𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟔

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"Se encontró de nuevo en aquel lugar que descubrió recientemente, los dos pilares que se alzaban frente a ella la recibieron con majestuosidad, sus ojos vagaron siguiendo siempre el listón rojo que descendió de ambas estructuras hasta llegar a unirse y trenzarse creando así una unión donde en algunas zonas se veía tiznada de negro.
Agatha alzó su mirada, desde hacía un rato tenía la certidumbre de que en la cima de ambos pilares había algo, la chica agudizó el sentido hasta que levemente pudo distinguir dos fotos enmarcadas en cuadros de plata, esbozo una sonrisa cuando su vista se enfoco en su fotografía donde posaba con una suave expresión, luego observó el marco de al lado donde se sorprendió de encontrar de una manera borrosa la imagen de Egan con aquella sonrisa casi imperceptible que siempre tenía.

La delfiense entreabrió sus labios, dispuesta a expresar algún pensamientos que tenía en mente cuando todo se desvaneció y quedó reducido a un manto estrellado, la chica parpadeo desubicada antes de sentir cómo algo se reclinaba sobre su hombro izquierdo. Agatha giró rápidamente el rostro topándose con las cosquillas que el cabello ensortijado del ateniense producían en su nariz, extrañada por este raro suceso se percató que se encontraban sentados en el extremo opuesto del Oráculo y que además estaba haciendo algo de frió, se removió un poco escuchando un murmullo por parte del chico.

—Perdón por despertarte, lindo— Susurro despacio la castaña para acomodarse y seguir admirando las estrellas. Pensé que esta noche no nos veríamos.

Egan no emitió una sola palabra, se apegó más al cuerpo de la mayor sintiendo el tacto con la piel tibia de la delfiense y solamente cerró los párpados, respiro calmadamente y de un momento a otro tuvo que morderse el labio inferior para evitar que un sollozo se escapara, sintió como el agua salada se comenzaba acumular en sus ojos y solamente trato de buscar más contacto con Agatha.

—Tengo miedo— Expresó tan bajo, casi como un débil gemido de dolor que fácilmente se podía perder con los sollozos que lograron escapar al final de aquella oración, no abrió los ojos, pero percibió perfectamente como la chica le tomaba del hombro y trataba de hacerle que alzara la mirada.

—Amor. Egan ¿Que ocurre?— Extrañada por aquel repentino comentario la joven de tez trigueña se incorporó sobre sus rodillas y trato de ver el rostro de su pareja, sin embargo, encontró una resistencia que logró desesperarla.— ¿A que le temes? ¿A la guerra? ¡Egan háblame!

A ella le dolía, se sentía realmente triste al ver como el chico que siempre se mostraba seguro de sí mismo frente a todos estuviera sollozando mientras se abrazaba con fuerza, la chica sabía que todos los humanos tenían sentimientos y que algunos no los demostraban a la ligera, pero cuando lo hacían; ella no sabia como reaccionar. Agatha solamente atinó a abrazar el chico y acercarlo a su pecho consolándolo, sus manos se aventuraron a entrar en aquella ensortijada cabellera donde repartió leves y suaves caricias, y mediante el contacto trato de tranquilizar al ateniense.

—Linda, tengo miedo. Agatha, tengo mucho miedo.

Agatha parpadeo mientras dejaba escapar un bostezo algo largo y hondo, sus ojos marrones se deleitaron con la vista del paisaje tropical que pasaba frente a ella antes de escuchar una exclamación de las mellizas

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Agatha parpadeo mientras dejaba escapar un bostezo algo largo y hondo, sus ojos marrones se deleitaron con la vista del paisaje tropical que pasaba frente a ella antes de escuchar una exclamación de las mellizas. La delfiense giro su rostro con rapidez encontrando a las chicas discutiendo por un trozo de pan de pita, esbozo una sonrisa al momento en que suspiraba con resignación.
Como era previsto habían partido a las nueves en punto, siendo el ejército helénico quienes comandaban a la marchas y cercano al final de la comitiva se encontraba la careta que trasladaba a las chicas, la castaña iba apoyada en la orilla de madera; pensando en aquel peculiar sueño que hasta ese momento lo sentía tan vivido. No había entendido el significado y en ese momento ya estaba pensando seriamente que había comenzado a alucinar cuando iba a dormir porque el Egan que encontraba en los sueños era más vulnerable y transparente que aquel que siempre le invitaba a dar un vuelta por los alrededores. «Quizás si me este volviendo loca»

Cabalgaron por un largo rato, llegando hasta una zona cercana de la ciudad espartana; lugar donde los guerreros comenzaron a montar un disimulado campamento, las chicas bajaron de la careta al momento en que el mentor les llamó.

—La tienda se encuentra aquí, pueden instalarse de una vez— El adulto las guió, en el recorrido la castaña logró divisar a Heraclio que cargaba sobre su hombro algunos trozos de maderas y más allá Calixto daba órdenes a los menos experimentados para que colocaran los suministros en un lugar seguro, sin embargo, no divisó a Egan por ningún lado.— No tenemos más espacio, por ende tendrán que dormir la misma carpa además de compartirla. Traten de dormir, Egan junto a otros más vigilarán.

El entrenador se despidió y las jóvenes se dispusieron a entrar, el interior de la carpa era rudimentario y sencillo, con varias camas para los heridos, vendas, ungüentos y telas suaves.

—Bueno no está mal— La melliza de ojos caoba sonrió de medio lado antes de volverse a las demás.— No olviden que estamos en guerra de un momento a otro esto puede ponerse feo y no quiero que me toque atenderlas a ustedes.

—¿Tenemos que estar siempre juntas?— Preguntó la de cabellos rubios y Agatha suspiró con molestia por su estúpida interrogante. Digo, al menos podemos salir y eso ¿No?

—No estamos en la Plaza Omonia, estamos en un campo abierto donde los espartanos pueden estar agazapados entre la maleza. Lo más prudente es mantenerse cerca y evitar pasar un mal rato ¿No lo crees, extranjera?— La castaña achicó su mirada al momento en que se topo con la contraria, su voz sonó un poco más brusca y fuerte de la normal haciendo que la rubia se tensara.— Además, no creo que sepas defenderte si alguien intenta raptarte.

Un ambiente algo tenso se formó entre ambas chicas, la castaña escudriñaba con la mirada a la extranjera, el cuerpo delgado y la cabellera larga que casi rozaba el piso de tierra, los ojos exóticos y la piel de porcelana que contrastaba con todo el alrededor «¿Sera hija de un rey? ¿Desterrada? ¿Huérfana? ¿Por qué diablos una princesita se postuló para esto?»

—Atha tiene razón— La menor de las mellizas habló de repente, con un tono suave se aproximo a la rubia y le dio brindo una sonrisa mínima.— Creo es la primera vez que estás envuelta en una guerra, pero no te preocupes tal vez las cosas no se pongan difíciles, Nile.

«Extranjera» Agatha achicó su mirada, los brazos cruzados sobre su pecho se tensaron y el ceño se frunció levemente, repentinamente su ser repudia el contacto con aquella desconocida que llevaba por nombre Nile. No lo entendía. Nunca había pasado por algo así, pero ahí estaba alejada de las tres chicas que conversaban tranquilamente mientras su mente exclamaba que tomara el primer caballo disponible y que cabalgara hasta regresará a Corinto.Eso era lo que su mente quería hacer, pero sus acciones tomaron un rumbo diferente. Mientras preparaban ungüentos naturales antes del anochecer, Agatha ayudó en más de una ocasiones a la rubia que confundida mezclaba plantas silvestres con las medicinales, en otro momento le tomó del brazo evitando que cayera a la tierra y que se lastimara. Nile en toda ocasión le agradeció con bastante vergüenza tratando de no cometer los mismos errores o buscar mirar por donde caminaba.

—Le agradas— Había dicho la melliza de ojos caoba.

—Si claro— Respondió mosqueada antes de tomar el manojo de ramitas que servirían para hacer una fogata sencilla donde cocinarian.

...

Agatha despertó, salió de entre las frazadas que la cubrían y con sigilo se cercioro de que las demás estuvieran durmiendo; al estar segura se encaminó despacio para levantar apenas las telas de la carpa y salir a la fresca noche. «Terrible, la primera que dice de estar juntas y sale a mitad de la noche» En risas la delfiense salto por las rocas para descender a lo vendría siendo la entrada del campamento, cuando estuvo cerca se escondió detrás del tronco de un árbol y se asomó por el lateral hasta que sus ojos marrones se fijaron en dos siluetas de los guerreros que patrullaban, sin embargo, ninguno era Egan. Agatha frunció su ceño con confusión extrañada de no encontrarse con el ateniense de ojos avellanos, en ese instante sus oídos captaron el crujido de una rama a sus espaldas, percibió la mano con ansias de tomarla y con agilidad se giró para sujetar por la muñeca al desconocido.

—Se supone que las chicas lindas no deben vagar por el bosque sin zapatillas ni mucho menos por la noche— Con un rápido movimiento el chico tomó la mano libre de la castaña y le hizo girar hasta que la espada de ella se pegará su pecho.

—Joder, Egan— Entre un largo suspiro y las mejillas sonrojadas la muchacha se sintió aliviada.— No vuelvas hacer eso, no sabes de lo que soy capaz.

—¿Enserio?— El chico achicó su mirada y de una manera juguetona susurró al oído de la mayor.— ¿De que tanto eres capaz, amor?

La joven sonrojada se tensó entre los brazos que la apresaron con amor, para esbozar una sonrisa nítida.

—Soy capaz de muchas cosas— Susurro para salir de entre los brazos del joven de cabellos cafés y mirarle.— ¿Y tú, a qué tanto te atreves?— Preguntó viendo como el contrario solamente dejó entreabierto sus labios sin emitir una sola palabra. El corazón de la joven de tez trigueñas se oprimió, quizás en espera de una respuesta diferente al silencio.— Perdona por interrumpirte, debes estar ocupado vigilando. Nos vemos mañana...

Egan vio a la chica girar e inconsciente alzó su brazo para tomar con la mano la delicada muñeca de la joven que se marchaba. Noto el peplo ondear con el viento y danzar junto a la cabellera ondulada, se deleitó por un instante con los ojos marrones que le miraban con asombro y permitió a su corazón latir desenfrenadamente, la mirada antes inmóvil se convirtió repentinamente en una inquieta y que trataba de buscar alguna respuesta a la repentina acción que atrajo la atención de la castaña y la sorpresa del ateniense.

—Esta haciendo frío— Dijo, al momento en que colocaba una capa sobre los hombros de la joven.— Vuelve, debes descansar y no vagues de nuevo por el bosque de noche.

Agatha fijó al fin sus orbes marrones en los fanales avellanos del más alto, sin quererlo comenzó a pasearse por el rostro del ateniense. La barbilla tensa, la piel besada por el sol de Grecia, los brazos fuertes que más de una vez le abrazaron y por supuesto en los bellos ojos avellanos que siempre le miraban, fue en ese instante en que se dio cuenta que había comenzado a detallar cada mínima expresión que el chico hacía en medio del análisis.

—Tu también... Sigue alerta.

Con aquello se despidió, afianzando el agarre sobre la capa dio una última mirada antes de girar sobre su eje y comenzar a caminar de vuelta a la carpa donde las demás aún seguían dormías.
Al entrar Agatha dejó la vestimenta en algún lugar donde se pudiera confundir con las frazadas y se dispuso a acostarse de nuevo mientras observaba el techo. «Me hubiera gustado saber tu respuesta, estúpido Egan»

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ᴛᴡᴏ ᴛᴡɪɴ ғʟᴀᴍᴇs ᴅᴇsᴛɪɴᴇᴅ ɴᴏᴛ ᴛᴏ ʙᴇ ᴛᴏɢᴇᴛʜᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora