Volleyball.

311 44 19
                                    

¿Qué tipo de encargado supuestamente responsable deja que los más de 159 seres vivos que están bajo su poder organicen una salida hacia una isla privada de uno de ellos con la única condición de que ninguno vuelva a pelearse durante todo el siguiente año?

Así es, la Organización de las Naciones Unidas con más ojeras que ojos.

Después de que cierto hablante chino rompiera una ventana porque estaba jugando voleibol con Polonia y este mismo rematara lo suficientemente fuerte como para que el chino respondiera mal, la pelota diera hacia la ventana más cercana y que, los vidrios rotos cayeran hacia un alemán que estaba pasando un día terrible, la ONU se cansó de todo y dijo que se fueran a sus casas, que al día siguiente le mandaran lo que hicieron.

La mayoría se quejó.

Porque las reuniones eran de los únicos lugares donde todos podían convivir en conjunto sin tener cámaras vigilando.

— ¿Por qué no los castigas solo a los rompieron la ventana? — miró a China y Polonia quienes estaban prestando la mínima atención a las acusaciones, ocupándose en ver si a la pelota no le había pasado nada.

— ¡Ah! ¿quiere saber por qué, Grecia? ¡¿de verdad?!—.

La gigante sala quedó en silencio gracias al grito.

— Creo que ya no — solo se sentó.

Hubiera estado así durante un rato con una organización mirando a cada uno de ellos pero el polaco, quién estaba poniendo el balón entre sus pies, alzó la voz.

— Ustedes también tienen algo de culpa.

Murmullos audibles diciendo «sinvergüenza, ¿cómo va a ser nuestra culpa si lo hicieron ustedes?, ¡también jugaban Ecuador, Japón y Argentina!, Ecuador no estaba jugando, odio a todos, tienes razón, China tuvo todita la culpa, pero se entiende que no solo nosotros estábamos jugando».

— Oigan, tengo un vidrio incrustado en mi ojo, ¿alguien por favor podría ayudarme?

— Argentina desvió la pelota con su rayo láser — opinó seriamente Jamaica.

— ¿Querés ver?

— ¡Mi ojo! — reiteró el alemán, OMS no estaba, tampoco médicos que supieran algo sobre el cuerpo de un país, entonces, necesitaba la ayuda de alguien.

— Mañana debemos ir a misa ¿verdad? — preguntó el polaco, Francia respondió afirmativamente.

— Alemania. Primera sala, lado derecho en el segundo piso — ONU se dignó a hablar, quedando la sala en silencio, estaba indicándole donde podrían ayudarlo — En cuanto a todos los demás... Polonia tiene razón, ustedes no hicieron nada en contra para que ellos dejaran de jugar, solo miraron como cómplices. Así que, todos a sus casas, no los quiero volver a ver hasta la siguiente reunión, me mandan su trabajo mañana.

Quejas volvieron a inundar la habitación.

— ¿Este no es el momento de la historia donde USA tiene que decir su opinión? — preguntó al aire el egipcio.

La mayoría dirigió su vista a un estadounidense aparentemente dormido.

A sus costados estaban México y Canadá, quienes decidieron moverlo un poco, ocasionando que este soltara algunas palabras.

— Se pueden quedar en mi isla privada mientras hacen sus trabajos, creo que está cerca de Hawái... — murmuró — pero no me molesten.

Nuevamente murmullos y opiniones divididas en la grandísima sala.

— Quizás si todos ustedes me colaboran el año siguiente siendo ordenados, cuidadosos y no ruidosos, los dejaré pasar dos meses en esa isla sin molestarlos.

— ¡Viva la ONU! — gritó eufórico Colombia, los demás respondieron con aplausos.

MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora