━━━━━Capítulo único━━━━━

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—Dijiste que no sería solitario

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—Dijiste que no sería solitario

—Soy un demonio, mentí

Despertó. Aziraphale abrió los ojos con dificultad. El blanco cegador del lugar lo aturdió un momento hasta que por fin pudo adaptar sus ojos a la luz. El haber vivido tanto tiempo entre humanos le había influenciado en algunas cosas como el acto de dormir o ser sensible a mucha luz, por lo que en la librería iba alumbrado en su mayoría por velas. Miró alrededor como si estuviera buscando algo y luego agachó la cabeza rendido, pues no había nada en aquel triste lugar más que solo un pequeño escritorio y el amplio espacio vacío que era asfixiante. Entonces recordó que ahora era el Arcángel Supremo.

Los hechos que habían llevado a Aziraphale a ese puesto tan alto fueron como una puñalada repentina: Rápido, doloroso y cuando parpadeas no sabes que acaba de pasar pero estás ahí con sangre en tus manos, muriendo y sabiendo que nada será igual... Claro que Aziraphale no estaba exactamente muriendo, pero una parte de él estaba ardiendo de dolor. Había días en los que se preguntaba si había hecho lo correcto, luego sacudía la cabeza y trataba de convencerse de que sí lo era, porque cualquier lugar donde esté Dios es lo correcto, lo puro y lo bueno, sin embargo, luego su mente reproducía imágenes de lo que había dejado atrás y empezaba a lamentarse.

Se sabe que los ángeles y cualquier ser celestial no han de experimentar el lamento y el duelo, eso se dice porque jamás habían convivido con los humanos como Aziraphale había hecho y jamás habían tenido un demonio quien lo consolase como Aziraphale había tenido. Cuando abandonó la tierra, Aziraphale no se llevó nada. Así como uno nace sin nada y muere sin nada, se había ido. Únicamente se llevó consigo lo que tenía puesto y la marca de un beso que había sido el inicio de su miseria, además de abandonar el único lugar que sentía como suyo y dónde podía regresar si quería ver a su amado una vez más, pero ya no regresaría, pues no tenía el derecho después de haberle dejado una palabras tan frívolas porque no encontraba la fuerza de decir las palabras que tenía guardadas desde hace mucho tiempo y tampoco las encontraría.

Ya no tenía nada a qué aferrarse, nadie quien lo consuele, nadie quien lo mire en sus ojos asustados que pretendían ser luminosos como los de un ángel debería tener. Entonces Aziraphale lloraba en silencio, porque se agregaría a su lista de mala suerte que los demás supieran que tenían por Arcángel Supremo a un llorón. También tomaba siestas cuando terminaba sus jornadas de trabajo que en su mayoría eran cortas pues siempre tenían "todo arreglado" y no lo dejaban intervenir con sus ideas.

—¿Por esto es que regresé al cielo? —Se preguntó una vez —en un susurro, cómo si estuviera preguntando algo prohibido— mirado al globo, específicamente cierta parte de Inglaterra, y enjugó una lágrima. Lo hecho, hecho estaba y ya no podría regresar o se pondría en peligro. Volvió a su escritorio con pasos pesados y cerró sus ojos sumiéndose en otro sueño.

—¿Se supone que pase algo?

—Claro, perdón, Sabía que faltaba algo

Hágase la luz

|| Sueña dulce entre las estrellas, ángel ,, Ineffable Husbands - Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora