Capítulo 5

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Mientras Jimin luchaba con sus emociones y la creciente amistad entre Jungkook y Taehyung, el Padre Namjoon, por un tiempo, había cedido en su constante observación. Se había dado cuenta de que mantener a Jungkook ocupado con sus responsabilidades como aprendiz del sacerdote era una forma efectiva de mantenerlo alejado de cualquier distracción no deseada.

Jungkook, como resultado, se encontró cada vez más ocupado con las tareas y las lecciones que le asignaba Namjoon. Su tiempo libre se volvió escaso, lo que le dejaba menos ocasiones para estar con Jimin, aunque Jimin continuaba asistiendo a las misas y observando a Jungkook desde lejos.

A pesar de los obstáculos, la amistad entre Taehyung y Jungkook seguía creciendo. El nuevo aldeano se adaptaba rápidamente a la vida en el convento, y su personalidad extrovertida y amigable hacía que fuera fácil llevarse bien con él. Jungkook comenzaba a sentirse cómodo con Taehyung, y a menudo compartían risas y chistes en el jardín o durante las breves pausas que tenían, pero Taehyung también quería ser amigo de Jimin y siempre que trataba de acercarse sentía una barrera que los separaba, se cuestionaba constantemente si llegaría a ser amigo de Jimin, todavía no tenía muchas oportunidades de hablar con él.

Hasta una noche. 

Taehyung se había levantado de la cama en medio de la noche, su estómago rugía de hambre. No pudo resistir el aroma tentador que provenía de la cocina del convento. Sigilosamente, como un auténtico ninja, se deslizó por los pasillos y llegó a la cocina. Al ver unos bocadillos en la mesa, su estómago gruñó involuntariamente. Taehyung se burló internamente de su propia torpeza y aprovechó la distracción, caminando de puntillas. Justo cuando estaba a punto de agarrar un bocadillo, tropezó y cayó, maldiciéndose internamente. Cuando se disponía a levantarse, fue sorprendido por un enano que lo apuntaba con una sartén.

—¡Atrás, ladrón!

Taehyung, al ver la sartén, se puso de pie rápidamente y levantó las manos en un gesto de rendición.

—¡Espera, espera! No soy un ladrón. Soy Taehyung, el nuevo aldeano. Lo siento, no sabía que alguien más estaría en la cocina a esta hora.

Jimin, después de un momento de tensión, bajó la sartén, aliviado al descubrir que no era un ladrón. Se fijó en el rostro de Taehyung y notó una expresión de hambre genuina.

—Oh, eres Taehyung. Lo siento, pensé que eras un ladrón. ¿Tienes hambre?

Taehyung asintió, sonriendo.

—Mucha hambre. He estado explorando el convento y he terminado aquí. ¿Es esta tu comida?

Jimin asintió, sorprendido por la franqueza de Taehyung.

—Sí, solo estaba preparando bocadillos para el desayuno de mañana, Jisoo se enfermó y me encargó la cocina.

Taehyung se acercó con entusiasmo y probó el bocado.

—¡Esto es increíble! No sé cómo lo hiciste, pero es delicioso.

Jimin, al escuchar el elogio, sonrió tímidamente.

—Gracias, Taehyung. Me alegra que te guste.

Taehyung y Jimin continuaron hablando mientras compartían el bocadillo. La tensión inicial se disipó, y en poco tiempo, se encontraron riendo y disfrutando de la conversación. Taehyung encontró en Jimin una persona agradable y amable, y Jimin se dio cuenta de que Taehyung era mucho más que un simple extraño.

A medida que la noche se convertía en madrugada, Taehyung ayudó a Jimin a preparar todo y se despidieron y regresaron a sus habitaciones respectivas, habiendo dejado de lado las malas vibras y los malentendidos iniciales. Taehyung encontró un amigo en Jimin, y este último descubrió que Taehyung era una persona genuina y encantadora, estaba feliz de tener un nuevo amigo.

 Taehyung encontró un amigo en Jimin, y este último descubrió que Taehyung era una persona genuina y encantadora, estaba feliz de tener un nuevo amigo

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Jungkook, continuaba ocupado con sus tareas y lecciones, pero no podía evitar sentirse intrigado por la creciente amistad entre Jimin y Taehyung. Un anhelo latente comenzaba a florecer en su corazón, y aunque no podía expresarlo en palabras, su relación con Jimin se estaba volviendo más importante y valiosa de lo que nunca había imaginado. Mientras continuaba ocupado en sus responsabilidades, se preguntaba si, en el futuro, habría espacio para reconciliar sus crecientes sentimientos.

Una noche, mientras se encontraban en el jardín trasero del convento, Jimin y Jungkook compartían un momento de tranquilidad bajo la luz de la luna. La tensión que había existido entre ellos había desaparecido, y la amistad entre los dos parecía haber recuperado su brillo.

Jimin y Jungkook compartieron risas y momentos de confidencia mientras la noche avanzaba. Hablaron sobre sus sueños y anhelos, sus familias y su profunda fe. La amistad que compartían se fortalecía con cada palabra compartida, y Jungkook perdía poco a poco su timidez con Jimin, lo que marcaba un gran avance. Al final, por cosas del destino, se sentaron juntos en una banca para seguir viendo las estrellas. Jimin apoyó su cabeza en el hombro de Jungkook, ambos con el mismo sentimiento, sus corazones latiendo fuertemente, y días de felicidad.

Cuando finalmente decidieron retirarse a sus habitaciones, Jungkook no pudo evitar sonreír al recordar la cálida conversación que habían tenido. Sabía que su amistad con Jimin era especial y única, y estaba agradecido por tenerlo en su vida. Mientras caminaba solo hacia su cuarto, la luz de la luna iluminaba su camino, recordándole que, aunque no podía seguir sus sentimientos, la amistad que compartía con Jimin era un tesoro en sí misma.

Continuará...

Amor Prohibido /KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora