Capítulo 05

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—No soy un hombre romántico, no puedo darte lo que mereces —hizo una pausa —discúlpame, creo que mis acciones te hicieron confundir.

—Olvídalo —me limité a decir.

—Romina —me tomó del brazo —escúchame.

Me voltee.

—Solo puedo ofrecerte esto, solo puedo brindarte sexo; y la conexión que hay entre nosotros, si lo aceptas entonces quédate a mi lado —me tomó por la cadera para unir nuestros cuerpos —me atraes demasiado.

Sus labios estaban cerca a los míos, podía escuchar y sentir su respiración agitada. Incluso escuchaba los latidos de su corazón.

—Tú me encantas —pasé mi mano por su cuello.

—Entonces quédate conmigo, el placer qué sentimos no es algo que se pueda encontrar fácilmente.

—Quizá tengas razón —dije —tus acciones me confundieron —mentí.

Yo sabía lo que sentía, quizá no lo tenía completamente claro, pero estaba segura de algo, lo que sentía por Éric iba más allá de la atracción.

—¿Otra vez ustedes? —escuchamos.

Era Noé, no sé qué hacía aquí, pero definitivamente no estaba invitado.

—No me mires como bicho raro —dijo dirigiéndose a mi —vine por Éric, consumió alcohol, así no puede manejar.

—¿Quién es el? —preguntó Josué.

Me sorprendí. —¿Otra vez saliendo de la nada?.

—Es el profesor de introducción al arte, se llama Noé.

—Está guapísimo, el mío es un viejo panzón.

No pude evitar reír, lo dijo con mucha gracia.

Sus miradas se encontraron por unos segundos, parecía que el mundo se había quedado congelado y solo existían ellos dos en ese momento.

—¿Es tú amigo? —me preguntó Noé.

—Sí, así es —respondí.

—Entonces deberías presentarlo —tosió —después de todo eres o serás mi cuñada, ¿no?.

—¿Qué? —pregunté desconcertada.

—Oh, es cierto, no me presenté adecuadamente —mencionó —un gusto, Noé Martín.

—¡¿Martín?! —exclamé.

—Uju —Éric es mi hermano menor —se colocó a su lado.

—Pero en la clase siempre se presentó como Noé Cortés, incluso todos los documentos de los trabajos están con ese nombre —reclamé.

—Ese es nuestro segundo apellido —suspiró —no me gusta el apellido de mi padre, así que suelo evitar usarlo.

Antes de que pudiera decir algo más todos salieron del bar, es hora de irnos —dijo Leví.

Cada quien tomó su taxi, y se marcharon.

—Nos vemos mañana —se despidió Michelle.

Solo quedábamos nosotros así que le dije a Josué qué pidiéramos nuestro taxi también.

—Yo los llevo —se ofreció Noé.

Fuimos en silencio por todo el camino, la verdad no tenía modo de preguntar todo lo que quería, además sonaría demasiado entrometida. Pero...«¿HERMANOS?».

—¿Es aquí? —preguntó Noé.

—Sí, es aquí —respondió Éric.

Josué y Noé nos miraron fijamente para luego reírse.

El poder de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora