Capítulo 39

21 1 0
                                    

Aina Ivanova

12.00 am

Es de madrugada y apenas voy llegando a las AIV Diamonds. Esto de ser el CEO de la empresa no me deja respirar, es mucho trabajo en el olvido y tengo que manejarlo por mi propia cuenta, aunque cuento con la ayuda de Leah es mucho trabajo para las dos.

Ambas llegamos y pasamos por la prueba de seguridad, nos adentramos a las instalaciones para ir directamente a descansar. Un piso inferior al mío, Leah se despide de mí, noto el cansancio en su rostro y la comprendo, debió ser muy cansado para ella el manejarla la empresa en mi ausencia.

—Me retiro, mi reina. Mañana por la mañana me encargo de enviar las joyas seleccionadas para la subasta.

Al terminar de hablar suelta un suspiro, un suspiro de cansancio, y la entiendo, así que, tomo una decisión.

—Me encargaré yo de eso. Tomate el día libre, descansa.

—Pero...

—Has trabajado mucho y te lo agradezco. Descansa, sal, disfruta tu día de mañana. Yo misma me encargo de enviarlas a Alemania.

Su cara me dice que no quiere hacerlo, pero su cansancio dice que tome mis palabras.

—Bien, si es una orden debo acatarla —me sonríe.

De la misma manera le sonrió y me despido de ella para dejarla dormir, de la misma manera me pesan los ojos, desde las cinco de la mañana estamos despiertas yendo lado a otro por el trabajo.

Se aleja de mi y yo continuo con mi camino. Al llegar a mi dormitorio me quito las botas, me suelto el blanco cabello y sin quitarme la ropa me aviento a la cama. Antes de cerrar los ojos tomo mi celular y asigno la alarma para mañana.

Además de enviar las joyas tengo una cita con el estilista para arreglar mi cabello, ya es demasiado largo y el color de mi cabello natural se nota en la raíz. Al terminar me cubro con las sábanas y en cuestión de segundos me quedo dormida.

El sonido de la alarma me interrumpe seguir durmiendo. Con pesadez apago a alarma y me levanto. Directamente voy al baño y no lo pienso, abro el agua fría y despierto al instante en que mi piel impacta con el agua. Salgo del baño y me visto con algo cómodo para ir a reunirme con Alek, que a los siguientes tres minutos me envía un mensaje donde nos veremos en la cafetería para ir juntos a la bodega.

Opto por unos pantalones negros, con una blusa de cuello de tortuga color crema y un saco negro. Me peino lo más rápido posible, rizo mis pestañas, un poco de base y labial para hidratar mis labios. Tomo el celular, el bolso y bajo casi corriendo a la cafetería.

Al llegar me encuentro con mi rubio amigo quien me sonríe al verme. Al estar frente al él me extiende un vaso de café y lo miro con confusión.

—Bébelo antes de ir a trabajar. He notado que estos días no comes bien y has bajado de peso. No es bueno para tu salud.

Él tiene razón, a pesar de que he pasado más días con Leah que con él se ha percatado o le han dicho que suelo saltarme las comidas.

Asiento ante su amabilidad y tomo el café, lo doy un sorbo y de inmediato siento como mi cuerpo se calienta ante la bebida. Sonrió ante la satisfacción, y de su bolsillo del pantalón saca un pequeño paquete de galletas con mermelada de fresa en el centro.

—Cómelo en el camino.

Acepto el paquete y no dudo en comerme el par de galletas junto con el café. Al llegar a la bodega tiro la basura en un sesto. Para entrar el sistema de seguridad debe reconocerme, solo yo tengo el acceso a la bodega. Después de muchos años cerrada, al fin entraré para sacar las joyas y enviarlas para la subasta.

Falsa Identidad: Amores que hieren (2do libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora