único

137 19 7
                                    

Que desgracia, que desdicha.

El joven Aegon III, el rey Aegon el roto.
El joven hijo de la delicia del reino.

El hijo que sobrevivió.

Roto tan roto que realmente le envió un vestido verde a Alicent Hightower sabiendo que odiaba el verde ahora.

Roto tan roto que un día los maesteres lo escucharon murmurando el nombre sus hermanos en sus sueños.

Aegon nunca volvió a oler las fermonas de su madre o de su padre.

Aegon no aguantaba su propio nombre.

Se lamentaba en su cuarto su vida.

El joven rey, parecía que había consumido leche de amapola.

Tirado en su cama mirando el techo.

Pero no había consumido leche de Amapola , no claro que no.

Solo pensaba, con los ojos bien abiertos.

Antes de dejar lagrimas caer de sus ojos.

Extraña el dulce tacto de su madre, las palabras de su padre.

Ya no encontraba rastro del arona del aroma de su madre o el de su padre.

Había ordenado que le trajeran las antiguas prendas de sus hermanos y fue su error.

En un pungo comenzó a recordar las noches en las que no dormía y su hermano Lucerys le cantaba canciones en antiguo Valyrio.

Extraña la voz del omega, en algún punto durante todo el ajetreo y la presión, Luke se había convertido en algo así como su segunda madre.

Y se lo quitaron.

Recordó la mano de su hermano Jacaerys tocando su cabello y diciendo que pronto él le enseñaría el manejo de la espalda.

Aegon quería ser un alfa fuerte como Jacaerys.

Recordó la risa de Joffrey.

Le hubiera gustado hacer travesuras con él, Joffrey había heredado de pura crianza la actitud de su padre Daemon.

Y aunque nunca vivió con ella, sí le hubiera gustado conocer a la pequeña Visenya.

Se llevó una mano a la cabeza y se jaló el cabello retorciéndose en la cama, bajando la mano hasta su cara y cubrirla con ella.

Pensó en Viserys, su Viserys; no su abuelo-tío Viserys.

El Viserys con el que compartía cuarto, el que olía a caramelo y frambuesa.

El niño que le agarraba la mano y le abrazaba la cintura y entonces el rey ahogó un grito.

Nunca volvería a escuchar sus voces, en algún momento el olor de sus prendas desaparecería y no quedaría nada, nada.

Ni siquiera quedaba Jahaera para al menos saber que había alguien igual de perturbado que él.

No, no había nada.

Borrasca había muerto y él ahora no podía ver ni un solo dragon sin querer vomitar.

Sí, tenía a Baela y a Rhaena, ¿ pero por cuanto tiempo?, ¿ cuanto tiempo les quedaba?, ambas casadas pronto con familiares talvez igual de grandes que la que alguna vez tuvo él.

¿ tendrían tiempo para él?, la fiera Alfa y la amable omega, ¿ de verdad tendrían tiempo para su pobre hermano?.

Era su culpa no haber presentado casta aún, claro que lo era.

Es solo la manera TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora