El tranquilo pueblo se sumía en el crepúsculo mientras Jeon Jungkook caminaba por los serenos jardines del convento. Sus pasos resonaban en el silencio, un eco de reflexión en una vida dedicada a la fe. La sotana que vestía era una prueba tangible de su compromiso religioso. Sus 20 años habían transcurrido en busca de un propósito superior, siguiendo los pasos del sacerdote que había sido su faro durante toda su vida: el Padre Namjoon.
Ese día, como muchos otros, dedicaba sus pensamientos a las enseñanzas de su mentor y a su formación como futuro sacerdote. Las conversaciones con el Padre Namjoon habían sido una parte fundamental de su educación, una brújula moral que lo guiaba en su camino hacia la ordenación.
Esa noche, mientras el sol dorado se deslizaba detrás de las colinas, algo inusual rompió la monotonía de su rutina. Mientras caminaba por los jardines, una figura desconocida apareció en su campo de visión. Era un joven de cabello rubio, ojos cafés y una piel pálida como la porcelana. Aunque su rostro le resultaba nuevo, Jungkook supuso que Jisoo, la encargada de cocina, ya había encontrado un ayudante. Su mera presencia lo envolvía en una especie de halo de misterio y magnetismo.
Park Jimin, un nombre que Jungkook no olvidaría nunca. Sus miradas se cruzaron en un instante, y en ese momento, algo inexplicable sucedió en el interior de Jungkook. Mariposas revolotearon en su estómago, y su corazón latió descontrolado, como si una fuerza desconocida lo empujara hacia un abismo emocional. Pero no quiso darle importancia; solo lo encontró atractivo, y un padre también puede elogiar a una persona, ¿verdad?
—Hola —saludó Jimin con una sonrisa radiante, como si hubieran sido amigos de toda la vida. Jungkook, aún aturdido por la sorpresa, respondió tímidamente:
—Hola, ¿cómo te llamas? Nunca te había visto por aquí.
—Soy Park Jimin. Acabo de mudarme al pueblo y me contrataron para ser el asistente de Jisoo. Así que a partir de ahora, querido padre, probarás mi rica comida —Jimin rió un poco y extendió la mano hacia Jungkook, quien la estrechó con un gesto un tanto torpe, sintiendo cómo la calidez de la piel de Jimin encendía su corazón de una manera que nunca antes había experimentado.
—Soy Jeon Jungkook, pero no soy un padre, al menos todavía, solo soy un aprendiz del convento. —Su voz temblorosa revelaba la confusión que sentía. "Contrólate, Jungkook. Está bien sentir atracción. Es guapo, pero tú no eres así. Pronto serás un padre. Contrólate", pensó.
El joven rubio asintió, mirando alrededor de los jardines. A pesar de sus pensamientos dispersos, Jimin admiró la determinación en los ojos de Jungkook, su pasión por convertirse en padre y su búsqueda de un propósito superior.
—Este lugar es hermoso. ¿Puedo quedarme un rato? Estaba buscando un sitio tranquilo para pensar.
Jungkook asintió y lo condujo hacia un banco bajo la sombra de un antiguo roble.Mientras se sentaban, los silencios se sucedieron, pero no fue un silencio incómodo en absoluto. Era como si las palabras no fueran necesarias para comprenderse mutuamente. Jungkook observó a Jimin con curiosidad mientras los últimos rayos del sol se desvanecían en el horizonte.
Finalmente, Jimin rompió el silencio.
—Eres un hombre de Dios, ¿verdad? Lo mencionaste, pero tengo curiosidad por saber más.
Jungkook asintió, una expresión de determinación en su rostro.
—He dedicado mi vida a servir a Dios y seguir los pasos del Padre Namjoon. Pero... —Jungkook vaciló, luchando por encontrar las palabras adecuadas—, pero supongo que aún estoy nervioso; solo faltan dos meses para ser el nuevo padre.
Jimin observó brillar los ojos de Jungkook y sintió un profundo respeto por su dedicación. Se preguntó sobre la historia y los sueños que habían llevado a Jungkook al convento. Tal vez había más en él de lo que aparentaba.
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Amor Prohibido /Kookmin
RomanceJeon Jungkook, de 20 años, se encuentra en la recta final de su formación como sacerdote bajo la tutela del Padre Namjoon, a quien admira desde la infancia. Sin embargo, su mundo da un giro inesperado cuando conoce a Park Jimin, un joven que despier...