alzó en sus brazos y mimo al pequeño, pronto los más grandes desearon la atención de su abuelito, Albert pensaba que no saldría vivo de sus niños, si pensaba que Candy era traviesa, pronto se dió cuenta que su niña no era tanto a diferencia de sus hermanos que la superaron en travesuras, pero sus nietos eran el triple de traviesos al igual de tener un corazón noble.

- La familia compartió hasta entrada la noche en dónde los adultos se encontraban en la sala principal. Cada pareja dió espacio a los Ardley- Smith, en la sala se podía ver a cinco cabecitas rubias y dos por el paso del tiempo de un color blanco

- Mira... En esta saliste con los ojos cerrados y en esta otra... Se te notan las pecas...- Se burlaba Henrey de Candy....

- Pero tú eres más pecoso que yo...- Decía alzando su nariz, fingiendo enojo con su hermano...

- Bueno.... En esta te miras muy tierno...- Le decía su otra hermana... Recordando una fiesta de halloween que él se disfrazó de conejo. Pasaron un rato más con sus padres, recordando un poco el pasado.

- Espero que tengan una noche muy romántica....- Les dijo su último hijo que ya tenía 33 años, Aurora le puso el nombre de su abuelo Alfred, cuando lo tuvo en sus brazos se dio cuenta que era el mismo retrato de su difunto abuelo. Cada uno se despidió de sus padres, la familia estaría una semana más en Lakewood, luego todos regresarían a sus casas; Candy vivía en la ciudad donde nació Shakespeare, Henrey se había convertido en el patriarca de la familia y gracias a su astucia logro conservar todas las riquezas de su familia, su gemela Navier, ella regresaria a Francia, William era de forma aventurera recorría el mundo junto a su familia y por último Alfred se convirtió en el heredero de su abuelo, además de ser uno de los mejores veterinarios de su época.

Entre risas degustaron su cena, luego bailaron un poco y su noche termino con un paseo romántico por los extensas tierras de Lakewood, la noche era maravillosa, les recordó sus largas caminatas cuando eran unos niños, por cada rincón que observarán estaba lleno de momentos alegres.

La vida siguio su curso, así como cada historia tiene un final, pero ninguna historia de amor tuvo tanto romance como la Albert y Aurora, su vida fue contada por generaciones.


FIN

De la amistad al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora