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Hyunjin conocía a Felix desde que tenía memoria, sus madres siempre habían estado juntas desde la secundaria y llevaban una bonita amistad irrompible

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Hyunjin conocía a Felix desde que tenía memoria, sus madres siempre habían estado juntas desde la secundaria y llevaban una bonita amistad irrompible.

Por eso era normal muchas cosas entre ellos, eran mejores amigos así que hacían muchas cosas juntos. Podían dormir juntos en una misma cama, jugaban juntos en el parque, incluso se daban baños juntos.

Eso para ellos era tan normal como respirar. Sin embargo, siempre había algo que mantenía curioso a Hyunjin.

Siempre que hacían una actividad en donde implicaba mojarse, o quitarse la ropa. Felix siempre tenía sus calzones puestos, nunca le preguntó porqué, pues el pecoso era tímido, mucho.

Cada vez que conocían a alguien nuevo, se escondía detrás suyo y miraba desconfiado al desconocido.

También el siempre mantenía su ropa interior puesta para no incomodarlo, y no recuerda la última vez que estuvo desnudo por completo al frente de su amigo, y la verdad no le importaba mucho.

Ahora, ambos estaban uno frente al otro, sentados en la bañera, había sido un largo día de escuela y había echo bastante sol.
Felix iba en su primer año de secundaria y Hyunjin en el segundo, un año de diferencia era algo significativo para ellos, pues no podían estar nunca en el mismo salón.

El pecoso había cumplido 12 no hace mucho, y Hyunjin tenía 13.

Hyunjin miraba como el rubio jugaba con un patito de hule, era alguien fastidioso quien siempre se la pasaba murmurando cosas que apenas podía escuchar.

Aún así, ese fastidioso era su mejor amigo y el único que soportaba su carácter de mierda, siendo propio de un alfa.

En parte, pues Hyunjin aún no tenía su primer celo, pero daba todos los indicios de ser un alfa, la verdad le agradaba eso, así podría seguir aplastando a los extras idiotas que se quisieran pasar de listos con el rubio.

Porque si, Felix al ser alguien algo pequeño para su edad y que sea putamente adorable y tímido, lo hacía un blanco fácil para bravucones estúpidos, por suerte el siempre estaba cerca cuando le quería hacer algo.

Y no había nada mejor que escuchar un "¡Increíble, Jinnie!", Después de darle una paliza, además de ver esos ojos brillantes llenos de admiración hacia su persona, era algo que quería que nunca parara.

Siempre era así, el era quien mandaba, era el líder y su torpe Felix era quien le seguía, le regañaba de vez en cuando, alguna veces le había echo llorar también por culpa de su mismo carácter, pero siempre hacia algo para arreglarlo.

Felix era el único que lo hacía mantener sus pies en la tierra, aunque nunca lo diría en voz alta, estaba más que contento con su pecoso, era el mejor.

Cada vez que lo veía cerca suyo y le sonreía le hacía calentar el rostro y revolotear el estómago, como si tuviera insectos dentro, era extraño, quizás solo eran cosas tontas suyas.

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