CAPÍTULO 1 - ¡ALERTA!

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-Rápido, por favor, no tenemos tiempo que perder -dijo Invictor con urgencia.
-¿Quieres que me dé prisa y tus hamburguesas queden crudas o esperas un poco y te las llevas bien hechas? Es muy importante cocinar bien la carne... -respondió el chico que lo atendía, sin mucho ánimo de apresurarse, con movimientos cada vez más lentos.
-¿La car-ne? ¡Yo te pedí hamburguesas de frijoles porque soy vegano y no como carne! -exclamó Invictor.

El chico se quedó paralizado y miró a Invictor con muy mala cara, le estaba haciendo perder el tiempo y eso no se lo podía permitir, pero Invictor tampoco. "Te estamos esperando", "¡Ya tenemos hambre!", "¿Listo para ver perder a tu equipo?" decían los mensajes que llegaban al móvil de Invictor.
Calculó que no habría tiempo de ir a por helado, tendría que volver corriendo a la casa porque las hamburguesas tardaban más de lo esperado; el partido de fútbol entre su equipo y el de Mayo estaba por comenzar y habían hecho una apuesta muy grande para el final del torneo. Llevaban esperando toda la temporada para ver a sus dos equipos enfrentarse, lo que hacía de ese domingo el más emocionante en mucho tiempo.
De hecho, era la primera vez que Invictor tenía toda la casa libre para poder celebrar el partido sin molestar a nadie. Vivir en el pueblo era divertido; había tres gimnasios, un campo de fútbol, una escuela, una tienda de zanahorias, un hotel de lujo...
¡pero solo un restaurante de hamburguesas donde el cocinero era muuuuy leeeento! De todos modos, nada podía arruinar ese domingo. Además, era un día hermoso: el sol empezaba a brillar de nuevo, dejando atrás una lluvia de primavera que había dejado humedecido el ambiente. Sería buen momento para salir a pasear por el bosque o incluso viajar un poco más y llegar hasta la playa, ya que no habían ido al mar en meses.
Si emprendían el viaje, podrían invitar a Timba, Mike, Rius o Trolli y pasar unas vacaciones cortas con ellos para salir de la rutina. Sin embargo, el día de hoy iba a ser mucho más sorprendente, pues la apuesta que habían hecho Mayo e Invictor iba a cambiar sus vidas.

-Aquí están tus hamburguesas de frijoles -dijo el cocinero mientras se comía las hamburguesas de carne que ya había cocinado-, y que sea la última vez que me apresuras, muchacho.
-Gracias, gracias, ¡graaaacias! -contestó el mientras dejaba los billetes y algunas monedas de propina sobre el mostrador y agarraba las bolsas con la comida.

Invictor salió corriendo hacia su casa, que estaba en una de las últimas calles del pueblo, frente a un campo de fútbol dónde él y Mayo entrenaban con otros compas que vivían cerca. En el camino vio a varios niños con las camisetas de ambos equipos, ansiosos por llegar a tiempo y sentarse frente al televisor, igual que él. Para ser domingo había mucha gente en las estrechas calles del pueblo, por lo que las pocas tiendas estaban llenas. Pensó que tendría que haber ido al otro pueblo, aunque estuviera a un par de kilómetros, porque ahí vendían de todo: pizzas de brócoli, pasteles de zanahoria, hamburguesas de calabacín... todo tipo de comida que le hacía feliz. Al final, la única cosa que importaba era llegar a tiempo para no perderse el silbato de inicio del partido, por lo que echó a correr y pudo llegar a casa antes de lo que creía.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2023 ⏰

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INVICTOR Y MAYO en busca de la esmeralda perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora