Un verano Diferente

Prologo

Alicia había llegado al pueblo de Montecarlo (Misiones, Argentina) para visitar a sus tíos después de tanto tiempo. Ese lugar le traía tantos recuerdos... Aquella plaza en la que hacían picnics con sus primos, aquellas escapadas al río después de almorzar, las divertidas teorías sobre la famosa casa abandonada del pueblo, y aquel viejo puente. También recordaba los abrazos llenos de amor, los besos apasionados detrás de los árboles del bosque y la cautivadora mirada verde.

Alicia se preguntaba qué habría pasado con David. ¿Seguiría en el pueblo? La casa de sus tíos olía a pan recién horneado y flores silvestres.

— ¿Hola? ¿Tía Miranda? ¿Tío Carlos? ¿Hay alguien? — preguntó Alicia.

— Alicia —respondió dulcemente la voz de la tía Miranda—. ¡Hija, qué alegría! Carlos, mira quién vino a visitarnos —añadió con lágrimas en los ojos.

— Alicia, qué bueno tenerte de nuevo. ¿Y tus papás no vienen? —preguntó el tío Carlos mientras la abrazaba.

— No, tío. Ellos vendrán mañana. Yo quise adelantarme —respondió Alicia.

Reunidos en la cocina, rieron recordando viejos tiempos y hablaron de muchas cosas. Sin embargo, la intriga de saber qué había pasado con David consumía a Alicia. Pero, ¿por qué tenía miedo de preguntar? Era como preguntar por cualquier otro vecino. Además, ya había pasado mucho tiempo y seguro que él también había rehecho su vida. "¿Qué más da?", pensaba Alicia.

— Tío, ¿qué fue de la vida de David? —preguntó finalmente.

— Oh, hija, tiempo después de que ustedes volvieran a la ciudad, él se fue a la universidad en Córdoba y vivía allí. Visitaba a sus padres cada fin de semana que podía y... —el tío Carlos parecía nervioso. ¿Qué había pasado después?

— ¿Y qué, tío? —insistió Alicia, ansiosa por saber más.