Después de su inesperado encuentro en el jardín del convento y en la sala de coro, los días seguían su curso apacible para Jeon Jungkook y Park Jimin. El pueblo continuaba con su tranquila vida, ajeno a las tormentas emocionales que se estaban gestando en el interior de estos dos jóvenes.
La mañana después de la misteriosa aparición de Jimin, Jungkook se encontraba en la capilla, como de costumbre, recitando oraciones y preparándose para otro día de trabajo y estudio bajo la atenta mirada del Padre Namjoon, su mentor desde la infancia. Namjoon, un hombre sabio y respetado en la comunidad, observaba a Jungkook con un rictus de orgullo, aunque sabía que el joven aún tenía mucho por aprender. La devoción de Jungkook a la iglesia y su vocación eran innegables, pero su inseguridad era una sombra constante en su vida.
En una pausa de sus oraciones, Jungkook reflexionaba sobre su encuentro con Jimin. No podía sacar al joven de su mente, aunque ni siquiera sabía por qué lo afectaba de esa manera. Jimin, por su parte, se había sumergido en su papel de asistente de cocina, llevando felicidad a los corazones de los padres y miembros del convento con cada plato que preparaba. Su amor por la comida y su habilidad en la cocina eran evidentes para todos.
La noticia de las deliciosas comidas se extendió por el pueblo, y pronto, la zona de comidas del convento estaba llena de feligreses locales disfrutando de las delicias de Jimin. Su pasión por la cocina se había convertido en un regalo para la comunidad, aunque en su interior, aún recordaba al apacible aprendiz del convento que no podía dejar de pensar.
La tarde de aquel día, mientras Jungkook recitaba su última oración, Namjoon entró en la capilla con una mirada de autoridad, anunciando su presencia con pasos firmes.
—Jungkook, mi querido hijo —dijo con voz serena y autoritaria—, necesito hablar contigo.
Jungkook asintió, sorprendido por la presencia del Padre Namjoon en ese lugar y momento. Lo siguió hasta una sala adyacente, donde pudieran hablar en privado.
—¿En qué puedo ayudarte, Padre? —preguntó Jungkook, con una mezcla de respeto y nerviosismo.
Namjoon lo miró fijamente con sus sabios ojos.
—Jungkook, he notado que has estado distraído últimamente. Tu mente divaga, y siento que hay algo que te perturba. ¿Deseas hablar de ello?
Jungkook bajó la mirada, sin saber por dónde empezar. No podía confiar en su mentor sobre su encuentro con Jimin. Eso no era algo que pudiera compartir con facilidad. Sin embargo, las palabras salieron antes de que pudiera evitarlo.
—Padre, ayer por la tarde, en los jardines... conocí a un joven llamado Jimin. Se mudó al pueblo y trabaja en la cocina del convento. —Jungkook dudó, pero finalmente continuó—. Me he sentido... intrigado por su presencia. Me hizo cuestionar cosas, sentimientos que no puedo entender del todo.
Namjoon escuchó atentamente, su expresión tranquila pero atenta.
—Entiendo, Jungkook. La vida nos presenta desafíos y momentos que ponen a prueba nuestra fe y compromiso. A veces, necesitamos enfrentarlos y reflexionar sobre su significado. ¿Has hablado con él acerca de tus sentimientos?
Jungkook negó con la cabeza.
—No, Padre. No sé cómo abordar este asunto. Además, pronto seré ordenado como sacerdote. No puedo permitirme sentir esto.
Namjoon puso una mano en el hombro de Jungkook con cariño.
—Mi hijo, la fe y la vocación religiosa son caminos complejos y personales. A veces, enfrentamos desafíos en nuestro viaje espiritual. Tu amor por Dios y tu devoción son evidentes, y eso es lo que te guía. Pero no temas cuestionar y explorar tus propios sentimientos. Es normal sentir atracción, pero no debes confundirla con amor. Pronto serás sacerdote, y tu compromiso será con Dios y la iglesia. No dejes que los sentimientos terrenales te distraigan de tu propósito.
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Amor Prohibido /Kookmin
RomanceJeon Jungkook, de 20 años, se encuentra en la recta final de su formación como sacerdote bajo la tutela del Padre Namjoon, a quien admira desde la infancia. Sin embargo, su mundo da un giro inesperado cuando conoce a Park Jimin, un joven que despier...